Mientras en Europa se fabrican en serie ornamentos litúrgicos, esta "industria" no es rentable en la Argentina. Se deduce del hecho que aquí las casas que se dedican a esta actividad son pocas, y las que ofrecen ornamentos lo hacen como un agregado a la oferta principal de artículos de arte religioso, vasos sagrados y otros elementos para el culto. Los ornamentos son generalmente importados. Algunas confeccionan ropa para uso de eclesiásticos, como hábitos, sotanas, camisas, clergyman, etc. Pero hay una empresa que se dedica al diseño y confección de ornamentos litúrgicos, no de manera industrial como en Europa, sino en forma artesanal. Se llama "De Guadalupe" y está en el barrio porteño de Almagro (Belgrano 3914). Su gerente, Guido Lescano, dijo a AICA que la casa no compra ornamentos hechos sino que los hace en sus propios talleres y con materiales nacionales.
Es sabido que los eclesiásticos de la primitiva Iglesia, obispos o simples clérigos, vestían el mismo traje que los seglares de la buena sociedad, y esa misma vestimenta usaban unos y otros para oficiar en el templo y en el altar. Más aún: las vestiduras que luego serían específicas del culto, provinieron de los laicos. Su transformación sacra se debió al estudio y meditación de la Biblia, y a un afán noble de relacionarlas con el misterio cristiano. Así nació el simbolismo medieval de las vestiduras y ornamentos, considerándolos como insignias del culto divino. La bendición de la Iglesia a vestiduras y ornamentos marcó su destino cultual.
El vestido común para todos los ministros, de cualquier grado, en las celebraciones litúrgicas, es el alba, una vestidura larga de tela blanca. Mientras que el vestido propio del sacerdote que celebra la Misa y en otras acciones relacionadas directamente con ella es, además del alba, la casulla y la estola. La casulla es el ornamento litúrgico más rico y el característico de la Misa, y eminentemente sacerdotal. La estola es el signo de la dignidad sacerdotal.
En el siglo IX, al quedar definitivamente prescripto el "uniforme litúrgico", se le fijó también el color y a cada uno de los colores se le señaló también un significado, teniendo en cuenta las leyes del simbolismo que regían en la policromía medieval.
Desde el papa Inocencio III (1198-1216) quedaron como oficiales, para la liturgia, los colores blanco, encarnado o rojo, verde, morado o violeta, y el negro. Posteriormente se añadieron el rosa y el celeste para contados días del año. El mismo Inocencio III estableció normas precisas para su uso, y sobre su simbolismo. El Concilio Vaticano II los confirmó, pero dejó "a las Conferencias Episcopales en libertad para estudiar y proponer a la Sede Apostólica las adaptaciones que mejor respondan a las necesidades y modos de ser de los pueblos".
Dónde se "fabrican" los ornamentos litúrgicos
Mientras en Europa hay casas que fabrican en serie ornamentos litúrgicos, esta "industria" no es muy rentable en la Argentina. Se deduce del hecho que aquí las casas que se dedican a esta actividad son escasas. Una rápida investigación revela que en Buenos Aires y alrededores no llegan a diez, aunque en la mayoría de los casos se trata de establecimientos que ofrecen principalmente artículos de arte religioso, vasos sagrados y otros elementos para el culto, y a ello agregan la oferta de ornamentos litúrgicos, generalmente importados.
Entre éstas algunas se especializan en el rubro sastrería eclesiástica, confeccionando ropa para uso de eclesiásticos, como hábitos, sotanas, camisas, clergyman, etc., como la antigua Casa Costoya, la Casa "Meilan", la sastrería José González, la de Marta Risiglione, el atelier litúrgico "Nuestra Señora del Carmen", la sastrería Franco, algunas ya desaparecidas. Pero no confeccionan ornamentos litúrgicos como casullas, capas pluviales, estolas, en los colores litúrgicos para los distintos tiempos del año litúrgico.
No podemos dejar de mencionar a las hermanas Pías Discípulas del Divino Maestro con sus Centros de Apostolado Litúrgico en Buenos Aires, Córdoba y Mar del Plata.
Bajo el manto de la Virgen de Guadalupe
En este "gremio" de oferentes de ropa para eclesiásticos y elementos para el culto, AICA detectó una casa que funciona como una empresa que se dedica al diseño y confección de ornamentos litúrgicos, aunque no de manera industrial o en serie, como en Europa, sino en forma artesanal, es decir que cada artículo es único, ya sea por su diseño, material o realización.
Se trata de la empresa "De Guadalupe" instalada en pleno barrio porteño de Almagro (avenida Belgrano 3914) cuyo gerente de administración, Guido Lescano, declaró a AICA que la casa "no compra ornamentos ya realizados, todo se hace a medida en nuestros talleres. Los materiales que usamos son, en general, de origen nacional y fabricados especialmente para nosotros, lo que nos permite ofrecer los ornamentos a un costo menor que los importados".
"Atendemos nada más que por la tarde, de 14 a 18, previa cita telefónica", nos explicó, sin mayor afán comercial, el señor Lescano, y gentilmente ofreció, para quienes deseen comunicarse, los números telefónicos: (011) 3535-2162 (atiende sólo de 10 a 16); y celular: (011) 15.6747-3969; correo electrónico:
deguadalupe@sastreriadebuenosaires.com ; página en internet:
www.deguadalupe.com.ar+