Mons. Han Lim Moon: "Los tapones los llevamos en el corazón"

  • 8 de septiembre, 2021
  • Venado Tuerto (Santa Fe)
El obispo coadjutor de Venado Tuerto invitó a "abirnos" de corazón, con la escucha a los hermanos y a Dios, a través del sacramento del perdón.

Monseñor Han Lim Moon, obispo coadjutor de Venado Tuerto, advirtió en su homilía de este domingo 23° durante el año que lo que pasó hace 20 siglos “tiene mucho que ver con nosotros porque no hay peor sordo que el que no quiere escuchar”. En ese sentido, explicó que solo “escuchamos con atención si se trata de un tema que nos interesa” y opinó que “lo peor de todo es que uno se cree que no es sordo”. 

En cuanto a esto, el obispo mencionó la escena del Evangelio con respecto al sordomudo: “Jesús lo llevó aparte, le puso el dedo en la oreja, en la lengua y después suspiró. Ese suspiro es la expresión del dolor por el estado miserable en el que se encontraba ese enfermo”, observó.

“Después de ese suspiro Él le dice ‘ábrete’. No le dice que abra el oído, sino toda su persona. ¿Hacia quién? Hacia Dios, para escuchar su Palabra, y hacia los hermanos”, espetó.

Con relación a esto, dio el ejemplo de un bebé que padece sordera y los padres aún no lo saben. “El bebé no oía, y muchas veces el amor de los papás pasaba por la voz, y la voz de amor no le llegaba. Y los papás le daban indicaciones para orientarlo, pero no entendía. Es decir que el chico estaba expuesto al peligro”, subrayó.

“Si nosotros no escuchamos la Palabra de Dios Padre que nos ama, nos da orientación, nos ilumina en los pasos y nos anima a practicar las buenas obras, estamos perdidos", argumentó.

En tanto, reparó en que “los tapones no son los que llevamos en el oído, sino los que llevamos en el corazón” y, entre estos enumeró el egoísmo, la indiferencia, el orgullo, la soberbia y el resentimiento.

“Jesús necesitaba poner la mano, el dedo en la oreja, y el dedo en la lengua por la dureza del corazón. Nosotros ya hemos sido tocados por el señor, en el momento del bautismo. En ese momento hacemos lo mismo que aparece en el Evangelio de hoy”, explicó.

Por último, recordó que “muchas veces hay que destaparnos de vuelta” y propuso “dialogar con atención con los que conviven con nosotros, amigos y conocidos”. Y reafirmó el valor del sacramento de la reconciliación: “La confesión nos sana, remueve el obstáculo interior principal y, de esta manera, nos permite comunicarnos con Él y con los hermanos, y esa comunicación correcta nos lleva a la comunión plena”, concluyó.+