Falleció Antonio Petta, imprentero de buenos libros
- 15 de julio, 2021
- Buenos Aires (AICA)
Antonio Petta murió en Buenos Aires el pasado lunes 5 de julio, a los 84 años, tras varias décadas dedicadas a la impresión de libros católicos y otras publicaciones de interés religioso.
El lunes 5 de julio, a los 84 años de edad y tras varias décadas dedicadas a la impresión de libros y publicaciones católicas, falleció en Buenos Aires Antonio Petta.
El sábado 17 de julio, a las 15, sus cenizas serán depositadas en el cinerario de la parroquia Santa Rosa de Lima, avenida Belgrano y Pasco, del barrio porteño de Balvanera, de la que Petta fue feligrés durante muchos años.
El domingo 18, a las 11.30, monseñor Joaquín Mariano Sucunza , obispo auxiliar de Buenos Aires, presidirá en la catedral de Buenos Aires una misa en la que se pedirá por el eterno descanso del alma de quien fuera ministro extraordinario de la Comunión en el templo catedralicio.
Una vida de fe y devoción
Antonio Petta nació en Amendolara, provincia de Cosenza, Italia, el 24 de septiembre de 1936. A los 12 años, ingresó al Seminario de Rossano donde, tras consagrarse a la Virgen María, adoptó el nombre de Antonio María.
Dos años después egresó del seminario y junto con su madre y dos hermanos el 19 de enero de 1950 viajó a la Argentina donde los esperaba su padre que tras la dura experiencia de la Segunda Guerra Mundial vino a buscar nuevos horizontes para él y su familia.
En 1962 contrajo matrimonio con María Isabel Rinaldi, con la que tuvo dos hijos: Claudio y Andrea, quienes le dieron cinco nietos.
A lo largo de su vida, Petta participó en el apostolado y actividades de varias parroquias de la arquidiócesis de Buenos Aires.
A los 17 años estuvo en la parroquia Santa Amelia, donde comenzó su militancia en la Acción Católica Argentina y colaboró en distintas áreas e instituciones, entre otras, fue tesorero del Consejo de Administración parroquial.
En Santa Rosa de Lima actuó en grupos de matrimonios, en el equipo de liturgia y en la economía parroquial. Organizó durante varios años la peregrinación al santuario de Luján y colaboró por tres años en la búsqueda de fondos -mediante la organización de kermeses, rifas y peñas- para la adquisición de una propiedad cercana al templo donde dar catequesis de preparación a los sacramentos, y efectuó otras actividades que el barrio necesitaba. En el lugar se construyó la hoy parroquia María Madre del Redentor, México 2745.
Petta también formó parte por largo tiempo de la comunidad de la parroquia San Cristóbal (avenida Jujuy 1251), en el barrio del mismo nombre, y en la catedral porteña fue ministro extraordinario de la Comunión en la misa dominical de las 18, servicio al que consideraba “una enorme gracia de Dios”.
Imprentero de buenos libros
Petta comenzó a trabajar en una imprenta apenas llegó al país. A los 40 años consiguió tener su propia gráfica junto con su hijo (Alba Impresores SRL), en la que editó libros, revistas, estampas y materiales diversos de interés religioso.
Particularmente la agencia AICA imprimió allí varias ediciones de su Guía Eclesiástica Argentina y, desde hace una veintena de años, se imprime el boletín semanal AICA que se distribuye vía postal a suscriptores del país.
Sus devociones
Fue muy devoto de San Pío de Pietrelcina, devoción que promovió un grupo de oración en la parroquia San Cristóbal, comprometiéndose, además, a donar de por vida las estampas con la corona al Sagrado Corazón de Jesús.
Se relacionó con Pío Pompillo, ahijado del Padre Pío, con quien pudo tener intensos diálogos sobre la vida del santo y logró ser un fervoroso devoto.
Mediante la entrega de las estampas del Sagrado Corazón conoció en Lanús a una señora que revelaba visiones de la Santísima Virgen bajo la advocación de Santa María del Espíritu Santo, devoción mariana que difundió con gran entusiasmo. Todos los 7 de mes participaba del rezo del Rosario y de la misa en la plaza Auyero, en Lanús Este.
En 1999 ingresó, junto con su esposa, al Cenáculo de Oración.
Antonio Petta, hombre de fe inquebrantable, fue siempre un hijo fiel de la Iglesia y acérrimo defensor de su doctrina, legado que dejó a su familia ya cuantos lo conocieron y estimaron durante su larga vida.+