La Casa Josefina cien años al servicio de los más vulnerables

  • 21 de junio, 2021
  • Buenos Aires (AICA)
La Casa de las Hermanas Pobres Bonaerenses de San José, del barrio porteño de Recoleta, celebró sus primeros 100 años de vida "asilando y amparando a los más necesitados".

La Casa Josefina, ubicada en la calle Azcuénaga 1266, del barrio porteño de Recoleta, administrada por las Hermanas Pobres Bonaerenses de San José, celebró el pasado 8 de junio sus primeros 100 años de vida al “servicio y evangelización de todo tipo de pobreza, asimilando y amparando especialmente a los más necesitados”, continuando con el legado impreso a la congregación por su fundadora, la Madre Camila de San José Rolón.

La Casa Josefina atiende dos realidades diferentes: por un lado, el pensionado para señoras mayores auto válidas, especialmente destinado a mujeres a las que se les hace difícil vivir solas. A ellas la Casa les brinda compañía, fraternidad y contención a las dificultades propias de su edad.

La otra realidad a la que las religiosas abocan su tarea es a la atención de las personas en situación de calle, “donde se intenta cubrir las necesidades básicas, darles esperanza, valor y sentido a su existencia en una sociedad que los excluyó”, según explicó la hermana Norma a AICA.

“Con estas obras, subrayaron las hermanas, se trata de hacer realidad las palabras de la Madre Camila: ‘Las Pobres Hijas de San José, no tienen otra aspiración que hacer el bien al prójimo y trabajar con la única ambición de dar gloria a Dios’”.

La pandemia del coronavirus cambió los planes previstos para la celebración del centenario, para el que se tenían pensadas diferentes actividades y actos, tanto para la apertura del año jubilar (ver AICA) como para el cierre y celebración de los 100 años.  

El 8 de junio la misa de acción de gracias tuvo lugar en la parroquia Santísimo Redentor, a la que pertenece la Casa Josefina y con la que está en permanente contacto y colaborando con las diversas actividades pastorales.

La Eucaristía fue presidida por el párroco, presbítero Sergio Román Sarza, y concelebrada por los sacerdotes Javier de los Santos, Nicolás Enrique Sundblad y Guillermo María Dielh. 

Participaron de la misa la superiora general Raquel del Carmen Brambilla, hermanas, bienhechores, voluntarios y personas que son parte de esta obra que se ganó un lugar en el corazón del barrio. 

“En este clima festivo, de agradecimiento a Dios por los grandes beneficios recibidos”, dijo la hermana Norma, “el padre Sarza nos habló en su homilía sobre las Bienaventuranzas, siendo estas, cumbre de la vida cristiana, como podemos vivir y hacer carne, esto que nos enseña Jesús, en esta paradoja de situaciones adversas y dolorosas, como podemos encontrar la felicidad”. 

El párroco recordó que “estamos llamados a mostrar el rostro de Jesús, el rostro bienaventurado a nuestros hermanos en todas las circunstancias, tanto en las alegrías y en los sufrimientos y por eso que las josefinas están llamadas a encontrar esa felicidad en el cuidado de los más necesitados, de las ancianas y también de la propia comunidad, es decir los ámbitos que la Casa Josefina tiene para vivir las Bienaventuranzas”. 

Tomando del testamento de la Madre Camila, el padre Sarza hizo referencia a “la devoción a Jesús, el cariño a la Virgen y a San José y la vida de caridad con todos. Así poder tener un testimonio más acabado de una vida que busca encarnar las Bienaventuranzas”

Las Hermanas Josefinas compartieron con AICA el sentimiento de gratitud hacia “sacerdotes, hermanas, bienhechores y personas que a lo largo de estos años, con su generosidad nos acompañaron y continúan ayudando a extender el reino de Dios”.

“Agradecemos y recordamos -concluyeron las religiosas-, la diaria compañía y protección de nuestro padre y señor San José, haciendo nuestras las palabras de la Madre Camila: “Animadas a trabajar por la gloria de Dios, con el único deseo que Él sea glorificado, amado y servido. Sin otro interés que la mayor gloria de Dios y la santificación de las almas”.

Una historia centenaria
El Instituto de las Hermanas Pobres Bonaerenses de San José, nació el 28 de enero de 1880, en la ciudad de Mercedes, Buenos Aires. Fundado por la Madre Camila de San José Rolón, cuyo carisma es la “Configuración con Cristo abandonado en las manos del Padre” que se expresa en las diferentes obras; con una opción preferencial por los más pobres y desvalidos, que son la porción predilecta del corazón de Cristo. 

La “Casa Josefina” se fundó el 8 de junio de 1921 con la finalidad de recibir y hospedar a las Hermanas que, por diferentes motivos, llegaban a la Capital para realizar trámites y diligencias.

Bajo la protección de San José, la casa recibió el nombre de “Casa Josefina”, tal cual la conocemos hoy. El tiempo avanzaba y para solventarse, se estableció un pequeño pensionado de señoras y jóvenes estudiantes del interior, sin dejar de ayudar y asistir a un grupo de niñas pobres.

Hoy viven allí 40 señoras pensionistas, que reciben asistencia integral en la Casa.

El 16 de septiembre de 1995, la Casa Josefina abrió las puertas a un Comedor para personas en situación de calle. En la actualidad, el “Comedor Madre Camila”, recibe a personas de ambos sexos que desayunan, almuerzan y tienen acceso a la higiene personal; además de recibir asistencia en salud, social y espiritual.

Durante este tiempo de Pandemia, se recibe diariamente a 140 personas en situación de calle, a quienes se les brinda el alimento diario. 

Las religiosas josefinas trabajan con Cáritas de la parroquia Santísimo Redentor y colaboran en las misiones que ésta realiza: catequesis, cuidado de los niños, entre otras.+