Tierra Santa: Los líderes religiosos preocupados por la violencia en Jerusalén

  • 11 de mayo, 2021
  • Jerusalén (Tierra Santa) (AICA)
En una nota, el Patriarcado Latino de Jerusalén expresó su "desánimo y preocupación" por la violencia en Jerusalén, que violan "la santidad del pueblo y la ciudad".

"Desanimados y preocupados" como los demás jefes de las Iglesias de Tierra Santa por la violencia en Jerusalén Este, la mezquita al-Aqsa y Sheikh Jarrah, que violan "la santidad del pueblo y la ciudad" como una fuente "de paz", afirma el Patriarcado Latino de Jerusalén en una nota difundida, en respuesta a la escalada de violencia que se está produciendo en los últimos días entre israelíes y palestinos, que provocó decenas de víctimas y cientos de heridos. 

La violencia contra los fieles y las expropiaciones forzadas, continúa el comunicado, "atentan contra la seguridad y los derechos de acceso a los lugares sagrados" y constituyen una "violación inaceptable de los derechos humanos básicos".

A la tensión se suma el uso "discriminatorio" del estado de derecho por parte de Israel, que se suma al intento "inspirado en una ideología extremista" de negar "el derecho a existir a quienes viven en sus hogares".

Otro tema espinoso es el derecho de acceso denegado a los lugares sagrados, como les sucedió a los musulmanes durante el Ramadán en al-Aqsa. 

Son manifestaciones, subraya la nota, que "hieren el espíritu y el alma de la Ciudad Santa, cuya vocación es ser abierta y acogedora, ser hogar de todos los creyentes, con iguales derechos, dignidad y deberes". 

Declaración del Patriarcado
"Con todos los jefes de las iglesias, estamos "profundamente desalentados y preocupados por los recientes episodios de violencia en Jerusalén oriental, tanto en la mezquita de al-Aqsa como en Sheikh Jarrah, que violan la santidad del pueblo de Jerusalén y el de Jerusalén como la Ciudad de la Paz” y requieren una acción urgente.

La violencia ejercida contra los fieles atenta contra su seguridad y su derecho a acceder a los lugares santos y rezar en libertad. El desalojo forzoso de palestinos de sus hogares en Sheikh Jarrah es otra violación inaceptable de los derechos humanos básicos, el derecho a un hogar. Es una cuestión de justicia que los habitantes de la ciudad vivan, recen y trabajen, cada uno según su dignidad. Una dignidad conferida a la humanidad por Dios mismo.

Con respecto a la situación de Sheikh Jarrah, nos hacemos eco de las palabras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, quien dijo que el estado de derecho se "aplica de una manera intrínsecamente discriminatoria". 

Este se convirtió en uno de los puntos más críticos de las crecientes tensiones en Jerusalén en general. El episodio en cuestión no se refiere a una disputa inmobiliaria entre particulares. Más bien, es un intento inspirado en una ideología extremista que niega el derecho a existir a quienes viven en sus hogares.

El derecho de acceso a los lugares santos también es de particular importancia. A los fieles palestinos se les negó el acceso a la mezquita de al-Aqsa durante este mes de Ramadán. Estas manifestaciones de fuerza hieren el espíritu y el alma de la Ciudad Santa, cuya vocación es ser abierta y acogedora, ser un hogar para todos los creyentes, con iguales derechos, dignidad y deberes.

La posición histórica de las Iglesias de Jerusalén es clara sobre la denuncia de cualquier intento de hacer de Jerusalén una ciudad exclusiva para todos. Esta es una ciudad sagrada para las tres religiones monoteístas y, según el derecho internacional y las resoluciones conexas de las Naciones Unidas, también una ciudad en la que el pueblo palestino, formado por cristianos y musulmanes, tiene el mismo derecho a construir un futuro basado en la libertad, igualdad y paz. Por lo tanto, pedimos un respeto absoluto por el statu quo de todos los lugares sagrados, incluido el complejo de la mezquita de al-Aqsa.

La autoridad que controla la ciudad debe proteger el carácter especial de Jerusalén, llamada a ser el corazón de las religiones que se derivan de Abraham, un lugar de oración y encuentro, abierto a todos y donde todos los creyentes y ciudadanos, de todas las creencias y pertenencias, pueden sentirse como en "casa", protegidos y seguros.

Nuestra Iglesia ha dejado claro que la paz requiere justicia. En la medida en que no se defiendan y respeten los derechos de todos, israelíes y palestinos, no habrá justicia y, por tanto, no habrá paz en la ciudad. Es nuestro deber no ignorar las injusticias o cualquier agresión a la dignidad humana, independientemente de quien las cometa.

Pedimos a la comunidad internacional, a las Iglesias y a todas las personas de buena voluntad que intervengan para poner fin a estas acciones provocadoras y que sigan rezando por la paz de Jerusalén. Nos unimos en oración con la intención del Santo Padre Francisco, que espera que "la identidad multirreligiosa y multicultural de la ciudad santa pueda ser respetada y que finalmente prevalezca la fraternidad".+