Mons. Fernández visitó y alentó a los trabajadores del Astillero Río Santiago

  • 31 de diciembre, 2021
  • La Plata (Buenos Aires) (AICA)
El arzobispo de La Plata pidió a Dios que "ilumine a todas las autoridades de distintos niveles para que el puerto y el astillero puedan de una vez florecer y llenarse de trabajo y producción".

El arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández, visitó el jueves 30 de diciembre el Astillero Río Santiago junto con los presbítero Juan Correa y Paulino Gómez. 

Monseñor Fernández, al igual que sus antecesores, es padrino del Astillero. De hecho, en los últimos años hubo varias iniciativas y reuniones convocadas por el arzobispo platense para alentar la reactivación del puerto y del Astillero. 

En esta ocasión, al arzobispo se acercó para ofrecer una bendición de fin de año, y dirigir a los presentes unas palabras:

Leímos un texto de más de 2000 años, del libro bíblico llamado Sirácida. En aquella época se creía que la sabiduría estaba en la lectura, en los asesores de los gobernantes, los que escribían máximas y frases, los que estudiaban las leyes. 

Por eso había un desprecio de los que hacían trabajos manuales, los artesanos, los constructores, los carpinteros… 

Este texto bíblico dice todo lo contrario. Elogia a los que trabajan con sus manos, construyen, elaboran, transforman la materia y producen. Dice que cada uno se muestra sabio en su propia tarea, que cada uno tiene su propio modo de ser sabio en lo que hace. 

Además, explica que sin esos que trabajan no se podría construir ninguna ciudad, y que en definitiva, son instrumentos de Dios para que siga la Creación eterna. Dios mismo sigue creando a través del trabajo de ellos. 

Pero resulta que cuando llegó Jesús todavía existía el desprecio al trabajo con las manos. Cuando Jesús salió a predicar a los 30 años lo despreciaban y decían: “pero si este es el carpintero del pueblo y el hijo del carpintero”. 

Jesús, Dios hecho hombre, quiso ser un trabajador, y recién a los 30 años salió a predicar. La mayor parte de su vida quiso ser un carpintero. Siempre me maravilla esto, porque muestra la dignidad que tiene el trabajo. 

Trabajar hace mucho bien, uno puede desplegar sus capacidades y producir algo, y lo que hace es como una prolongación suya para el pueblo.   

Esta lectura que escuchamos también dice que el trabajador pone toda su concentración en su obra. Y hoy hasta los psicólogos enseñan que concentrarse completamente en una tarea es muy sanador, relaja la mente, serena el alma, y cura muchos males. 

Por todo esto, nos interesa tanto que este Astillero sea un lugar de trabajo y producción. Como dice el papa Francisco, no es digno de vivir de subsidios.  

Sé que la mayoría de los obreros esperan esto: no sólo un sueldo, sino poder trabajar y producir, para que cuando su hijo le pregunte cuál es su tarea pueda contarle algo. 

Ese es nuestro sueño, y hoy queremos pedírselo a Dios, y que ilumine a todas las autoridades de distintos niveles para que el puerto y el astillero puedan de una vez florecer y llenarse de trabajo y producción. 

Pero ya que es fin de año, entreguemos todo lo que no anduvo bien en este año, dejemos que Dios purifique y se lleve los malos momentos, y pidamos por el año que vamos a comenzar, para que Dios proteja nuestras familias, nuestra salud, nuestro interior, y nos conceda a todos los que más necesitamos.

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