Mons. Castagna: A veces el mar se embravece pero Jesús vela por la fe del pueblo

  • 4 de febrero, 2022
  • Corrientes (AICA)
Mons. Castagna elaboró un texto sobre el Evangelio del domingo, y lo ofrece a los sacerdotes como sugerencia homilética.

El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, elaboró, como lo hace semanalmente desde hace varios años, un texto basado en el Evangelio del domingo, y lo ofrece a los sacerdotes de su arquidiócesis -también de otras comunidades eclesiales-, a manera de sugerencia homilética dominical.

En esta ocasión monseñor Castagna comentó el pasaje evangélico de la "pesca milagrosa", donde tras una noche en la que Pedro y los otros discípulos no consiguieron pescar nada, Jesús le pide a Pedro que "vaya mar adentro y eche las redes", lo que produjo una "pesca milagrosa" que conmovió a Pedro y a sus compañeros.

Al ver a Pedro echado a sus pies, Jesús le dice: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres". Y el evangelista anota que "ellos atracaron las barcas a la orilla y abandonándolo todo, lo siguieron".

El siguiente es el texto de la sugerencia para la homilía:

1.-La misteriosa barca de Pedro. Las palabras pronunciadas por Jesús, ocasionan un impacto profundo en quienes lo escuchan: “…la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios…” (Lucas 5,1). La persona del Señor establece una vinculación sin precedentes en la muchedumbre. Él es la Palabra de Dios encarnada que, a través de su predicación, es reconocida por el pueblo. Luego vendrán los signos que lo identificarán como el Hijo de Dios, enviado del Padre.

Es dable imaginar que aquella muchedumbre intentaba estar muy cerca de Jesús para escucharlo y recibir la gracia que de Él dimanaba. El pedido del Señor a los pescadores indica su influencia singular en un auditorio de tal magnitud: “Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla, después se sentó y enseñaba a la multitud desde la barca”. (Lucas 5,3).

2.-Naveguen mar adentro y echen las redes. En primer lugar predica y cura a los enfermos. Terminada su labor misionera pone a prueba a los pescadores, que se constituirán en sus principales discípulos. Los invita a pescar pese a la advertencia respetuosa de que habían intentado hacerlo durante la noche, sin lograrlo: “Navega mar adentro y echen las redes. Simón le respondió: Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes”. (Lucas 5,4-5)

Pedro, como será siempre su personal estilo, manifiesta una admirable confianza en quien recién comienza a conocer. Toda la escena se orienta al reconocimiento de la identidad del joven Mesías, ampliamente anticipada por los grandes profetas. Pedro y sus condiscípulos necesitarán corroborar, en virtud de una experiencia personal, la veracidad de aquellos anuncios y promesas. En esa perspectiva se entiende la inmediata obediencia de aquel hombre que, no teniendo en cuenta el fracaso de la noche anterior, está dispuesto a intentarlo de nuevo.

3.-A veces el mar se embravece. La pesca milagrosa confirma la fe que el Maestro despertó en sus discípulos pescadores. Pedro, en cuya barca Jesús quiso navegar “mar adentro”, se siente especialmente conmovido: “Al ver esto (la pesca milagrosa), Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: “Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador”. El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: “No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres” Ellos atracaron las barcas a la orilla y abandonándolo todo, lo siguieron”. (Lucas 5,8-11)

La Iglesia, en las directivas pastorales de la Conferencia Episcopal Argentina, retomó la orden de Jesús a Pedro “navega mar adentro” para alentar a los bautizados a cumplir hoy su misión evangelizadora. A veces el mar se embravece hasta poner en peligro la estabilidad de los más firmes en la fe. Jesús no deja de pensar en ese inevitable riesgo, por eso proveerá a Pedro de una misión referida al resguardo de la fe de los cristianos: “Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder para zarandarlos como el trigo, pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos”. (Lucas 22,31-32)

4.-Jesús vela por la fe y la fidelidad de su Pueblo. En Pedro Jesús aseguró a los cristianos la asistencia poderosa de su oración. Constituye una contradicción profesar la fe en Cristo y dejarse abrumar por los miedos, ocasionados por los dolorosos inconvenientes que jalonan la vida corriente. Cristo promete a Pedro -y a la Iglesia- su asistencia poderosa, y le encomienda la misión de confirmar en la fe a los hermanos. Desde la fe cristiana no existe otra alternativa que mantener el paso firme sobre el sendero trazado por Jesús. Es urgente volver al Evangelio, predicado por la Iglesia y testimoniado por los santos.+