Conmemoraron el 120° aniversario de la coronación de la Virgen de Andacollo

  • 29 de diciembre, 2021
  • Santiago (Chile) (AICA)
Fieles y peregrinos se congregaron para conmemorar el 120° aniversario de la Coronación canónica de Nuestra Señora del Rosario de Andacollo en el "Santuario de la chinita".

Al alba del domingo 26 de diciembre, miles de los peregrinos acudieron al santuario de la Virgen del Rosario de Andacollo, en la arquidiócesis de la Serena, en el sur de Chile, para participar de la Jornada de Oración que se programó ante la suspensión –a causa de la pandemia- de la tradicional Fiesta Grande.

Tras dos horas de presentación de los bailes religiosos que se dieron cita en la ocasión, tuvo lugar en el frontis del templo parroquial la misa solemne que presidió el arzobispo René Rebolledo Salinas.

Durante la jornada, se conmemoró el 120° aniversario de la Coronación canónica de Nuestra Señora del Rosario de Andacollo, razón por la cual se quiso revivir el acontecimiento. Fue así que la familia Galleguillos Monroy, perteneciente a la comunidad “Nuestra Señora de Lourdes” de Tres Cruces, parroquia de Paihuano, hizo ingreso portando las dos coronas originales que se utilizaron en 1901, por autoridad del papa León XIII y del obispo de aquel entonces, monseñor Florencio Fontecilla.

“Nos sentimos orgullosos y felices. Le pedimos “a la Chinita” que nos mantenga con harta salud y poder seguir adelante, especialmente a quienes se encuentran con alguna enfermedad”, manifestó la familia luego de llevar las coronas hasta el altar.

El rector del santuario andacollino, padre Adam Bartyzol, puso sobre la cabeza de la imagen del Niño Jesús la pequeña corona, indicando que “esperábamos con mucha añoranza este momento tan solemne. Estamos unidos en la oración familiar, agradeciendo a nuestro Salvador por nuestra Madre y por este Belén que se convierte hoy Andacollo, donde Dios se encuentra con mucha pobreza de nosotros, tanto espiritual como material, pero por sobre todo esa gran necesidad que tenemos de recibir un abrazo de Él, su misericordia y perdón”.

En tanto, el arzobispo fue el encargado de coronar la imagen de la Virgen, lo que catalogó como “un acto muy emotivo, contemplándola como Reina y Madre. Tuvimos presente que reinar es servir. Ella está en medio nuestro como su Hijo, sirviendo, ante todo a Él, luego a todos nosotros. Así lo manifestó en el misterio de la Anunciación, también acompañando a su Hijo, desde su concepción y hasta la muerte en cruz. Está cerca también de nosotros, los discípulos de su Hijo, siempre con sentimientos de madre y servidora, intercediendo por todos”.

Durante su homilía, monseñor René Rebolledo destacó que se acudió al Santuario “con corazón agradecido, por el gran misterio de la Navidad que estamos celebrando: La venida del Hijo de Dios al mundo, manifestándonos el amor del Padre y el suyo; abrazándonos a todos y ofreciéndonos en Él plenitud de vida, colmándonos de bondad y misericordia. Dios Padre, su Hijo Jesús y el Espíritu Divino son la fuente del amor, la bondad y la misericordia”.

Prosiguió agradeciendo por el don de la propia vida, tanto al Creador, como a los padres: “pues cada uno de nosotros también fue acogido con amor, aún antes de nacer. El don precioso de nuestra vida lo hemos recibido de Dios. Nuestros queridos padres han sido mediaciones preciosas para colaborar con Dios ofreciéndonos la vida, custodiándonos, dando lo mejor de sí mismos, con sacrificios y desvelos, para que llegáramos a ser lo que hoy somos. ¡Cuánto debemos a nuestros queridos padres, abuelitos y familiares! Por ello, en esta fiesta de la Sagrada Familia los tenemos a todos hoy presentes -vivos y difuntos- con gran gratitud”.

Finalizó invitando a promover el bien que ayude a la estabilidad de las familias: “favorecer la unión, la acogida, la atención recíproca, el amor mutuo, la fidelidad, la entrega y tantos otros valores que nos señalara el Apóstol Pablo en la segunda lectura que hemos escuchado”, enfatizando que la peregrinación de hoy “es una ocasión privilegiada para reanimarnos en la esperanza. Acogiendo su amor de Madre y manifestándole el nuestro -de hijos suyos- volvamos a nuestros hogares llevando la bendición de su Hijo, también la certeza de que Ella intercede por nosotros, especialmente en el desafío de seguir edificando nuestras familias sobre el fundamento del amor, defendiéndolas también de antivalores a los cuales la cultura actual las expone y cimentándolas cada vez más en los valores trascendentes”.+