Papa: la vida cristiana no es 'un paseo', en algunos momentos es una lucha

  • 12 de mayo, 2021
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
La audiencia general de los miércoles regresó hoy al patio de San Dámaso. Un regreso al contacto con las personas con las que Francisco dijo estar "feliz, de volver a vernos cara a cara".

“La oración cristiana, como la vida cristiana, no es un “paseo”, en algunos momentos "es una lucha", una lucha contra "el enemigo", en la que no estamos solos, aunque a veces parece que lo estamos”, expresó esta mañana el papa Francisco durante la audiencia general, celebrada en el Patio de San Dámaso con presencia de fieles.

Un regreso al contacto con las personas con las que Francisco dijo estar “feliz. Te diré una cosa -agregó- ¡no es lindo hablar frente a nada ni a nadie en una habitación, no es lindo!”. "Me alegro de verlos, de encontrarme con la historia de cada uno.

“Gente que viene de todas partes, de Italia, Estados Unidos, Colombia, y ese pequeño equipo de fútbol de cuatro hermanos suizos, falta su hermanita, esperemos que llegue...”. “Todos somos hermanos en el Señor, y mirarnos unos a otros nos ayuda a orar unos por otros”, expresó el Papa.

De hecho, a su llegada al patio, Francisco se detuvo unos quince minutos entre las miles de personas presentes: tomó las rosas blancas que le regalaron un grupo de monjas y el extraño tocado rojo que le regaló un sacerdote indio, intercambió algunas bromas con una anciana y un grupo de jóvenes.

"La batalla en la oración" fue el tema del que habló el pontífice, continuando con su ciclo de catequesis sobre la oración.

“Rezar no es fácil, dijo Francisco, y por eso escapamos de la oración”. También explicó que todos los hombres y las mujeres de Dios mencionan no solamente la alegría de la oración, sino también la molestia y la fatiga que puede causar. 

“Algún santo la llevó adelante durante años sin sentir ningún gusto, sin percibir la utilidad” expresó el Papa, explicando que el silencio, la oración y la concentración “son ejercicios difíciles, y alguna vez la naturaleza humana se rebela”. 

“Preferiríamos estar en cualquier otra parte del mundo, pero no ahí, en ese banco de la iglesia rezando” continúa el Santo Padre, y recuerda que quien quiere rezar “debe recordar que la fe no es fácil, y alguna vez procede en una oscuridad casi total, sin puntos de referencia”.

El Catecismo enumera una larga serie de enemigos de la oración
Después, se centró en “los enemigos de la oración” que cita el Catecismo, aquellos que hacen que sea difícil rezar y que nos ponen en dificultad, como por ejemplo “que algunos dudan de que esta pueda alcanzar verdaderamente al Omnipotente”; otros, en cambio –dice el Papa– “sospechan que la oración sea una mera operación psicológica; algo que quizá es útil, pero no verdadera ni necesaria: se podría incluso ser practicantes sin ser creyentes”. 

El Santo Padre observó que los peores enemigos de la oración “están dentro de nosotros” y el Catecismo los llama así: “desaliento ante la sequedad, tristeza de no entregarnos totalmente al Señor, porque tenemos “muchos bienes”, decepción por no ser escuchados según nuestra propia voluntad; herida de nuestro orgullo que se endurece en nuestra indignidad de pecadores, difícil aceptación de la gratuidad de la oración, etc.”.

En la historia de la espiritualidad encontramos ejemplos útiles para hoy
Ante esta situación en la que la oración no es siempre de “color rosa”, el Papa invita a explorar la historia de la espiritualidad, en la que notamos enseguida cómo los maestros del alma tenían bien clara la situación que hemos descrito y para superarla, cada uno de ellos ofreció alguna contribución que mostraba la importancia de resistir y de perseverar en la oración. 

“Sería interesante repasar al menos algunos de estos consejos –dijo– por ejemplo, los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola que enseñan a poner en orden la propia vida. Hace entender que la vocación cristiana es militancia, es decisión de estar bajo la bandera de Jesucristo y no bajo la del diablo, tratando de hacer el bien también cuando se vuelve difícil”.

Francisco también pone de ejemplo a San Antonio abad, el fundador del monacato cristiano, en Egipto, quien “afrontó momentos terribles en los que la oración se transformaba en dura lucha” señaló el Papa. “Su biógrafo San Atanasio, obispo de Alejandría, narra que uno de los peores episodios le sucedió al Santo ermitaño en torno a los treinta y cinco años, mediana edad que para muchos conlleva una crisis. Antonio fue turbado por esa prueba, pero resistió. Cuando finalmente volvió a la serenidad, se dirigió a su Señor con un tono casi de reproche: «¿Dónde estabas? ¿Por qué no viniste enseguida a poner fin a mis sufrimientos?». Y Jesús respondió: «Antonio, yo estaba allí. Pero esperaba verte combatir»”.

Esto son solo ejemplos con los que el pontífice quiso transmitir ánimos, pero lo más importante es recordar que Jesús siempre está con nosotros: “si en un momento de ceguera no logramos ver su presencia, lo lograremos en un futuro”.

Luchar en la oración para pedir la gracia
Al final de la audiencia general, el Santo Padre dio un ejemplo más, esta vez, basado en una experiencia que vivió bien de cerca cuando estaba en la Argentina. Se trata de la historia de un matrimonio que tenía una hija de nueve años con una enfermedad que los médicos no sabían qué era y que diagnosticaron como incurable. Los médicos dijeron a los padres que a la pequeña le quedaban horas de vida. 

“Puede que el hombre no fuera a misa todos los domingos –explicó el Papa– pero tenía una gran fe”. Francisco continúa narrando que el padre de la niña, tras la noticia, tomó un tren e hizo un viaje de setenta kilómetros hasta la Basílica de Nuestra Señora de Luján, la Patrona de Argentina. Cuando llegó, la basílica ya estaba cerrada, eran casi las diez de la noche, pero el hombre se aferró a las rejas de la Basílica y durante toda la noche rezó a la Virgen, luchando por la salud de su hija. 

“Esto no es una fantasía; ¡yo lo ví! Lo viví” exclamó Francisco. Finalmente, a las seis de la mañana, se abrió la iglesia y entró a saludar a la Virgen y se fue a casa. “Estuvo toda la noche luchando”. Cuando llegó, vio a su mujer sonriendo y diciendo: "No sé qué pasó, los médicos dicen que cambió así y que ya está curada". “Aquel hombre que luchaba con la oración tenía la gracia de la Virgen, la Virgen lo escuchó. La oración hace milagros” subrayó el Papa, recordando con este ejemplo la importancia de la lucha en la oración para pedir la gracia.

Memoria litúrgica de la Santísima Virgen María de Fátima
Tras la catequesis, el Papa Francisco saludó cordialmente a los polacos, recordando que mañana se celebra la memoria litúrgica de la Santísima Virgen María de Fátima. "Pongámonos con confianza -dijo Francisco- bajo su maternal protección, especialmente cuando encontremos dificultades en nuestra vida de oración".

Al saludar a los polacos, el Papa recordó que también mañana se cumple el 40º aniversario del atentado a San Juan Pablo II. 

"Él mismo -dijo el pontífice- subrayó con convicción que debía su vida a la Señora de Fátima. Este acontecimiento nos hace conscientes de que nuestras vidas y la historia del mundo están en manos de Dios. Al Corazón Inmaculado de María confiamos la Iglesia, a nosotros mismos y al mundo entero. Pedimos en la oración por la paz, el fin de la pandemia, un espíritu de penitencia y nuestra conversión".+