Mons. Buenanueva: "Mirame, Jesús, como miraste a aquella mujer"

  • 5 de abril, 2022
  • San Francisco (Córdoba) (AICA)
Con el título "Jesús es perdón", el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, compartió sus reflexiones sobre el Evangelio del domingo.

El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, compartió con los fieles sus reflexiones sobre el Evangelio del domingo: “Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?». Ella le respondió: «Nadie, Señor». «Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante»". 

A partir de esta cita, expresó: "La mujer no les interesaba. Tampoco que hubiera cometido adulterio. Seguramente a algunos de ellos, ese 'desliz' no les era extraño. La mujer era -¡cuando no!- un objeto de uso, esta vez, para atrapar a Jesús, tan odiado y tan temido", consideró.

"Jesús, sin embargo, pasa por encima de todo eso. Ni siquiera le interesa lo que traman contra él. A él no le resulta indiferente esa vida amenazada de desprecio y de muerte. Su aparente frialdad solo busca ese momento final de soledad en el que -como sentenciara magistralmente san Agustín- la misericordia divina mira a los ojos a la miseria humana".

"No hay condena. Solo perdón y una vida que puede renacer y relanzarse. Y ese es el motivo por el que Jesús, ayer como hoy, es repudiado con ferocía o sencillamente ninguneado con desdén. Él ha traído al mundo la fuerza más desconcertante y desequilibrante: el perdón de Dios que hace nuevas todas las cosas. Dios perdona al culpable, incluso antes de que se arrepienta- O, mejor: provocando así su arrepentimiento", destacó.

"La experiencia cristiana siempre es así: encuentro personal con Jesús que, al mismo tiempo, es perdón, reconciliación, pacificación. Perdón gratuitamente ofrecido e inmerecidamente recibido. Y, así, nacer de nuevo", aseguró el obispo.

“Aunque quedemos solos, vos y yo, mirame, Jesús, como miraste a aquella mujer. No te importe nada más. Solo mi persona herida, humillada y amenazada. Y si añadís una palabra de perdón, mejor aún. Un gesto tuyo, una sonrisa y una palabra así nos reconcilian con la vida. Amén", rezó.+