Mons. Castagna: La mejor Buena Noticia es para toda la humanidad

  • 31 de diciembre, 2021
  • Corrientes (AICA)
"Es misión de la Iglesia transmitir la Buena Noticia. Es una tarea que trasciende el aspecto docente para privilegiar, como necesario complemento, el testimonial", recordó el arzobispo emérito.

El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, señaló que “la Buena Noticia del Emanuel - Dios entre nosotros - está dirigida a la humanidad”.

“Como afirma el apóstol y evangelista San Juan, la Palabra es ofrecida para ser acogida dócilmente. Su efecto es la filiación que nos relaciona, junto a Jesús, con el Padre: ‘…a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios’”, subrayó con una cita evangélica.

El prelado consideró “imprescindible que la Palabra - ‘que era Dios’ y que ‘todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe” (Juan 1, 1-3) - sea predicada a todos los pueblos”.

“El 3 de diciembre, la Iglesia celebró a San Francisco Javier. Gran misionero en muy lejanas tierras. Murió colmado de méritos a los 46 años. Su anhelo mayor era que Cristo fuera conocido y reconocido como Dios y Salvador”, destacó en su sugerencia para la homilía dominical.

“Es el gran don de Dios al mundo. Don desestimado conscientemente por unos y, a causa de una supina ignorancia, por otros muchos. Es misión de la Iglesia transmitir la Buena Noticia. Es una tarea que trasciende el aspecto docente para privilegiar, como necesario complemento, el testimonial”, subrayó.

Texto de la sugerencia
1.- La fe de la Iglesia en la divinidad de Jesús. Ayer celebramos la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. En ella iniciamos el año 2022. Hoy, el evangelista y Apóstol San Juan nos ofrece su magnífico prólogo. Allí despliega su pensamiento inspirado, confirmando la fe madura de la Iglesia en la divinidad de Cristo. Desde la declaración de Tomás convertido, la Iglesia no ha cesado de confesar públicamente la divinidad de Jesucristo. Aquel Apóstol, con sus dedos palpando las llagas benditas, ha formulado - para todos y por todos - la fe cristiana: “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20, 28) Nos hallamos en una situación histórica decepcionante y desafiante. Si hurgáramos un poco en los contenidos de la fe de muchos bautizados nos espantaríamos. Muchos de ellos no han recibido, de sus propias familias, los rudimentos de la fe que profesaron formalmente en el Bautismo. Están bautizados pero no convertidos. Les falta adherirse a Cristo - Dios y hombre - predicado por los Apóstoles y por la Iglesia, fundada en ellos.

2.- La Iglesia, testigo de la divinidad de Cristo. Me refiero a la Iglesia que: “establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él…” (LG) Son verdades que no pueden ser obviadas, por más esfuerzos ideológicos que lo pretendan. Es la Iglesia Apostólica, la que debe presentar el Evangelio como único testimonio de la divinidad de Jesús. Dirigido a todos, sin excepción, el Evangelio debe ser predicado, y con mayor intensidad cuando las circunstancias les son adversas. Jesús las predice abiertamente a sus discípulos: “Felices de ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí”. (Mateo 5, 11) Las actitudes anticristianas de algunos contemporáneos expresan un rechazo a todo lo que aparece humilde e insignificante. Por ello la Navidad es vaciada de su contenido, o reemplazada por las románticas creaciones de un desabrido “primer mundo”. Volvamos al pobre Pesebre de Belén y adoremos a Dios, hecho niño.

3.- La mejor Noticia. La Buena Noticia del Emanuel - Dios entre nosotros - está dirigida a la humanidad. Como afirma el Apóstol y evangelista San Juan, la Palabra es ofrecida para ser acogida dócilmente. Su efecto es la filiación que nos relaciona, junto a Jesús, con el Padre: “…a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios”. (Juan 1, 12) Es imprescindible que la Palabra - “que era Dios” y que “todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe” (Juan 1, 1-3) - sea predicada a todos los pueblos. El tres de diciembre, la Iglesia celebró a San Francisco Javier. Gran misionero en muy lejanas tierras. Murió colmado de méritos a los 46 años. Su anhelo mayor era que Cristo fuera conocido y reconocido como Dios y Salvador. Es el gran don de Dios al mundo. Don desestimado conscientemente por unos y, a causa de una supina ignorancia, por otros muchos. Es misión de la Iglesia transmitir la Buena Noticia. Es una tarea que trasciende el aspecto docente para privilegiar, como necesario complemento, el testimonial.

4.- La Resurrección de Cristo manifiesta su divinidad. El mundo actual espera que los cristianos le den “testimonio de la santidad”. En él se produce la exacta identificación de la divinidad de quien es la causa y gestor de la salvación de una humanidad sin aparente rumbo. Esta afirmación revela una verdad objetiva, no sujeta a los vaivenes de la fragilidad humana. Cristo es Dios. La Resurrección ha manifestado su divinidad, de manera categórica, incluyendo la práctica necesaria de la fe de quienes serán sus testigos.  Es útil releer los textos evangélicos que relatan las diversas apariciones de Jesús resucitado a sus discípulos. Todos aprenden a leer los signos que Jesús les presenta para que lo reconozcan presente y vivo: María Magdalena, los discípulos de Emaús, Pedro y los Apóstoles, afanados en pescar durante toda la noche, sin lograrlo. El mundo actual necesita ser iniciado en la fe, e instruido en la lectura de los signos.+