En la misa de Navidad, Mons. Barba llamó a reconocer la dignidad de cada persona

  • 28 de diciembre, 2021
  • Merlo (San Luis) (AICA)
El obispo de San Luis, monseñor Gabriel Barba, presidió el 24 de diciembre en el Monasterio de Belén, en la ciudad de Merlo, la misa de Navidad.

En vísperas de la Natividad del Señor, el monasterio de Belén, en la ciudad sanluiseña de Merlo, fue el lugar elegido para celebrar la misa, presidida por el obispo de San Luis, monseñor Gabriel Barba.

En su homilía, el obispo retomó una cita de la primera lectura: “El pueblo  que caminaba en las tinieblas vio una gran luz”. Al respecto, reflexionó: “Estas tinieblas sin duda, en primer lugar, nos hablan de las tinieblas de la humanidad que son las tinieblas del pecado, la oscuridad que nos enceguece, la oscuridad que nos paraliza, la oscuridad que no nos permite avanzar con libertad, con dignidad, de pie, que nos hace caer”.

“Pero el pueblo que caminaba en las tinieblas vio una gran luz. De alguna otra manera, de ello son partícipes y testigos los pastores que vigilaban a sus rebaños de noche, y dice San Lucas: ‘La gloria del Señor los envolvió con su luz”.

“Venimos a esta Vigilia también como parte de un pueblo que camina en tinieblas”, reconoció el prelado, y consideró que cada uno tiene sus propias tinieblas.

“Yo sentía que, una vez más, no vengo solo a celebrar esta Vigilia: Traigo la diócesis de San Luis, no vengo solo. Traigo la historia de mi caminada por aquí por San Luis, de pastoreo de esta diócesis. También traigo los diálogos, lo que voy escuchando, los dolores y las heridas… Tantas sombras que me toca ir compartiendo, también las traemos aquí para que sean iluminadas por esta luz de la Vigilia, por esta luz del nacimiento de Belén”, afirmó.

Y refiriéndose nuevamente a las tinieblas, ejemplificó: “Para algunos las tinieblas es el veredicto de una enfermedad. ¡Cuántos me piden oración con dolor, con miedo, con angustia por una enfermedad que se les avecina o que ya está junto a ellos!”

“Para otros es la oscuridad de la pérdida de un hijo, para otros es la oscuridad de un hijo desaparecido… Nunca me puedo acostumbrar a la desaparición de la niña Guadalupe, hay una silla vacía que no debe seguir vacía… ¡Nadie puede perder un hijo! ¿Cómo va a desaparecer un hijo?, eso responde claramente a las tinieblas de nuestra sociedad. Y en estas tinieblas es donde tiene que brillar la luz”.

“Hay tinieblas de injusticia, hay tinieblas de marginalidad, hay tinieblas de pecado, hay tinieblas propias de esta humanidad que nos toca vivir, de esta historia que nos toca vivir, algunas provocadas y otras sufridas, tinieblas al fin…”, enumeró.

“En estas tinieblas es donde nosotros estamos invitados a encontrar la luz que viene a iluminar para levantarnos, pero para poder llegar a eso, hay que aprender a escuchar”, advirtió.

“Los magos de oriente escuchaban a quien los guiaba, José escuchó la voz de Ángel, María escuchó la voz del Ángel, todos para poder llegar a cumplir con la voluntad de Dios tuvieron que escuchar”, recordó. En ese sentido, señaló: “Nosotros también tenemos que aprender a escuchar”.

El Espíritu Santo, afirmó monseñor Barba, “nos va hablando por medio de la historia y por medio de nuestros hermanos de camino, por eso aprender a escuchar, este es el gran pedido que nos está haciendo hoy el papa Francisco”.

“Y este camino de tinieblas, y este camino de escucha, y este camino como el de los pastores, ¿a dónde nos lleva? Hacia un nuevo signo: el signo es  un niño ¿Cuál es el gran signo, cuál es la señal? Un niño recién nacido, envuelto en pañales, acostado en un pesebre”.

“La pequeñez del Niño es la grandeza de Dios”, sostuvo, y citando la homilía de Navidad del Papa, expresó: “La Ternura en persona necesita ser mimada. El Amor infinito tiene un corazón minúsculo que emite ligeros latidos. La Palabra eterna es infante, es decir, incapaz de hablar. El Pan de vida debe ser alimentado. El Creador del mundo no tiene hogar. Hoy todo se invierte. Dios viene al mundo, pequeño. Su  grandeza se ofrece en la pequeñez…”

“¿A qué nos lleva esto?, al Dios escondido, al Dios que está en la pequeñez. Para poder aceptar esto, claramente, tenemos que hacer un acto de fe. No se entiende Belén, no se entiende el nacimiento sin un profundo acto de fe, porque el Todopoderoso, el que nos da toda la seguridad por ser Dios, se hace totalmente débil y escondido en ese Niño que es el gran signo, ahí toda la grandeza y el poderío de Dios, escondida”, reflexionó.

“Esta presencia de Dios en la humanidad, este hacerse carne, este asumir la naturaleza humana oscura y pecadora, es la que nos levanta, es la que hace grande a la naturaleza humana, y ahí también tenemos que hacer un acto de fe para creer, valorar, respetar, cuidar, preservar toda vida humana”, consideró.

“En la pequeñez de cada persona está la dignidad escondida, también ahí tenemos que hacer un acto de fe porque esa dignidad la puso Dios al hacerse hombre”, advirtió, y llamó a reconocer la dignidad de toda persona, a partir de la conversión.

“A Belén se llega a través del despojo. Dios se despojó de sus grandezas, se hizo hombre para que el hombre pueda llegar a Dios. Los invito a que, no solamente los que estamos aquí en esta celebración, sino como diócesis de San Luis nos miremos y nos preguntemos: ¿De qué nos tenemos que despojar? ¿Qué cargas tenemos que no nos permiten estar de pie, que no nos permiten correr al encuentro, que no nos permiten ver al hermano?”.

“¿De qué tenemos que despojarnos para que la sencillez no lleve al gran encuentro con Dios? Sin duda este es un camino de conversión, este es un camino donde debemos escuchar la voz de Dios, estar atentos y seguirla”.

Por eso, pidió a Dios que en esta nueva Navidad que nos regala compartir,” la fuerza de Dios, la gracia y la grandeza de este día manifestada en un Niño envuelto en pañales, lo recibamos, lo aceptemos, entreguemos toda nuestra vida para que sea Él el que habite en nosotros y reconozcamos aquella dignidad que el Niño nos trae, pero también reconozcamos en cada uno de los que están a nuestro lado, la dignidad que Dios les ha regalado, y en este compartir fraterno con nuestros hermanos, construyamos juntos el Reino de Dios”.+