Mons. Castagna: La acción invisible del Espíritu Santo

  • 24 de septiembre, 2021
  • Corrientes (AICA)
"La fe, como acceso a la sabiduría, está precedida por la práctica de la humildad. Sin la humildad -base de la conversión- la fe se mostrará frágil, sin capacidad para un adecuado desarrollo", afirmó.

El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, recordó que “el Espíritu Santo ha sido enviado a la Iglesia y al mundo, en virtud de la Resurrección de Cristo”.

“La rectitud de conciencia, la honestidad y la solidaridad, son generadas por la acción invisible y oculta del mismo Espíritu. Es un hecho que no depende de la inventiva humana”, subrayó en su sugerencia para la homilía dominical.

El prelado sostuvo que “la fe, como acceso a la sabiduría, está precedida por la práctica de la humildad”.

“Sin humildad - base de la conversión - la fe se mostrará frágil, sin capacidad para un adecuado desarrollo”, agregó.

Por lo mismo, explicó, no logrará la madurez de la santidad de Jesús, que debiera - y debe - ser adoptada como meta de toda perfección humana”.

Texto de la sugerencia
1. Primero Dios. Jesús mantiene un lenguaje práctico, sin términos inasibles y abstractos. No deja resquicio alguno para una indebida comprensión de su enseñanza. Su intención es orientar la obediencia de sus discípulos al cumplimiento de la voluntad del Padre, siendo Él mismo su modelo perfecto. Antes de incurrir en pecado es preferible perder la vida. Lo expresa, de manera desencarnada, con imágenes de impresionante realismo: “Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con las dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible” (Marcos 9, 43). Del mismo modo se refiere a los otros miembros del cuerpo humano. Es más importante la fidelidad a Dios que la conservación de una salud biológica efímera, si se la confronta con la Vida eterna. El contexto de las enseñanzas de Jesús revela el sentido íntegro, alcanzado por sus gestos y palabras. Su aplicación literal, sin esa inspiración, puede tergiversar la verdad y promover un comportamiento incorrecto. 

2. La escala de valores. A simple vista, y con una mente no contaminada ideológicamente, concluimos que las inconductas personales y sociales - que nos afligen - provienen de la ausencia o subversión de valores. Cada persona posee su propia escala, que a veces dista, con mayor o menor similitud, de la adoptada por otras personas. La seriedad de un pensamiento coherente y, mejor aún, la fe religiosa vivida a conciencia, favorecen el debido escalonamiento de los valores. Las personas virtuosas se atienen a una escala inspirada en sus convicciones religiosas o filosóficas. Es la que Jesús aplica en una respuesta directa a Marta de Betania: “Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada” (Lucas 10, 41-42). Si Dios no lidera nuestra escala de valores, andaremos a los tumbos, sin atinar con el camino a la verdad, que califique moral o éticamente nuestro comportamiento.

3. Los movimientos silenciosos del Espíritu. La exclusión de valores morales y éticos está denunciada, con acentuado énfasis, por algunos políticos, periodistas, sociólogos y ministros religiosos. Pero, en simultáneo, se producen algunos anti testimonios que desaniman a quienes reclaman orden y una justicia bien administrada. A la inseguridad se la reprime con cárcel pero, se la soluciona únicamente con la práctica de los valores mencionados. Sin ella la represión no alcanza, al contrario, puede actuar de incentivo para nuevos y reiterados delitos. Los auténticos valores deben atravesar las instituciones educativas y los instrumentos de formación de la conciencia popular: vgr: el arte y los medios de comunicación. El Evangelio forma al verdadero “hombre nuevo”, cuyo modelo es Cristo. Existen aproximaciones al ideal cristiano, no identificadas siempre con el Credo que recitamos en la Liturgia dominical. Desde nuestra fe en la presencia del Espíritu de Pentecostés, arribamos a la convicción de que los valores humanos no son ajenos a la acción constante de ese Espíritu. Es cualidad de la evangelización identificar los movimientos silenciosos del Espíritu, en otras personas, no comprometidas necesariamente con la Iglesia Católica u otras confesiones religiosas.

4. La acción invisible del Espíritu Santo. El Espíritu Santo ha sido enviado a la Iglesia y al mundo, en virtud de la Resurrección de Cristo. La rectitud de conciencia, la honestidad y la solidaridad, son generadas por la acción invisible y oculta del mismo Espíritu. Es un hecho que no depende de la inventiva humana. La fe, como acceso a la sabiduría, está precedida por la práctica de la humildad. Sin humildad -base de la conversión- la fe se mostrará frágil, sin capacidad para un adecuado desarrollo. Por lo mismo, no logrará la madurez de la santidad de Jesús, que debiera -y debe- ser adoptada como meta de toda perfección humana.+