"Dios y el mundo futuro", nuevo libro entrevista con el papa Francisco

  • 16 de marzo, 2021
  • Roma (Italia) (AICA)
Registro de las conversaciones que Domenico Agasso, periodista del diario italiano La Stampa, mantuvo con el Santo Padre. Desde este martes 16 de marzo está disponible en las librerías

Desde el martes 16 de marzo se podrá encontrar en las librerías el nuevo libro entrevista con el papa Francisco titulado: "Dios y el mundo futuro" publicado por Edizioni Piemme-LEV. Se trata de una recopilación de las conversaciones que Domenico Agasso, periodista del diario italiano La Stampa, mantuvo con el Santo Padre. 

El libro revela que Francisco comparte su lectura espiritual con los problemas del mundo contemporáneo. Recuerda, entre otras cosas, que es imposible seguir produciendo armas en lugar de salvar vidas humanas.

Cuando se le preguntó sobre la interpretación del actual "terremoto" en forma de pandemia, el Papa respondió que hay momentos de oscuridad en la vida. Con demasiada frecuencia pensamos que puede que no nos suceda a nosotros, sino a otra persona, en otro país, tal vez en un continente lejano. Ahora estamos todos en el túnel pandémico. El dolor y las sombras atravesaron la puerta de nuestras casas, invadieron nuestros pensamientos, atacaron nuestros sueños y planes. 

El mundo nunca volverá a ser el mismo. Pero es en esta desgracia donde debemos captar esos signos que pueden resultar piedras angulares de la reconstrucción. 

Por lo tanto, este tiempo de prueba puede convertirse en un tiempo de elecciones sabias y previsoras en beneficio de la humanidad, destacó el pontífice.

Cuidado del medioambiente y desigualdad
Cuando se le preguntó sobre los desafíos más urgentes a abordar en relación con la pandemia, Francisco señaló que las desigualdades y las perturbaciones en el medioambiente ya no pueden aceptarse con indiferencia. 

La manera de salvar a la humanidad pasa por repensar un nuevo modelo de desarrollo que reconozca como indiscutible la convivencia de los pueblos en armonía con la creación, en la conciencia de que cada acción individual no es aislada, en el buen o en el mal sentido, sino que tiene consecuencias para los demás, porque todo está conectado. 

Al cambiar la forma de vida que obliga a millones de personas, especialmente niños, a morir de hambre, podremos ser más moderados, permitiendo que los recursos se distribuyan de manera justa.

Durante la conversación, el Santo Padre afirmó que se llena de esperanza a partir de iniciativas y actividades de base de los movimientos populares, diversas asociaciones y organizaciones no gubernamentales, que presentan una nueva forma de ver nuestra "Casa Común", ya no como un almacén de recursos para ser explotados, sino como un jardín para ser amado y respetado a través de un comportamiento sostenible. 

A esto se suma la concientización entre los jóvenes, especialmente en los movimientos ambientalistas. Si no nos ponemos manos a la obra y cuidamos la Tierra de inmediato, a través de opciones personales y políticas radicales, a través de un giro económico hacia lo "verde" y dirigiendo el desarrollo tecnológico en esta dirección, tarde o temprano nuestra "Casa Común" nos arrojará por la ventana. No podemos perder más tiempo.

Unas finanzas más justas e inclusivas
El Papa cree que será posible curar el mundo de las finanzas y sus vínculos con la administración pública de la mentalidad especulativa predominante y restaurar su "alma" según los criterios de la justicia.

Entonces será posible perseguir el objetivo de reducir la brecha entre quienes tienen acceso al crédito y quienes no. Y si un día, que no está muy lejos, se crean las condiciones para que cada entidad económica invierta de acuerdo con los principios de ética y responsabilidad, tendremos el efecto de reducir el apoyo a las empresas nocivas para el medio ambiente y la paz. 

En el estado de la humanidad, es escandaloso seguir financiando una industria que no contribuye a la inclusión de los excluidos y promueve a los últimos, y que daña el bien común al contaminar el medio ambiente.

Según Francisco, es hora de eliminar la injusticia social y la marginación. Si usamos este proceso como una oportunidad, podemos prepararnos para el mañana bajo la bandera de la hermandad humana, para la cual no hay alternativa, porque sin una visión holística, no habrá futuro para nadie. 

Aplicando esta lección en la práctica, los líderes de las naciones, junto con los que tienen responsabilidad social, pueden conducir a los pueblos de la tierra hacia un futuro más próspero y fraterno. Los jefes de Estado podrían hablar entre ellos, enfrentarse más y acordar estrategias. Recordemos todos que hay algo peor que esta crisis: el drama de desperdiciarla. La salida de una crisis no es la misma: saldremos mejor o peor.

Violencia armada, pobreza y explotación: un círculo vicioso
El Santo Padre enfatizó que ya no podemos soportar el hecho de que seguimos fabricando y comercializando armas, gastando enormes cantidades de capital, que deberían gastarse en tratar a las personas, salvar vidas. 

Ya no se puede pretender que no ha existido un círculo vicioso dramáticamente entre la violencia armada, la pobreza y la explotación insensible e indiferente del medio ambiente. 

Es un círculo que impide la reconciliación, alimenta las violaciones de los derechos humanos y obstaculiza el desarrollo sostenible. Se necesita una acción política basada en la armonía internacional contra esta disonancia planetaria que está alimentando de raíz el futuro de la humanidad. Los seres humanos unidos fraternalmente somos capaces de enfrentar amenazas comunes, sin caer en acusaciones mutuas, instrumentalización de problemas, nacionalismo miope, propaganda de cierre.

La situación de la mujer
El Papa también llamó la atención sobre la situación de la mujer en el mundo moderno. Hizo hincapié en que las mujeres necesitaban ayuda con urgencia para criar a sus hijos y que no podían ser discriminadas en términos de salario y trabajo, ni perder sus puestos de trabajo debido a su género. 

Cada vez más se valora su presencia en el proceso de renovación social, política, profesional e institucional. Si somos capaces de brindarles condiciones positivas, podrán hacer una contribución decisiva a la recuperación de la economía y de las sociedades venideras, porque las mujeres hacen el mundo más hermoso y amigable. Y luego todos intentaremos volver a ponernos de pie, por lo que no podemos pasar por alto el hecho de que el renacimiento de la humanidad comenzó con una mujer. 

La salvación nació de la Virgen María, por lo tanto, no hay salvación sin la Mujer. Si tenemos el futuro en el corazón

Los niños y los jóvenes: esperanza de futuro
Durante el tiempo del Covid, el Santo Padre recomendó que los padres se acordaran de jugar con sus hijos. Están ansiosos por estos momentos de entretenimiento compartidos. Estas son las primeras "semillas de la educación".

Al jugar con el padre y la madre, el niño aprende a comunicarse con las personas, aprende sobre la existencia de reglas y la necesidad de respetarlas, gana una confianza en sí mismo que lo ayudará cuando salga al mundo. 

Al mismo tiempo, los niños ayudan a sus padres principalmente de dos maneras: para dar más valor a la duración de la vida y seguir siendo humildes. Para ellos, son principalmente padre y madre, el resto viene después: trabajo, viajes, éxitos y preocupaciones. Y esto los protege de la tentación del narcisismo y un ego desbordado.

Por otra parte el pontífice animó a los jóvenes a no sucumbir a la recesión económica, a seguir soñando con grandes cosas y a protegerlos de quienes se las quieren quitar: pesimistas, deshonestos y especuladores. 

Por supuesto, quizás nunca antes, como en el tercer milenio, las nuevas generaciones han pagado el precio más alto por la crisis económica, profesional, sanitaria y moral. Pero la autocompasión no te llevará a ninguna parte y la crisis será aún mejor. 

En cambio, al seguir luchando, como muchos ya lo están haciendo, los jóvenes no seguirán siendo inexpertos e inmaduros. No dejarán de buscar oportunidades. Y luego viene el conocimiento. Dios no puso a un hombre en la jubilación, de vacaciones o en el sofá, sino que lo envió a estudiar y trabajar.

Señaló que los jóvenes tienen frescura y fuerza para retomar las tareas básicas marcadas por Dios y así convertirse en hombres y mujeres de conocimiento, amor y misericordia. 

Al abrirse al encuentro y la sorpresa, podrán disfrutar de la belleza y los dones de la vida y la naturaleza, los sentimientos, el amor en sus diversas formas. Siempre avanzando para aprender de cada experiencia, difundiendo conocimientos y fortaleciendo la esperanza de los jóvenes, ellos tomarán las riendas de la vida en sus propias manos y al mismo tiempo introducirán las fuerzas vitales que desarrollarán la humanidad, haciéndola libre. Por tanto, aunque la noche parezca interminable, no debemos desanimarnos. +