Card. Poli: Que la sinodalidad sea "el modo de ser" de la Iglesia porteña

  • 16 de diciembre, 2021
  • Buenos Aires (AICA)
El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina se refirió en una entrevista al Sínodo Arquidiocesano vivido en la Iglesia particular, su origen, desarrollo, frutos y expectativas.

Al finalizar el Sínodo Arquidiocesano de Buenos Aires, el arzobispo y cardenal primado de la Argentina, Mario Aurelio Poli, brindó una entrevista a Canal Orbe 21, en la que se refirió al “caminar juntos” de la Iglesia local y los desafíos de la arquidiócesis para el tiempo por venir.

En el comienzo de la entrevista, el purpurado porteño fue consultado sobre lo vivido en el camino sinodal en la Iglesia de Buenos Aires, en el marco de los 400 años de la arquidiócesis, y para responder, se refirió a un libro del papa Francisco, “Soñemos juntos”, donde “él manifiesta muchas cosas para renovar el espíritu conciliar en la Iglesia”. Varios papas, recordó el cardenal Poli, "tuvieron ese espíritu”.

En la vida de la Iglesia, los sínodos en las Iglesias particulares y en la Iglesia universal, dieron muchos frutos pastorales y espirituales”, reconoció, “y sobre todo de renovados métodos de evangelización”.

En cuanto al significado de la palabra Sínodo, explicó que quiere decir “caminar juntos, hacer juntos el camino”. Al respecto, aclaró que para los cristianos hay un único camino, que es Cristo: “Él mismo se identificó, al decir ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’”. Por eso, consideró que la palabra tiene un simbolismo muy importante, ya que “la Iglesia hace el camino del mundo y a veces pierde la orientación del camino de Cristo, su Evangelio”.

En ese sentido, afirmó: “Volver a Cristo, hacer el mismo camino, es retomar el camino del Evangelio. Por eso se habla de renovar la evangelización”, que siempre será la misión de los sínodos, destacó.

Los sínodos "nos hacen caer en la cuenta que estamos en tiempos diferentes y que no podemos predicar como en el siglo XI, XVIII o XX”, advirtió.

Retomando el libro “Soñemos juntos”, el purpurado destacó que la intención de renovar el espíritu sinodal de la Iglesia, “no es solamente una idea, sino que se dieron pasos concretos”, porque el Papa “no da puntada sin hilo”, consideró.

Ponerse la camiseta del Sínodo
En octubre de 2015, durante el Sínodo de la Familia, recordó el cardenal Poli, el Papa realizó una conmemoración del documento de San Pablo VI que inauguraba los sínodos episcopales. “El Papa hizo un famoso discurso sobre los Sínodos en la Iglesia, lo que significaba el Sínodo y lo que estábamos haciendo en ese momento, con un tema tan neurálgico como la familia en el mundo”. En referencia a los Sínodos Episcopales, que se hacen en Roma, recordó el arzobispo, el Papa señaló en aquel momento que “tienen su fundamento en los sínodos de las Iglesias locales”.

“En ese momento capté que había un mensaje para los que estábamos ahí, porque lo puso como condición: los Sínodos Episcopales son un eco de lo que se vive en las Iglesias locales”, recordó. A partir de ese momento, y madurando la idea, el purpurado empezó a compartirlo con sus hermanos obispos de Buenos Aires, con el objetivo de responder al llamado del Papa a ser una Iglesia “con una misión capaz de transformarlo todo”. A partir de allí, y con la aprobación de los demás obispos, “empezamos a caminar juntos”, recordó, "con la camiseta del Sínodo”.

"El primer momento tuvo que ver con ir por las parroquias, movimientos, todos los espacios, para hablar sobre el tema, que hasta entonces era desconocido, y a escuchar a las comunidades", relató. “En 2017 saqué una carta pastoral, hubo una misa de inauguración, invocando al Espíritu Santo, si no hay Espíritu Santo no hay Sínodo. En el Apocalipsis, los sínodos ponen a la Iglesia en una capacidad de escucha, de escucharnos entre nosotros, y juntos escuchar qué le dice el Espíritu a la Iglesia de Buenos Aires. Podíamos dialogar mucho entre nosotros pero tenía que haber tiempos de oración para dejar hablar al Espíritu Santo que guía a la Iglesia”, admitió.

“Poquito a poco, esta siembra fue dando sus frutos, porque hubo muchos ecos. Por supuesto también dudas y adversidad en el camino, fuimos dando pasos, y bajo esta perspectiva sinodal se hicieron los encuentros, donde invitábamos no solamente a defender nuestras ideas sino a escuchar al otro”, dando un lugar de comunión.

Pandemia: tiempo de prueba con una mirada de fe
“Dios quiso ponernos un tiempo de prueba, que fue la pandemia”, admitió el cardenal. “Lo que pensábamos terminar en 2020, que se cumplían los 400 años, no pudo ser. Entendimos, con una mirada de fe, que fue un signo del Cielo, sobre todo porque la pandemia nos unió a todos en el mismo mal, entonces no solamente pensar en cada uno, sino pensar qué puede hacer por los demás”.

“Tomamos una parte de la oración del sínodo para vivir ese año, el año pasado: ‘Queremos ser misioneros misericordiosos, y aprender a detenernos ante toda miseria humana’. Entonces, la Iglesia de Buenos Aires se detuvo en la caridad, junto con muchas instituciones”, para paliar las dificultades del aislamiento, señaló.

“Se vivió el Sínodo bajo esta perspectiva. Los resultados fueron que todo se interpretó como un camino sinodal, un camino de caridad, de amor. Eso llevó a que cuando se elaboró el documento de trabajo, la primera mirada fue sobre el amor, sobre la caridad, sobre la diaconía, el servicio", expresó.

"Recogimos esa experiencia como una experiencia espontánea, porque la Iglesia reaccionó junto con toda la comunidad solidaria, que tiene mucha fuerza entre los porteños, y fue un tiempo de mucho aprendizaje y de muchos frutos, de profundidad”, consideró. En ese sentido, afirmó que “la solidaridad es el camino”.

El año 2020, describió el cardenal, fue un año sinodal “con sus frutos ocultos”, en el que hubo que “acordarse de otra cosa”, y lo más importante fue “bajar a las manos y hacerse cargo de la realidad que vivíamos”.

Las consultas: verdades que asumir
Luego, cuando las medidas sanitarias lo permitieron, “empezamos a abrir camino para las sesiones de la Asamblea Sinodal. Soplamos el rescoldo, se hizo fueguito de vuelta, y nos propusimos algunas etapas que fuimos cumpliendo, gracias a Dios, y llegamos a los meses de septiembre, octubre y noviembre, donde pudimos hacer la Asamblea Sinodal, repartida en seis sesiones”, relató. 

Previo a la Asamblea, destacó el arzobispo, se hicieron dos consultas importantes: “Una a las instituciones católicas, y otra más bien a las periferias –como le gusta decir al Papa- a los cristianos, y hombres y mujeres de buena voluntad que querían opinar sobre la Iglesia. Y por supuesto opinaron de todo”, observó.

"Y anotamos todo lo que pudimos, las buenas y las malas, los elogios y las críticas, y todo servía para tomar conciencia dónde estamos parados en la Iglesia. La Iglesia tiene en su rostro institucional las debilidades de los hombres que la estamos dirigiendo, entonces conviene que alguien nos diga algo que no sea un elogio, para caer en la cuenta, porque si no, no cambiamos”, aseguró. “Algunas cosas nos golpearon seriamente, porque son verdades que hay que asumir”, admitió.

El documento de trabajo
“Esas consultas fueron a un grupo de trabajo de peritos, de teólogos y pastoralistas, que en etapas nos fueron devolviendo algunos documentos, pero el documento más importante fue el documento de trabajo para las Asambleas Sinodales”. En ese documento se propuso un ícono, que fue el de la Visitación de la Virgen”, destacó. 

“Esa visita es lo que nosotros queremos ser como Iglesia de Buenos Aires, porque fue el anuncio, y llevaba un kerygma, una buena noticia, la buena noticia era Jesús mismo. En ese momento la Virgen se convirtió en una nueva Arca de la Alianza”, afirmó.

“Allí se desarrolló el espíritu para renovar el anuncio en Buenos Aires. Es un primer capítulo muy importante, porque esa Visita va a iluminar los momentos bíblicos de los siguientes capítulos, que también recogieron lo que la Iglesia de Buenos Aires quiere como imagen y como perspectiva de evangelización: En primer lugar el servicio y el amor al prójimo, que tiene que traducirse y bajar a las manos en las cosas más necesarias, no sólo lo que hace Cáritas, sino lo que hace cada bautizado, así que renovó este espíritu solidario, trazando puentes entre las distintas clases sociales de Buenos Aires, nosotros no sólo no aceptamos que haya una grieta, sino que hay que pensar qué hacemos al respecto, y el Evangelio tiene una respuesta: son los puentes solidarios”.

"Después vienen los capítulos sobre la celebración de la fe, los sacramentos, el culto, la vida espiritual, la catequesis, y también la comunión, lo más importante es esto. El concilio vaticano II, con esta palabra quiso decirnos muchas cosas: los cristianos podemos opinar sobre temas diversos, pero en las cosas esenciales tenemos que lograr la unidad y siempre mantener la caridad. Todo eso se expresa con la palabra comunión", aseguró.

"El amor lo supera todo, la caridad es la virtud que nos deja entrar en círculos virtuosos, que es el comienzo de la convivencia, de la tolerancia, de respetar al otro, porque todos estamos pisando la Casa Común", sostuvo el purpurado. 

"Esos grandes temas se desarrollaron en el sínodo con mucha participación, estoy muy contento por haber escuchado a los laicos tan preparados, también por representar a sus grupos. Hubo mucha participación en grupos mínimos, luego grupos de cerca de 30 y luego las asambleas, donde hubo ponencias en las que todos tuvieron oportunidad de participar, y hubo muchas propuestas que las tenemos como un tesoro para pensar en el futuro de la Iglesia de Buenos Aires", enfatizó.

Que las conclusiones no queden en letra muerta
El reglamento de la Asamblea, señaló el cardenal Poli, estuvo preparado para que nadie quedara afuera. "Ese reglamento prevé un foro postsinodal, con representantes de la Asamblea que son elegidos como custodios, responsables de que las conclusiones del Sínodo no queden en letra muerta", detalló.

“Una riqueza del Sínodo fue que, escuchando, creció la conciencia eclesial de cuánta riqueza tiene la Iglesia de Buenos Aires, que hasta entonces no teníamos conocimiento”, advirtió el pastor de Buenos Aires. “Nos dio un panorama amplio y muy lindo, y nos invita a asumir ese camino”, consideró.

“Yo me imagino así, asumiendo en la medida del tiempo y sin prisa pero sin pausa, sin desconocer lo del Sínodo, poco a poco ser fieles a esto, y en los próximos años, en la Iglesia de Buenos Aires, la sinodalidad sea el modo de ser”, anheló.

"No dejemos que nos roben la esperanza"
Para finalizar, el cardenal dio un mensaje a la comunidad en este tiempo de espera hacia la Navidad: “Voy a empezar con una frase del catecismo. En primer lugar, Navidad es Jesús, sin Jesús no hay Navidad. Este Dios que mandó a su hijo, que quiso que se haga igual a nosotros, asumió nuestra condición humana, nació en un pesebre, le cambiaron los pañales. Todo eso está en la Biblia. Él se hizo en todo igual a nosotros, menos en el pecado, dice el Catecismo. Pero compartió todo: el trabajo en el taller de José, el carpintero; conoció y practicó durante muchos años el oficio de su padre, hasta que llegada la edad adulta, Él tenía una misión de su Padre Dios, que era la de ser Salvador del mundo. Era el Mesías que debía venir”. 

“Jesús rompió todos los esquemas. Los judíos esperaban un poderoso mesías y sin embargo viene alguien que su misión la va a cumplir en la cruz, dando la vida por los demás. En su Evangelio hay muchas frases lindas, algunas que nos pegan fuerte, como esta de ‘No hay mayor amor que dar la vida por los amigos’”, citó.

“Y la palabra que nos gusta mucho del Catecismo es la virtud de la esperanza. El catecismo dice que la esperanza es la virtud o el anhelo que Dios pone en el corazón de todo hombre y toda mujer en este mundo para ser feliz. La esperanza no es propiedad de la Iglesia, ni del cristianismo, ni de los religiosos, es de todo el mundo. Y una de las cosas lindas de la esperanza es que no tiene techo, sobre todo cuando hay muchas dificultades en la vida, como tenemos los argentinos en este momento, donde los demás ven fracasos, por la virtud de la esperanza nosotros vemos posibilidades, y eso es Jesús. Así que muy Feliz Navidad para todos y no dejemos que nos roben la esperanza”, concluyó.+