Mons. Ojea: "Pidámosle al Señor la capacidad de poder admirar"

  • 13 de junio, 2021
  • San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
"Vamos a cambiar si adoptamos una vida más contemplativa en la que nos dejamos sorprender por el silencio de Dios, que sigue trabajando a pesar de que nosotros hagamos otra cosa", afirmó el obispo.

El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, comenzó su reflexión para el undécimo domingo del tiempo durante el año expresando: “Nos hemos llenado tantas veces de sorpresa y estupor cuando vemos un chico o una chica que hace tiempo que no vemos, cómo ha crecido decimos, en este tiempo cómo ha crecido”.

“Este misterio del crecimiento frente al cual nosotros no tenemos nada que ver no deja de sorprendernos; en este tiempo de pandemia a veces hemos mirado fotos y hemos visto que increíble, cómo crecen los chicos. La primera parábola que nos trae este domingo revela este misterio”, aseguró en su mensaje semanal.

“La semilla del grano de trigo va creciendo mientras el hombre duerme, mientras no la mira. El hombre y la mujer no hacen nada; la semilla crece. Primero tallo, después grano en la espiga y después el fruto. Para el cristiano aquí se produce, más allá del conocimiento científico de una estructura orgánica que va creciendo, se produce algo que llama la contemplación, a la admiración, hay algo casi discontinuo entre la pobreza de la semillita que se pudre debajo de la tierra y la flor que encuentro después, esto no deja de maravillarme porque esto es obra de Dios”, destacó.

El prelado sanisidrense lamentó que se vaya “perdiendo poco a poco el sentido contemplativo de la vida” y advirtió: “Nos vamos dejando llevar por lo que brilla, por lo que luce, por lo que aparece, por lo que tiene seguidores en los medios y sin embargo hay hechos de la naturaleza misma que ya hemos dejado de admirar; es como si tuviéramos estos hechos fuera de nuestro radio de mira”.

Al reflexionar sobre la parábola del grano de mostaza, el obispo explicó que “lo grande en el Evangelio siempre comienza por lo pequeño” y ejemplificó: “Fijémonos, de cinco panes y dos peces, comen cinco mil hombres; la que da más dinero es la pobre viuda del Evangelio que da dos monedas pero dijo todo lo que tenía para vivir. El hijo de Dios se encarna en una mujer pobre que vive en las periferias de Galilea; este es el lenguaje del Reino, el lenguaje del Reino empieza siempre por lo pequeño y luego se convierte en este árbol inmenso que da fruto y además queda sombra”.

Monseñor Ojea invitó a pedirle al Señor “la capacidad de poder admirar”.

“El viejo Aristóteles decía que el conocimiento comenzaba por la admiración, que no había conocimiento perfecto si antes no lo precedía la admiración. Que verdad más profunda, nosotros solamente vamos a poder cambiar después de esta pandemia estilos de vida, hábitos de consumo, modos de relación con la naturaleza, solamente lo vamos a cambiar si adoptamos una vida más contemplativa en la que nos dejamos sorprender por el silencio de Dios que sigue trabajando a pesar de que nosotros hagamos otra cosa”, aseguró.

“Gracias Señor por el crecimiento de los chicos y las chicas, gracias Señor por todo lo que nos hablas a través de este seguir comprometido con nosotros desde la creación en el misterio de la vida”, concluyó.+