Mons. Canecín: "Jesús al elegir hacerse pobre quiso dejarnos un sacramento"

  • 18 de noviembre, 2021
  • Goya (Corrientes) (AICA)
Con motivo de la V Jornada Mundial de los Pobres celebrada este domingo 14 de noviembre, monseñor Canecín exhortó a "no esperar más, y organizar la esperanza".

En ocasión de la V Jornada Mundial de los Pobres que se celebró el domingo 14 de noviembre, el obispo de Goya, monseñor Adolfo Canecin, pidió “salir al encuentro de sus necesidades que son graves y urgentes”. En ese sentido, invitó a “transmitir una mirada de esperanza en el mundo porque en ellos está Jesús”.

Este año la jornada se celebró con el lema “A los pobres los tienen siempre con ustedes”, tomado del Evangelio de San Marcos. El papa Francisco señaló que estas palabras son pronunciadas por Jesús en el contexto de una comida en Betania, en casa de un tal Simón, llamado “el leproso”, unos días antes de la Pascua.

En este contexto, monseñor Canecin invitó a “dirigir la mirada a Jesucristo porque Él es el pobre por antonomasia” y agregó: “Él siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, no consideró la igualdad que tenía para con Dios, sino que se anonadó, se abajó, humilló y se hizo semejante a cada ser humano, excepto en el pecado”.

Además, el prelado resaltó que “Jesús, al elegir hacerse pobre, quiso dejarnos un sacramento” y “se identificó con cada pobre”. Por eso, planteó que “cada ser humano es como un sacramento de Cristo y, en particular, el pobre, humilde, sencillo, descartable para el sistema”. 

Con relación a esto, confió una anécdota personal que le emocionó. “Una vez se me acercó una persona que yo había visitado varias veces cuando estuvo preso y me dijo: ‘Gracias, porque estuve preso y viniste a visitarme’”. 

Con esto, añadió: “El Señor se quiso identificar con cada ser humano; el pobre es sacramento de Cristo”. Al mismo tiempo, reiteró que “si nosotros queremos encontrarnos con Jesús, lo podemos encontrar en la Biblia, en su Palabra, en el Santísimo o en los sacramentos y en la liturgia, que es el mismo que está en cada ser humano pobre”.

En esta línea, subrayó que los pobres son incontables e innumerables en la tierra y que “fruto de esta pandemia del coronavirus se acrecentó el mundo de los pobres”. Por tal motivo, pidió “ver cómo a nivel personal, comunitario o eclesial podemos organizar la esperanza para salir al encuentro”.

Monseñor Canecin hizo propia una frase que repetía un obispo cercano a los pobres, don Tonino Bello: “No podemos limitarnos a esperar, tenemos que organizar la esperanza”.

Exhortó a no quedarse en el “dar limosna” porque “cuando hay beneficencia hay un benefactor que se pone en un lugar superior y un beneficiado que es el que recibe, por eso, tenemos que elegir compartir y no quedarnos en la beneficencia”.

Hacia el final, animó a que “seamos capaces de cambiar tanta contaminación, que se da con la indiferencia, el descarte y la discriminación, para que se transforme lo contaminado en aire puro”, y planteó que es “urgente comprender a los pobres en el lugar de la historia y de la Iglesia, partiendo de Cristo, que se trasunta en toda realidad de pobreza, a tal punto, que puedo vestir a Cristo al vestir al desnudo, alimentar a Cristo al compartir la comida con el que tiene hambre, visitar a Cristo cuando visito al que está enfermo o preso”.

Por último, resaltó una enseñanza de san Juan de la Cruz: “En el atardecer de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor” y concluyó: “Que el Señor nos regale la gracia de poder pensar la etapa del tiempo que vivimos sin miedos ni angustias porque caminamos hacia la plenitud”.+