Mons. Aguer: "Nunca es bastante lo que se hable de María"

  • 20 de julio, 2012
  • La Plata (Buenos Aires) (AICA)
El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, presidió la celebración de la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, en el Carmelo Regina Martyrum y San José, de La Plata. En la homilía, el prelado señaló que "hay una razón complementaria que explica la atención afectuosa puesta en María, la devoción de los fieles, el esfuerzo de los doctores católicos para esclarecer y profundizar su conocimiento, la intención de la Iglesia toda que le ha dispensado una alabanza creciente: es lo que ella representa para nosotros, lo que ha hecho y hace a favor nuestro", y agregó que "De Maria numquam satis: nunca es suficiente lo que se diga de la Madre de Dios, nunca habremos hablado de ella lo bastante".
El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, presidió la celebración de la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, en el Carmelo Regina Martyrum y San José, de La Plata. "De Maria numquam satis: nunca es suficiente lo que se diga de la Madre de Dios, nunca habremos hablado de ella lo bastante. San Luis Grignion de Montfort cita ese dicho latino, tradicional y común entre los mariólogos, en su Tratado de la verdadera devoción", manifestó el prelado al comienzo de su homilía. "Algo equivalente ?dijo- resuena en una antigua antífona, todavía en uso en la liturgia de las horas: Virgen inmaculada y santa, ninguna alabanza es digna de ti, pues por ti hemos recibido a nuestro Redentor, Jesucristo nuestro Señor. En ambos textos se denota la magnitud de la alabanza que se tributa a María: nunca es suficiente, ni por su número ni por su calidad, nunca será adecuada a su dignidad, al hecho de que por ella recibimos al Redentor, al hecho de que ella es su Madre, la Madre de Dios". El pastor platense recordó que Santo Tomás de Aquino aporta la principal razón de una posición tan singular, cuando afirma que "la Santísima Virgen por ser Madre de Dios tiene una cierta dignidad infinita, por el bien infinito que es Dios" y agregó que "la actividad materna de María al concebir y dar a luz a Cristo, que es una persona divina, la pone en una relación real con él, la segunda persona de la Santísima Trinidad, el Hijo eterno de Dios que se hizo hombre en su seno". Monseñor Aguer señaló que "hay una razón complementaria que explica la atención afectuosa puesta en María, la devoción de los fieles, el esfuerzo de los doctores católicos para esclarecer y profundizar su conocimiento, la intención de la Iglesia toda que le ha dispensado una alabanza creciente: es lo que ella representa para nosotros, lo que ha hecho y hace a favor nuestro". "Desde el hoy de la eternidad María ejerce sobre nosotros su maternidad en el orden de la gracia, y nosotros experimentamos una relación filial con ella. La Iglesia, escribió el beato Juan Pablo II, `mantiene con la madre de Dios un vínculo que comprende, en el misterio salvífico, el pasado, el presente y el futuro, y la venera como madre espiritual de la humanidad y abogada de gracia´", afirmó el arzobispo. "Son verdades de fe ?relató- no exageraciones piadosas; si se apoya y centra en esas verdades, la devoción mariana puede evitar cualquier deformación, superar un mero culto exterior e interesado, no ordenado finalmente a la gloria de Dios, a la conversión de vida y a la salvación. No se llegó de repente a la percepción y formulación del papel de María en la economía de la redención. Ella estuvo presente, sin duda, desde el comienzo en el desarrollo de la Iglesia, pero su plegaria y su intercesión permanecían ocultas en la comunión de los santos. Poco a poco, progresivamente, con avances y retrocesos, se fue haciendo luz sobre su intervención providencial en el plan salvífico de Dios, a medida que la Iglesia profundizaba en el conocimiento del misterio de Cristo". El prelado resaltó: "No sin discusiones y conflictos, ya desde la antigüedad se fueron esclareciendo verdades fundamentales de una teología mariana: la virginidad perpetua (antes del parto, en el parto, después del parto), la santidad eximia de la Madre de Dios y su relación con los discípulos de su Hijo. Orígenes, el gran teólogo del siglo III, escribió: `Nadie puede comprender el sentido del Evangelio si no ha reclinado su cabeza sobre el pecho de Jesús y si no ha recibido de él a María por madre. En esta frase se reconoce que María ejerce una maternidad espiritual por la cual los cristianos comprenden y viven el Evangelio´". Monseñor Aguer aseguró que con el correr de los siglos "se fue clarificando cada vez más la cooperación de María en la obra de la salvación y por tanto su influjo en la vida actual de la Iglesia" y añadió que "con el tiempo se multiplicaron las advocaciones de la Santísima Virgen; cada época la representó vestida según su usanza, cada país, cada región y aun cada poblado le dedicó un templo y la consideró suya, cercanísima y siempre dispuesta a dispensar a sus hijos cuidados maternales y el oportuno auxilio en las necesidades". "La advocación de Nuestra Señora del Carmen es una de las más queridas por los fieles católicos, una de las que ha adquirido extensión universal. Una razón histórica la hace para nosotros, argentinos, especialmente significativa. El 5 de enero de 1817, en Mendoza, el general San Martín presidió la jura de Nuestra Señora del Carmen como patrona del ejército de los Andes, puesto bajo su protección antes de emprender la campaña libertadora", recordó y agregó que "en la esquina del convento de San Francisco, los soldados, que llevaban el escapulario, aguardaron la salida de la imagen de María; San Martín y una guardia de honor entraron en procesión con ella para asistir en el templo a la bendición de la bandera, la misa y el tedeum. El general y su Estado Mayor, de brillante uniforme, el gobernador Luzuriaga, el Cabildo y una nutrida concurrencia representaban a la sociedad mendocina. Allí en la plaza la imagen fue colocada en el altar que se alzaba sobre un entablado; el general San Martín le puso su bastón de mando en la mano derecha, declarándola con ese gesto patrona del ejército de los Andes. En 1861 un terremoto destruyó el templo de San Francisco; entre los escombros se encontró intacta la imagen de Nuestra Señora de Carmen". El pastor dijo que aquel acontecimiento, patriótico y religioso, que aunaba en la invocación a María a las autoridades y al pueblo en un momento decisivo de la historia nacional "contrasta con la triste realidad actual, en la que echamos de menos la religiosidad y el patriotismo". Como conclusión, el arzobispo de La Plata manifestó: "Sobre ella, más elocuente que palabras de indignación o de lamento, es el silencio compungido y la súplica ardiente a Nuestra Señora, que siempre debe acompañar a la alabanza. Podemos recordarle a ella que aunque haya pasado mucho tiempo y sean otros los lances, aunque no se usen oficialmente ya esos nombres, ella, la Virgen del Carmen, sigue siendo nuestra patrona y generala: ¿qué será de nosotros, Señora, si tú no nos ayudas?". + Texto completo de la homilía