El Vaticano precisó su posición frente a proyecto contra la homofobia en Italia

  • 25 de junio, 2021
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El Card. Parolin aclaró que el pedido no fue a modo de injerencia, sino una intervención "preventiva" ante puntos que podrían poner en riesgo la libertad religiosa garantizada en acuerdos bilaterales.

El diario L´Osservatore Romano publicó el 24 de junio una entrevista al Secretario de Estado de la Santa Sede, cardenal Pietro Parolin, a raíz de la polémica desatada en Italia por la nota verbal que el Vaticano remitió al embajador de Italia ante la Santa Sede por el proyecto de ley contra la homofobia y transfobia.

"Aprobé la nota verbal transmitida al embajador italiano y ciertamente pensé que podía haber reacciones", reconoció el purpurado vaticano en la entrevista con Andrea Tornielli, director editorial del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano.

El Vaticano advirtió que algunos puntos del proyecto que está siendo examinado actualmente en el Senado podrían violar el Concordato, el acuerdo que regula las relaciones entre Iglesia y Estado, a raíz de que penaría la libertad de pensamiento y opinión en materia de discrepancia civil sobre la homosexualidad. La iniciativa parlamentaria en estudio prevé también la imposición de jornadas de adoctrinamiento en escuelas públicas y privadas.

"De ninguna manera se pidió que se bloquee la ley. Estamos en contra de cualquier actitud o gesto de intolerancia u odio hacia las personas por su orientación sexual, así como por su etnia o sus creencias", subrayó el cardenal Parolin.

"Nuestra preocupación concierne a los problemas interpretativos que podrían surgir si se adoptara un texto con contenidos vagos e inciertos, lo que terminaría trasladando la definición de lo que es delito y lo que no lo es al proceso judicial. Pero sin darle al juez los parámetros necesarios para distinguirlo", añadió.

– Eminencia, ¿se esperaba cuanto ha pasado?
– Aprobé la nota verbal transmitida al embajador italiano y ciertamente pensé que podía haber reacciones. Se trataba, sin embargo, de un documento interno, intercambiado entre administraciones gobernativas por vía diplomática. Un texto escrito y pensado para comunicar algunas preocupaciones y no ciertamente para ser publicado.

– Sustancialmente, ¿cuáles son las preocupaciones de la Santa Sede sobre la ley DDLZan?
– Sobre ello quiero precisar que de ninguna manera he pedido bloquear la ley. Estamos contra cualquier actitud o gesto de intolerancia u odio hacia personas por motivo de su orientación sexual, como de la pertenencia étnica o su fe. Nuestra preocupación dice relación con los problemas interpretativos que podrían derivarse en el caso que fuese adoptado un texto con contenidos vagos e inciertos, que terminaría por trasladar al momento judiciario la definición de lo que es reato y lo que no lo es. Esto sin dar al juez los parámetros necesarios para distinguir. El concepto de discriminación queda como un contenido muy vago. En ausencia de una especificación adecuada corre el riesgo de poner juntas las conductas más diversas y hacer punible por tanto toda posible distinción entre hombre y mujer, con las consecuencias que pueden revelarse paradójicas y que desde nuestro punto de vista debemos evitar, dado que se está en tiempo. La exigencia de definición es particularmente importante porque la normativa se mueve en un ámbito de relevancia penal donde, como es sabido, debe estar bien determinado lo que está permitido y lo que está prohibido.

– Fue comentada negativamente la intervención “preventiva” sobre una ley en discusión. ¿Cómo contestar esto?
– La intervención fue, sí, “preventiva”, precisamente para hacer presente los problemas antes de que sea demasiado tarde. El diseño de la ley ya fue aprobado por una rama del parlamento. Una intervención sucesiva, una vez que la ley hubiese sido adoptada, hubiera sido tardío. A la Santa Sede se podría haber imputado silencio culpable, sobre todo cuando la materia tiene relación con aspectos que son objeto de un acuerdo.

– La iniciativa vaticana fue considerada por algunos comentaristas como una indebida injerencia…
– No ha sido una injerencia. El Estados italiano es laico, no es un estado confesional, como contestó el presidente del Consejo. Concuerdo plenamente con el presidente Draghi sobre la laicidad del Estado y sobre la soberanía del parlamento italiano. Por eso se eligió el instrumento de la Nota Verbal, que es el medio propio del diálogo en las relaciones internacionales. Al mismo tiempo aprecié el reclamo hecho por el presidente del Consejo al respeto de los principios constitucionales y a los esfuerzos internacionales. En este ámbito rige un principio fundamental: ese por el cual “pacta sun servanda”. Y sobre este trasfondo con la Nota Verbal nos limitamos a reclamar el texto de las disposiciones principales del Acuerdo con el Estado Italiano, que podrían ser afectadas. Lo hemos hecho en una relación de leal colaboración y osaría decir de amistad que ha caracterizado nuestras relaciones. Hago notar también que hasta ahora el tema concordatario no fue considerado de forma explícita en el debate de la ley. La Nota Verbal quiso reclamar la atención sobre este punto, que no puede ser olvidado. Como fue hecho también presente por alguno de los comentaristas, el tema de la libertad de opinión no dice relación solamente con los católicos, sino con todas las personas, tocando lo que el Concilio Vaticano II define como “el sagrario” de las conciencias.

– ¿Por qué intervino la Santa Sede y no la Conferencia Episcopal Italiana? ¿Hay diversidad de perspectivas?
– La Conferencia Episcopal Italiana hizo todo lo posible para hacer presente las objeciones al diseño de ley. Se dieron dos declaraciones al respecto y el periódico de los católicos italianos, Avvenire, siguió con mucha atención el debate. También la CEI, con la que hay plena continuidad de visión y acción, no pudo bloquear la ley, sino que sugirió modificaciones. Así también la Nota Verbal concluye con la petición de una diversa “modulación” del texto. Discutir es siempre lícito.+