Inauguración solemne del Año Ignaciano en la catedral de Pamplona

  • 21 de mayo, 2021
  • Pamplona (España) (AICA)
"A Iñigo no le da igual una vida sin Cristo o con Él. Aquí está la diferencia. La novedad del Señor es determinante y decidirá su futuro", afirmó el padre Arturo Sosa, general de la Compañía de Jesús.

La Compañía de Jesús inició el 20 de mayo el Año Ignaciano, por los 500 años de la herida sufrida por Íñigo de Loyola y que fue el detonante de su conversión, con una celebración eucarística en la catedral de Pamplona (España).

La misa fue presidida por el arzobispo de Pamplona y Tudela, monseñor Francisco Pérez González y concelebrada por su obispo auxiliar, monseñor Juan Antonio Aznárez Cobos; el general de la Compañía de Jesús, padre Arturo Sosa SJ; el provincial, padre Antonio España SJ y otros sacerdotes y religiosos.

Celebrada en español, pero con las lecturas proclamadas en inglés y francés, la Eucaristía fue seguida por más de 4.000 personas por el canal YouTube de la Compañía. El coro Loyola y la orquesta Loyola-Magis, dirigidas por Ignacio Aranzadi, fueron los encargados de las piezas musicales de la celebración.

En la monición de entrada, el padre Íñigo Merello SJ dio la bienvenida a los presentes en la catedral: “En esta ciudad navarra cayó herido Íñigo de Loyola en 1521. Esa experiencia de fragilidad puso en marcha una transformación radical en la vida de Ignacio y el nacimiento de una espiritualidad en el seno de la Iglesia, que facilitó el encuentro con Dios de multitud de personas”.

En la homilía, el padre Sosa comenzó con una acción de gracias múltiple: a Dios, que bendijo y acompañó la andadura de este “joven adulto” Íñigo hasta su muerte en 1556; “a los jesuitas que nos han precedido, transmitiendo de unos a otros el carisma de la Orden fundada en 1540; a todos los demás hombres y mujeres que fueron testigos y actores vivos de la espiritualidad que se inspira en Ignacio de Loyola. Durante estos cinco siglos el Espíritu Santo estuvo presente, dando su luz y fuerza a nuestros antecesores. Todo ello merece un sentido agradecimiento de nuestra parte”.

El padre Sosa afirmó que durante este Año Ignaciano habrá ocasión de acudir a los orígenes de esta conversión de Íñigo, tanto en Loyola como en Manresa. 

“A Íñigo no le da igual una vida sin Cristo o con Él. Aquí está la diferencia entre el antes y el después. La novedad del Señor es determinante, es la que decidirá su futuro. Estar con Él, conocerlo, amarlo y seguirlo es lo que le hace caer en la cuenta de que ya no es el mismo, y de que esta novedad le merece la pena, le va la vida en ello”, subrayó.

“Íñigo se deja entonces conducir por Dios, lo cual significará que el joven vasco no querrá ya ser el protagonista de su futuro, ni buscar su propia gloria, sino dejar hablar a Dios, como admirablemente hará al escribir el libro de los Ejercicios Espirituales, un manual de encuentro con Dios en el que su abnegado autor se queda en segundo plano”.

El padre general explicó que el lema del Año Ignaciano, “Ver nuevas todas las cosas en Cristo”, con estas palabras: “Gracias a la novedad que aporta Jesucristo con su vida y su mensaje, todo lo demás recobra su sentido. Y ayudar a vivir bien la vida es lo que persiguen esas cuatro sensibilidades o vías que la Compañía de Jesús propone ahora como las Preferencias Apostólicas Universales para impregnar toda nuestra acción evangelizadora”.

“Así, todas las cosas han de servir para mostrar el camino hacia Dios, pero especialmente medios tan queridos por Ignacio como los Ejercicios Espirituales y el discernimiento. Luchando en todo por la reconciliación y la justicia, actitud inseparable de la cercanía y amistad con los pobres, como la que tuvo Ignacio. Estando al lado de los jóvenes en el futuro que se les abre, que quiera el Señor esté lleno de esperanza. Y, finalmente, cuidando de una creación para que pueda mostrar los frutos del mismo Espíritu Santo presente en ella desde dentro”.

Por último, el padre Sosa afirmó que “la novedad de Cristo que llevó a Ignacio a trabajar para que el Reino de Dios viniera a los hombres, esa misma es la que en este Año Ignaciano deseamos nos conduzca a cada uno, a los jesuitas y a nuestros amigos en nuestra misión en la Iglesia”. 

Asimismo, recordó que este 20 de mayo hacía justo un año del fallecimiento del padre Adolfo Nicolás SJ, (padre general de la Compañía entre 2008-2016), al señalar: “Su recuerdo es el recuerdo del grano de trigo que cae en tierra, muere para dar fruto” e invitó a vivir con profundidad este aniversario.

Al final de la misa, Cipriano Díaz Marcos, asistente del padre general, informó de la declaración del año jubilar en los templos jesuitas con motivo del año ignaciano, y dio las gracias a los asistentes (presentes y en línea) de parte de la Compañía de Jesús y los invitó a hacer ejercicios espirituales durante este Año Ignaciano.

Monseñor Pérez también dio las gracias y expresó: “Que el Señor nos llene de amor, justicia, paz y misericordia”. Y la celebración concluyó con el himno de San Ignacio.

Ignatius500 es el nombre que recibe este aniversario que se celebrará hasta el 31 de julio de 2022, festividad de San Ignacio. 

Más información en ignatius500.org/es.+