El Papa en Malta: La inmigración, "no es un virus del que hay que defenderse"

  • 2 de abril, 2022
  • La Valeta (Malta) (AICA)
En su primer discurso en Malta ante el Cuerpo Diplomático, el Papa reclama a los Estados luchar por la paz. "Es triste ver como se ha desvanecido el entusiasmo por la paz", lamentó.

La necesidad de un mundo en paz y la acogida a los inmigrantes son las dos cuestiones que abordó el papa Francisco en su encuentro con el Cuerpo Diplomático de Malta en el palacio Gran Maestro, de La Valeta, la capital del país.

En su alocución, seguida por cientos de malteses a través de las pantallas habilitadas en el exterior del palacio, el Santo Padre lamentó que en el Este europeo hayan resurgido “las tinieblas de la guerra”, cuando el mundo pensaba que las invasiones a otros países y las “amenazas atómicas” ya formaban parte del pasado.

Conflictos bélicos que Francisco atribuyó a las pretensiones “nacionalistas” de ciertos poderosos. Por ello, insta a la sociedad a no decaer y no hacer desaparecer “el sueño de la paz”, y recordó que “la paz produce bienestar mientras que la guerra solamente pobreza”.

En este sentido, Francisco afirmó que un país como Malta puede inspirar al mundo gracias a la luz propia que le permite estar en el corazón del Mediterráneo: “Necesitamos compasión y cuidados, no visiones ideológicas y populismos que se alimentan de palabras de odio y no se preocupan de la vida concreta del pueblo, de la gente común”, subrayó el pontífice.

La falta de entusiasmo por la paz
El obispo de Roma se retrotrajo a más de seis décadas, cuando el mundo estaba amenazado de destrucción y los polos ideológicos opuestos. Una realidad que, advirtió, no desapareció, ya que vuelve a aparecer en forma de “nuevos imperialismos, en la agresividad generalizada, en la incapacidad de tender puentes y de comenzar por los más pobres”.

Un mal que, denuncia el Papa, se lleva gestando durante años debido a las grandes inversiones en armamentos. Una realidad contraria al anhelo de paz, recuerda Francisco, que había surgido tras el final de la Segunda Guerra Mundial.

“Es triste -dijo- ver cómo el entusiasmo por la paz, que surgió después de la Segunda Guerra Mundial, se haya debilitado en los últimos decenios, así como el camino de la comunidad internacional, con pocos poderosos que siguen adelante por cuenta propia, buscando espacios y zonas de influencia. Y, de este modo, no sólo la paz, sino tantas grandes cuestiones, como la lucha contra el hambre y las desigualdades han sido de hecho canceladas de las principales agendas políticas”.

La solución a estos males ha de ser global, precisa el Papa, y debe consistir “en reunirnos en conferencias internacionales por la paz, donde el tema central sea el desarme, con la mirada dirigida a las generaciones que vendrán. Y que los cuantiosos recursos que siguen siendo destinados a armamentos se empleen en el desarrollo, la salud y la alimentación”.

"La inmigración no es un virus, sino una persona que hay que acoger”
Seguidamente, Francisco hizo alusión al drama de la inmigración, recordando que Malta es un país hasta donde llegan miles de personas que huyen de sus orígenes en busca de un porvenir. El Santo Padre agradeció a las autoridades y a la población maltesa por la acogida que ofrecen a estos migrantes. No en vano Malta significa 'puerto seguro', como especificó el propio Francisco en su discurso ante el Cuerpo Diplomático.

No obstante, el Papa lamentó que una de las grandes lacras de nuestro tiempo es el fenómeno migratorio que requiere de respuestas “amplias y compartidas”. En este sentido, el obispo de Roma considera que se trata de un problema que atañe a todos, por lo que la carga no debe corresponder a solo algunos países, mientras otros permanecen indiferentes.

“Y países civilizados no pueden sancionar por interés propio acuerdos turbios con delincuentes que esclavizan a las personas. El Mediterráneo necesita la corresponsabilidad europea, para convertirse nuevamente en escenario de solidaridad y no ser la avanzada de un trágico naufragio de civilizaciones”.

En este punto, Francisco hizo alusión a la experiencia vivida hace 2.000 años por el apóstol San Pablo, que en su última travesía en el Mediterráneo llegó a estas costas de manera inesperada y fue socorrido: “Después, mordido por una víbora, pensaron que era un asesino; pero luego, al ver que no le pasó nada malo, fue en cambio considerado un Dios”.

“Pablo era un hombre necesitado de acogida. La humanidad está ante todo y recompensa en todo. Lo enseña este país, cuya historia se vio beneficiada por la llegada forzosa del apóstol náufrago. En nombre del Evangelio que él vivió y predicó, ensanchemos el corazón y descubramos la belleza de servir a los necesitados”.

De esta manera, reclamó a los Estados y a la población del primer mundo a no ver al migrante como una amenaza y a no ceder a la tentación “de alzar puentes levadizos y de erigir muros”. 

“No es un virus del que hay que defenderse, sino una persona que hay que acoger, y el ideal cristiano siempre invitará a superar la sospecha, la desconfianza permanente, el temor a ser invadidos, las actitudes defensivas que nos impone el mundo actual”, subrayó el Santo Padre.+

» Texto completo del discurso del Santo Padre