El Papa en Mosul: la fe y la esperanza no se pueden ahogar en sangre

  • 7 de marzo, 2021
  • Mosul (Irak) (AICA)
Uno de los momentos clave, en el tercer día del Papa en Irak, es la oración del sufragio por las víctimas de la guerra en Mosul, una ciudad devastada por la furia del Estado Islámico.

Hosh-al-Bieaa, la plaza de las cuatro iglesias (sirio-católica, armenia-ortodoxa, sirio-ortodoxa y caldea) en Mosul es de alguna manera el símbolo de la voluntad del Estado Islámico de destruir un mundo -fueron destruidos entre 2014 y 2017- pero también es el lugar, dijo el papa Francisco al visitarla este domingo 7 de marzo, en el marco de su visita apostólica a Irak, desde donde invocar el perdón de Dios y pedir la gracia de la conversión.

En un Mosul en busca de la reconstrucción de edificios y corazones, Francisco invocó el perdón de Dios y la gracia de la conversión al tiempo que indicó que el camino es realizar el plan de amor y paz que el Señor tiene para el hombre. Un camino marcado por la esperanza que las experiencias de colaboración fraterna entre cristianos y musulmanes suscitan en los testimonios que preceden al saludo del Papa. 

Mosul fue, entre junio de 2014 y julio de 2017, la capital del Estado Islámico de la que huyeron medio millón de personas, entre ellas más de 120 mil cristianos. "La trágica disminución del número de los discípulos de Cristo, aquí y en todo el Medio Oriente -subrayó Francisco- es un daño incalculable no solo para las personas y comunidades afectadas, sino para la misma sociedad que dejan atrás", como "un tejido cultural y religioso tan rico en la diversidad que se ve debilitado por la pérdida de alguno de sus miembros”, por pequeño que sea.

"Estamos en la llanura de Nínive, en la orgullosamente autónoma región de Kurdistán. Se está reconstruyendo y los cristianos, aunque diezmados, están regresando". 

“Hoy -dijo Francisco- pese a todo, reafirmamos nuestra convicción de que la fraternidad es más fuerte que el fratricidio, que la esperanza es más fuerte que la muerte, que la paz es más fuerte que la guerra. Esta convicción habla con más elocuencia que la del odio y la violencia; y nunca podrá ser sofocado en la sangre derramada por los que pervierten el nombre de Dios caminando por senderos de destrucción”.

Es esa violencia en nombre de Dios que condenó tantas veces. Y aquí advirtió el Papa: “Si Dios es el Dios de la vida -y lo es-, no está permitido que matemos a nuestros hermanos en su nombre. Si Dios es el Dios de la paz, y lo es, no está permitido que hagamos la guerra en su nombre. Si Dios es el Dios del amor, y lo es, no nos es lícito odiar a nuestros hermanos”.

“Señor Dios nuestro -rezó el Papa- en esta ciudad dos símbolos atestiguan el deseo perenne de la humanidad de acercarse a ti: la mezquita Al-Nouri con su minarete Al Hadba y la iglesia de Nuestra Señora del Reloj. Es un reloj que desde hace más de cien años recuerda a los transeúntes que la vida es corta y el tiempo precioso. Enséñanos a comprender que nos has confiado tu proyecto de amor, paz y reconciliación, para que lo llevemos a cabo en el tiempo, en el corto lapso de nuestra vida terrena”. 

“Entendamos que solo poniéndolo en práctica sin demora se puede reconstruir esta ciudad y este país, y se pueden sanar los corazones desgarrados por el dolor”.

“Ayúdanos a no dedicar tiempo al servicio de nuestros intereses egoístas, personales o grupales, sino al servicio de tu plan de amor. Y cuando nos descarriamos concédenos que podamos escuchar la voz de los verdaderos hombres de Dios y arrepentirnos a tiempo, para no arruinarnos de nuevo con destrucción y muerte. Te encomendamos a aquellos cuya vida terrena ha sido acortada por la mano violenta de sus hermanos, y también te imploramos por los que han hecho daño a sus hermanos y hermanas: arrepiéntete, tocado por el poder de tu misericordia”.+

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