Mons. Ojea: "Si no escuchamos el grito del pobre es imposible la conversión"

  • 5 de diciembre, 2021
  • San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
El obispo expresó su esperanza de que el mundo pueda, en este momento "oscuro", escuchar el grito del profeta, el grito del pobre y el grito del corazón para "abrirnos a la venida de Jesús".

El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, señaló en su reflexión dominical que “la forma más tremenda de pobreza y soledad en la Biblia, en el Antiguo Testamento, es el destierro".

"En el destierro el hombre está sin patria, sin lengua materna, extraño a todo, sin casa, sin seguridad, sin hogar, a la intemperie", describió, e indicó que en las lecturas de este domingo, segundo de Adviento, "Baruc le habla a los desterrados, a los que están sufriendo esta soledad tremenda de estar desamparados frente al mundo. Y Juan Bautista, en el desierto, que es el lugar del destierro absoluto, es el lugar del desamparo; a ese profundo desamparo del destierro, viene el grito, el grito del profeta, el grito de Juan Bautista, que clama por la conversión".

El prelado sanisidrense aseguró que “este es el primer grito que debemos escuchar en Adviento" y recordó que "convertirse no es solamente arrepentirnos de nuestros pecados sino reorientar nuestra vida, reencauzarla, tomar un rumbo nuevo y animarnos de verdad a hacerlo aún en medio de esta enorme dificultad que es el destierro, el estar sin referencia, que es el estado más solo, agudamente solo, de la persona humana”.

“Para poder convertirse de verdad, y la Iglesia está empeñada en esta conversión pastoral y misionera, para poder vivir una evangelización nueva, una misión nueva, para poder convertirnos de verdad es necesario escuchar otro grito, es el grito del pobre", sostuvo.

El obispo afirmó que "en esto la liturgia del Adviento nos ayuda: 'Tú que vienes a nosotros en cada pobre y enfermo, en cada hermano necesitado, en cada familia sin vivienda'" y enfatizó: "Si no escuchamos el grito del pobre es imposible la conversión”.

“El tercer grito es el grito de nuestro corazón, que de alguna manera está desterrado, que sabe que se ha hundido en los valles del egoísmo y en las colinas de la soberbia, como dice la misma invitación: 'allanar caminos' de Juan Bautista. Ese es el grito de nuestro corazón que sabe que tenemos que abrirnos al encuentro con Jesús, que planifica nuestra vida; hemos vivido cosas tan difíciles tan duras, necesitamos tanto la venida del Señor, pero la 'venida' se prepara, es un encuentro de dos”, puntualizó.

Monseñor Ojea expresó su esperanza de que "desde la soledad más profunda en la que se encuentra gran parte del mundo, en este momento oscuro de la historia de la humanidad, nosotros podamos escuchar el grito: el grito del profeta, el grito del pobre y el grito de nuestro corazón para poder sintonizar con la realidad y abrirnos a la venida de Jesús”.+