Una muchedumbre honró a San Expedito en el santuario de Balvanera

  • 20 de abril, 2022
  • Buenos Aires (AICA)
Miles de personas rezaron por la paz y por sus intenciones particulares al santo de las causas justas y urgentes. Hubo doce misas a lo largo del día; la de las 12 la presidió el cardenal Mario Poli.

Una muchedumbre de fieles acudió ayer, martes 19 de abril, a lo largo del día a la parroquia Nuestra Señora de Balvanera, en el barrio porteño del mismo nombre, por la fiesta grande de San Expedito, que en los últimos años moviliza en su santuario una intensa devoción popular.

Comenzando a la 0 hora, se celebraron doce misas; la de las 12, la presidió el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, en un altar levantado al aire libre en la esquina de Bartolomé Mitre y Azcuénaga. Allí se oficiaron el resto de las celebraciones eucarísticas, menos la última, que se celebró a las 19 dentro del templo, que desde hace unos años es también el santuario San Expedito. Previamente, a las 17 hubo una procesión por  las calles del barrio y a las 18 el rezo de una Hora Santa.

A media tarde, la fila de devotos daba tres vueltas, delimitadas por vallas, en la calle Azcuénaga, frente al colegio San José, en tanto que el comienzo se extendía una cuadra más por calle Sarmiento. Es decir, la fila ocupaba cuatro cuadras. Un seminarista con alba blanca bendecía uno a uno con agua bendita a quienes se formaban y cambiaban algunas palabras sobre el sentido de la celebración.

Dentro del templo, otros seminaristas, turnándose, ayudaban, encabezaban el rezo, bendecían los rosarios y medallas y rociaban con agua bendita a la gente reunida, que respondía “Dios, danos tu bendición”. Uno de ellos comentó que a eso de las 15.30 más de 7.000 personas habían pasado frente al santo haciendo la fila. Hay que tener en cuenta que mucha otra gente entraba en el templo sin hacerla y sin poder tocar la imagen, resguardada, en realidad, por una caja de vidrio transparente.

En la entrada del templo, sobre la puerta, un gran cartelón con la imagen del santo decía: "San Expedito, ayudanos a trabajar por la paz”. La paz fue el lema de este año. “La paz es un don de Dios”, dijo uno de los que guiaban la oración, que también implica un trabajo, una construcción, un desafío, como dice la bienaventuranza del Evangelio: “Felices los que trabajan por la paz”.

Se distribuyeron miles de folletos, que incluían explicaciones, el himno y la oración a San Expedito, un texto evangélico, unas palabras del Papa Francisco en su mensaje mundial por la paz el 1° de enero último. “En cada época, la paz es tanto un don de lo alto como el fruto de un compromiso compartido”, dice. Y señala que “todos pueden colaborar en la construcción de un mundo más pacífico: partiendo del propio corazón y de las relaciones en la familia, en la sociedad y con el medio ambiente, hasta las relaciones entre los pueblos y los Estados”.

Ese folleto proponía un gesto original, con la imagen de un celular: “Te proponemos que en el momento en que en la Misa nos damos la paz, compartas esa paz con alguien que la necesite, a través del celular. Simplemente envíale un mensaje diciendo “quiero que tengas paz”. Vas a notar un cambio en tu vida y en la vida de la otra persona.”

“Si trabajamos por la paz, el mundo va a ser un poquito mejor”, dijo a los fieles uno de los seminaristas, quien explicitó que “uno de los frutos de la resurrección de Jesús es la paz”.

Varios canales de televisión –A24, C5N, El Trece, Canal de la Ciudad, TV Pública…- tenían apostados equipos con cámaras en las afueras del templo. En la calle había unos treinta puestos con venta de artículos religiosos y otros elementos. Se ofrecían rosarios de madera con apariencia de buena calidad a 150 pesos y un atado de velas a 100.  

La gente mostraba un espectro variadísimo: desde una madre joven con el brazo tatuado rezando ante el sagrario y enseñando a hacerse la señal de la cruz a su hijita de tres o cuatro años (que inmediatamente encontró interesante dar vueltas una y otra vez alrededor de la primera fila de bancos mientras su madre rezaba arrodillada) hasta una señora de 96 años, a quien acompañaba una vecina, participante habitual como católica en diálogos ecuménicos, con quien ha compartido responsabilidades en el consorcio de su edificio de departamentos.

El templo estuvo abierto hasta la medianoche. La solidaridad de los fieles tiene manifestaciones concretas: la parroquia informó que en marzo ha recibido 3.745 kilos de alimentos y 508 bolsas grandes de ropa, con lo que ha ayudado a personas en situación de calle y a familias de barrios necesitados.

“En nuestra casa, la paz”, subraya el folleto distribuido, que tiene una intención de catequesis. “Queridos peregrinos, amigos y hermanos –sostiene-: cuando recibimos a los peregrinos en el santuario nos damos cuenta de que el ambiente se llena de paz. Y no es que las cosas hayan cambiado, porque afuera, en el mundo, en la calle, todo sigue igual. Pero acá, en la casa de Dios, se respira paz. Sentimos que podemos estar tranquilos un rato, y con esta tranquilidad podemos rezar, pensar, descansar. Queremos que lleves esa paz al barrio, a tu familia, a tus amigos y a todos los que se crucen con vos. La paz tiene que inundar este mundo porque Jesús está vivo! Y eso es lo que celebramos en Pascua."+ (Jorge Rouillon).