En la Misa Crismal, Mons. Salaberry llamó a renovar el amor por el Señor

  • 29 de marzo, 2021
  • Azul (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de Azul, monseñor Hugo Manuel Salaberry SJ, presidió el jueves 25 de marzo la Misa Crismal en la catedral Nuestra Señora del Rosario.

Con una Eucaristía presidida por el obispo, monseñor Hugo Manuel Salaberry SJ, la comunidad de Azul celebró la Misa Crismal, con bendición de los óleos y renovación de las promesas sacerdotales.

En su homilía, el obispo destacó que el Señor “camina a nuestro lado para animarnos, alentarnos”.

Refiriéndose a la situación de pandemia vivida durante todo el año pasado, el obispo consideró que “nos lleva a aceptar los designios providenciales como queridos o permitidos por la mano de Dios, y como buenos hijos que queremos ser, los aceptaremos como signo y sello de ese amor incondicional con el que lo seguimos en los comienzos y que a veces se desdibuja por la tierra y las irregularidades del camino”.

“¿Tal vez nos hemos soltado de su mano y nos desorientamos? ¿Tal vez creímos que podíamos hacer muchas cosas solos y ahora nos damos cuenta de que sin su ayuda es imposible hacer algo?”, planteó. 

En ese sentido, llamó a hacer una acción de gracias y como hombres y mujeres de fe, a creer que “nada podrá ocurrirme que Tú no lo hayas previsto, regulado y ordenado desde toda la eternidad”.

Finalmente, llamó a “renovar el amor por Él para decirle: ‘Señor, sabes que te quiero’. Y quiero ‘…proclamar un año de gracia…’”.

Para ello, invitó a rezar el Acto de Abandono en la Providencia, de San José de Pignatelli, que hizo suyo el Hermano, ahora beato, Carlos de Foucauld: “¡Oh, Dios mío!, no sé lo que debe ocurrirme hoy; lo ignoro completamente; pero sé con total certeza que nada podrá ocurrirme que Tú no lo hayas previsto, regulado y ordenado desde toda la eternidad, y esto me basta. Adoro tus designios impenetrables y eternos, y me someto a ellos de todo corazón. Todo lo quiero, todo lo acepto, y uno mi sacrificio al de Jesucristo, mi divino Salvador. En su nombre y por sus méritos infinitos te pido la paciencia en mis penas, y una sumisión perfecta y entera a todo lo que me suceda, según tu beneplácito. Amén”.+

» Texto completo de la homilía