Fue reconocido el martirio de "Aguchita" y será beata

  • 27 de mayo, 2021
  • Lima (Perú) (AICA)
El Papa reconoció el martirio de Aguchita, religiosa peruana que fue asesinada por odio a la fe en 1990 por el grupo terrorista Sendero Luminoso.

El papa Francisco autorizó a la Congregación para las Causas de los Santos a promulgar varios decretos, entre ellos el que reconoce el martirio de la Sierva de Dios sor María Agostina Rivas López, conocida como Aguchita, religiosa peruana comprometida con la defensa de los pueblos y jóvenes asháninkas, un pueblo indígena amazónico ampliamente presente en Sudamérica, especialmente en el Perú y Brasil. Fue asesinada por odio a la fe en 1990 por el grupo terrorista Sendero Luminoso. La fecha de su beatificación se anunciará en breve.

La Conferencia Episcopal Peruana recuerda en una nota informativa que Aguchita nació el 13 de junio de 1920 en Coracora, en la región de Ayacucho, en la sierra sur del Perú. La religiosa peruana, la mayor de 11 hermanos, tuvo una vida familiar marcada por la fe.

A los 14 años se trasladó a Lima para estudiar en el Colegio de Sevilla, dirigido por las hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor. Atraída por la vida consagrada, entró en esta congregación en 1941 e hizo su profesión religiosa perpetua el 8 de febrero de 1949. Años antes su hermano César había sido ordenado sacerdote.

Desplegó su labor misionera durante muchos años en la zona de Barrios Altos, en el centro de Lima. En 1987 fue enviada a la misión de la congregación en la localidad de La Florida, en la región Junín de la selva central del Perú, donde permaneció pese a los peligros y riesgos que corría.

Se comprometió en la defensa de los pueblos asháninkas, diezmados en los primeros años del siglo XX por la explotación del caucho y la destrucción de sus bosques, y por las enfermedades y la esclavitud. Dedicó sus esfuerzos en particular a la educación de los jóvenes.

Eran tiempos de gran violencia generada por el grupo terrorista Sendero Luminoso, nombre del Partido Comunista del Perú, que comenzó su ola de violencia en 1980 y causó decenas de miles de muertes en todo el Perú. En 1992 se logró la captura de su cabecilla Abimael Guzmán, que se hacía llamar “presidente Gonzalo”. Desde entonces, el grupo terrorista perdió la mayor parte de su fuerza bélica y se retiró a la región del valle de los ríos Apurímac, Ene y Marañón, en el sur del Perú, vinculado ahora al narcotráfico.

Sendero Luminoso sostenía como ideología el “pensamiento Gonzalo”, que mezclaba el marxismo, el leninismo y el maoísmo. Su lema era “Por el sendero luminoso de Mariátegui”, en referencia a José Carlos Mariátegui, escritor y militante comunista peruano.

Con frecuencia, miembros del grupo terrorista ingresaban a los pueblos y realizaban “juicios populares”, en los que decidían qué habitantes debían ser asesinados sin defensa posible, acusados de organizar y ayudar a las mujeres de la localidad, ayudar a los pobres y tener diálogos con las comunidades indígenas.

El 27 de septiembre de 1990, cuando Aguchita tenía 70 años, un grupo de Sendero Luminoso ingresó a La Florida y organizó una de estas jornadas de asesinatos. En esa ocasión, la lista de los terroristas de Sendero Luminoso tenía seis nombres. Uno de ellos era el de la hermana Luisa. Al no encontrarla, le dijeron a Aguchita que ella tomaría su lugar. La acusaron de hablar con los asháninkas, una comunidad nativa que rechazaba a Sendero Luminoso, y de ayudar a los pobres de la localidad.

Llevada a la plaza del centro del pueblo junto con las otras ocho personas, Aguchita trató de arrodillarse y rezar, pero sus piernas le flaquearon. Con cinco balazos, una joven integrante de Sendero Luminoso, de solo 17 años, la mató.

Apenas un año antes, en un retiro espiritual, Aguchita le escribió un profético mensaje a su superiora provincial, la Hermana Delia. “En lo espiritual, estoy por dar pasos gigantescos. Parece que estos serán los últimos días de mi vida. El tiempo vuela y tendré que aprovecharlo bien; de lo contrario me presentaría en la eternidad con las manos vacías. El Señor es demasiado delicado”.

En el mensaje para su superiora, Aguchita dijo también: “Déjenme contarles acerca de un día en meditación cuando recordé el gran ‘sueño’ que tuve cuando descubrí mi vocación de hermana religiosa: era trabajar en la selva. Han pasado los años y me digo a mí misma que el Señor me ha traído aquí para complacerme en mi vejez, antes de morir, en fin, soy arcilla en sus manos”.

Anunciando la próxima beatificación de la hermana María Agostina, la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor recuerda que el proceso de beatificación comenzó en 2017 y concluyó rápidamente. “Los signos de heroísmo se verificaron en el ejercicio de sus virtudes y en la entrega de su vida en el martirio, dando testimonio de una vida dedicada a los demás, fiel hasta la muerte”.

“Aguchita era una mujer santa, ‘de la puerta de al lado’. Si no hubiera sido por su martirio, habría pasado desconocida para la mayoría”, escriben sus hermanas. Siempre soñó con ser misionera en la selva, y Dios se lo concedió. “El martirio de Aguchita es un fruto maduro de la Iglesia peruana. Hija de nuestra Iglesia, campesina de la sierra, del Perú profundo, emigrante a la caótica Lima, religiosa formada en el Perú, promotora de la juventud y la mujer peruana, mártir del terrorismo. La hermana Agustina es nuestra, de todos los peruanos, el fruto maduro de una Iglesia que lucha por crecer y madurar, por hacerse adulta, por aceptar y enriquecerse de toda la variedad de culturas que hay en el Perú”.+