Mons. Olivera pidió que el Evangelio "se encarne en nuestra Nación"

  • 31 de marzo, 2021
  • Buenos Aires (AICA)
El obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, presidió el 30 de marzo la Misa Crismal en la catedral Stella Maris, de la ciudad de Buenos Aires.

El obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, presidió en la mañana del 30 de marzo en la catedral castrense Stella Maris, de la Ciudad de Buenos Aires, la Misa Crismal, celebración que fue transmitida por las redes sociales de la diócesis castrense.

Concelebraron la misa el vicario general, monseñor Gustavo Fabián Acuña; el canciller y capellán mayor de la Armada, presbítero Francisco María Rostom Maderna; capellanes mayores de las distintas fuerzas; el rector de la catedral castrense, presbítero Diego Pereyra; el rector del seminario castrense, presbítero Daniel Aníbal Díaz Ramos y capellanes castrenses de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad.

Durante la celebración Eucarística, también hizo su juramento de fidelidad el vicario judicial castrense, presbítero Juan Lisandro Scarabino. “Damos gracias a Dios por poder celebrar, con todos los cuidados necesarios, esta Misa que el año pasado por esta dolorosa pandemia no nos fue posible celebrar. Perder algo, nos hace y nos hizo valorar muchas cosas, sin duda”, expresó el obispo en su homilía.

“Es una gracia grande, como les compartí en otras oportunidades, que una vez al año podamos tener esta oportunidad de encontrarnos y saber que caminamos juntos para servir a nuestros fieles que el Señor y la Iglesia nos confían”. 

“Estamos viviendo tiempos inéditos y muy difíciles, lo sabemos y experimentamos. El año pasado no pudimos celebrar juntos, por motivo de esta ‘tormenta furiosa e inesperada’ -que todavía la tenemos presente entre nosotros-, pero por eso, damos especiales gracias a Dios de poder celebrarla hoy”.

“Queremos, Señor, lo decimos y pedimos como Iglesia peregrina en nuestra Patria, que esta pandemia saque de nosotros lo mejor. Que estar así, tan de cara a la fragilidad, la enfermedad y la muerte, haga renovar en nosotros el deseo de vivir una intensa vida, en solidaridad y fraternidad”. 

“Nuestro pueblo castrense, fieles laicos y sacerdotes, hemos querido estar allí donde se nos reclama, hemos querido ir allí donde hacíamos falta, hemos querido sin duda ser protagonistas de la cultura del encuentro y del amor”, aseguró. “Y del Amor grande, que ‘ama sin límite y sin tiempo’, ‘que ama siempre y a todos’ como es el verdadero amor cristiano, como es el Amor de Jesús que en estos días tendremos el gozo y la posibilidad de renovarlo, de verlo y recordarlo, porque ese es nuestro camino”. 

Por nuestros enfermos y con años de prisiones preventivas
Tomando como inspiración el Evangelio, el obispo reflexionó sobre “los fieles nuestros que más están sufriendo. Los que, enfermos y con años de prisiones preventivas, siguen sufriendo la cárcel y lo que es peor, siguen sufriendo, muchos de ellos, por causa de miradas parciales e ideologizadas”.

“El papa Francisco nos invitaba hace poco tiempo a no dejarnos ganar por la ideología de un lado y de otro. Nos dijo el Santo Padre que estar privado de libertad no es estar privado de dignidad.  No podemos dejar de pensar en tantas familias que sufren estas dolorosas situaciones. No podemos dejar de pensar en tantas familias que sufriendo en tiempos de democracia, violencias y atentados, hoy se los sigue silenciando o etiquetando, sin recibir ningún reconocimiento. No podemos dejar de renovar con esperanza, la certeza de que otro modo de vivir es posible en nuestra Patria”.

En ese sentido, llamó a “hablar y obrar” desde el Evangelio, del que consideró necesario que “se encarne más en nuestra Nación. Nación cuya identidad sea la pasión por la verdad.

“Hemos sido ungidos para sanar, vendar, acompañar y para hablar con coraje y valentía.  La verdad muchas veces nos duele, pero nos hace libres. La verdad asumida engrandece, aunque parezca humillación. Verdad supone también entonces, asumir los propios errores. Jesús vino para sanarnos, vendarnos y curarnos. Esto es motivo de profundo gozo”, admitió.

Y dirigiéndose a los sacerdotes que en la Misa Crismal renuevan sus promesas, expresó: “Quisiera que todos pongamos nuestra mirada en Jesús, nuestra mirada en Él.  Es fuente de renovada espiritualidad saber que Él nos llamó”. 

“Los invito hoy, y lógicamente también me sumo, a renovar las promesas sacerdotales en clave de conversión y disponibilidad para poder ser santos sacerdotes, y pastores con verdadero ardor evangélico, que no nos pueda vencer la función, ni las adversidades, ni los miedos, ni los años”, animó.

“Que nuestros patronos, San Juan de Capistrano y San José del Rosario Brochero, nos animen y estimulen para ser firmes, fuertes y valientes creativos en el anuncio evangélico”. “Que María, nuestra Madre de Luján, nos custodie y cuide a cada miembro de nuestra Iglesia Diocesana, que se consagra para servir a los hermanos y a la Patria, aún a costa de la entrega de la propia vida”, concluyó.+