La diócesis de San Justo dio su último adiós a la hermana Clementina

  • 16 de septiembre, 2021
  • San Justo (Buenos Aires) (AICA)
La diócesis de San Justo despidió a la hermana Clementina Sacks OP, dominica del Santo Rosario, fallecida el domingo pasado a sus 92 años. La misa exequial estuvo presidida por Mons. García.

Con una misa presidida por el obispo de San Justo, monseñor Eduardo García, la diócesis dio su último adiós a la hermana Clementina Sacks OP, dominica del Santo Rosario, fallecida el domingo a sus 92 años. Llevaba adelante el colegio Santa Rosa de Lima, de San Justo.

En su homilía, el obispo reconoció que el fallecimiento de la religiosa fue uno de esos días “que pensamos que nunca van a pasar, donde se mezclan los sentimientos y uno tiene una revolución interior”.

“Por un lado, el dolor humano, el dolor que brota del cariño. Por otro lado la fe, que trata de alcanzar el dolor, que trata tocarlo, pero, mientras el dolor está, la fe queda ahí, esperando el momento de iluminar”, identificó. 

“Aunque sabemos que en este momento Clementina está en el abrazo del Padre. Pero humanamente, todavía no nos alcanza, porque el cariño es así, pelea muchas veces con la fe. También sabemos que la fe en estos momentos va teniendo la última palabra cuando ya el cariño se cansa de pelear”.

“Hablar de Clementina está por demás, porque ya su vida habló. Su vida, sencilla, silenciosa, pero con la fuerza de los cimientos que no se ven, que no hacen alarde de que están, pero que sin embargo, son los necesarios y los fuertes para que la construcción sea verdadera, no se derrumbe”.

“Y ella es de las mujeres de Dios cimiento, están ahí, sosteniendo, están ahí, dando lugar para que la construcción crezca, están ahí para hacer referencia cierta e inamovibles, pero con la fuerza de los que sostienen”, valoró.

Asimismo, consideró que no se puede hablar del camino de la diócesis “sin hablar de este cimiento que es Clementina, no que fue, que es. Porque los cimientos aunque no se vean están, aunque no brillen están, y estarán siempre porque harán que todo lo que se haga sea verdadero y sea sólido”.

El prelado destacó además el amor de Clementina por los chicos, por el colegio, “siempre con el pequeño detalle, sin mostrarse, de costadito, sin que los demás se den cuenta, sin que nadie lo note, pero ahí estaba”. 

“Es el momento de la despedida, se fue silenciosamente como vivió silenciosamente, como leí en estos días: Trabajó toda su vida y murió sin dar trabajo, porque lo que menos quería Clementina era dar trabajo, al contrario, solucionar la vida a los demás, hacer que la vida de los demás fuera mejor, más linda, porque han de descubrir esta alegría serena del Amor de Dios”.

“Y se fue en este momento grande de su vida, también entregando su último suspiro antes que la vida injusta le arranque como un zarpazo lo que ella había construido con tanto amor. Dios le regaló esa gracia, la gracia de poder entregar también su corazón y su vida y no experimentar que la vida le arrancara lo que ella tanto amaba”, expresó.

“Es un día de Acción de Gracias, aunque parezca difícil en medio de tanto dolor. Gracias porque Dios nos mostró su rostro y su ternura a través de Clementina. Día de acción de gracias porque Dios pasó por esta diócesis con sus pasos ligeritos en los pasos de Clementina, pero firme. Dios pasó por la vida de tantas generaciones de San Justo, del colegio Santa Rosa donde estuvo desde su mirada. Dios pasó y sigue pasando”, aseguró.

“Démosle gracias a Clementina por habernos mostrado tanto el amor de Dios y a pesar de que la estamos despidiendo poder darle gracias a Dios porque en su vida, en su amor y en su Cruz nos mostró la presencia de este amor que no defrauda, nos mostró esta presencia del poder de Dios que a diferencia del poder humano no se impone sino que simplemente se muestra y acaricia el corazón de los hombres allí donde está. Y Dios, a través de Clementina acarició el corazón de cada uno de nosotros”, sostuvo. 

Biografía de la hermana Clementina
Clementina Sacks nació en Colonia Moreno, Entre Ríos, el 20 de noviembre de 1929 en el seno de una familia de inmigrantes alemanes, numerosa y muy católica. En ella recibió las primeras lecciones de catequesis y de amor hogareño. Siempre rezaban todos juntos el rosario.

Aprendió primero a hablar alemán y luego, en el colegio, castellano.

Ella quería ser santa y esto la motivó a acercarse más al Señor a través de la vida religiosa. A los 16 años viajó a Buenos Aires para realizar el postulantado, luego el noviciado y profesó un año después.

A sus 22 años realizó los votos perpetuos, su profesión solemne.

Se desempeñó como docente y luego secretaria. Al destacarse en ella cualidades organizativas ya desde muy jovencita, la destinaron como priora de una Comunidad la cual estaba muy venida a bajo. Ella se desvelaba y preocupaba hasta las lágrimas por ver mejorar esa escuela, pero le costaba conseguir recursos. Organizó eventos, rifas y kermeses para juntar fondos.

Así fue derramando toda su vida de comunidad en comunidad, pasando por los colegios de San José, en Mendoza; Nuestra Señora del Milagro y Guardia de Honor, en la ciudad de Buenos Aires; Cristo Rey de Morteros, en Córdoba, zona rural por aquel entonces; y Santa Rosa de Lima, en San Justo.

Por donde pasaba siempre dejaba mejoras, cambios en la infraestructura edilicia y también en el corazón de los que estaban a su lado.

En San Justo fue donde más tiempo estuvo, 47 años en total, en diferentes etapas. La última desde 1987.

Actualmente era ecónoma general de la Congregación, representante legal del Colegio Santa Rosa de Lima, miembro de la Jurec, pero también arquitecta incansable y por sobre todo madre del corazón de los sacerdotes de la diócesis y abuela de todos los alumnos del colegio.

Mujer de fe, incansable trabajadora, detallista, preocupada siempre por brindar lo mejor.

A meses de cumplir sus 92 años, el Señor la llamó a su presencia. ¡La comunidad la despide feliz por el significativo legado que dejó! +