Mons. Ñáñez llamó a dejar nuestras necesidades en el corazón de María

  • 12 de febrero, 2021
  • Córdoba (AICA)
El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, presidió el 11 de febrero una misa en la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes.

El 11 de febrero, el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, presidió una misa con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo y la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes.

La celebración tuvo lugar en la parroquia Nuestra Señora de Lourdes y Santo Cura de Ars, de la ciudad de Córdoba, luego del rezo de un rosario para pedir por los enfermos. Los fieles que asistieron lo hicieron respetando los protocolos de bioseguridad.

En su homilía, monseñor Ñáñez destacó el “doble acontecimiento” del día de Nuestra Señora de Lourdes y la Jornada Mundial del Enfermo. El santuario de Lourdes, en Francia, destacó el prelado, y los distintos santuarios en diversas partes del mundo, también entre nosotros, especialmente en Alta Gracia, son lugares de peregrinación en donde se pide la intercesión de la Virgen Santísima frente a las necesidades de salud y otro tipo de necesidades, sabiendo que ella ruega por todos nosotros, por cada uno de nosotros”.

Respecto a la Jornada Mundial del Enfermo, el arzobispo se refirió al mensaje del Papa para este día. “El Papa, en primer lugar, hace memoria de los que a consecuencia del coronavirus perdieron la vida, para encomendarlos al Señor a su misericordia, para que los tenga junto a Sí y también para pedir a aquellos que han sufrido estas pérdidas, para que en la fe y en la cercanía del Señor y de la Santísima Madre, encuentren consuelo en el dolor”

“Pero también el Papa, no deja de reconocer la labor esforzada de tantos agentes sanitarios que han consagrado su vida, su acción en favor de los enfermos, y que lo han hecho en muchos casos hasta entregar la vida”, destacó, y entre ellos, señala el Santo Padre, podemos descubrir a “muchos santos de la puerta de al lado”.

“El Papa señala también que esta pandemia ha mostrado la fragilidad de muchos sistemas sanitarios, y entonces dirige una palabra de recomendación a las autoridades, para que atiendan a este tema, porque la salud es un bien común, primario”, añadió monseñor Ñáñez.

“Pero después el Papa centra su atención en la realidad de los enfermos, y nos invita a tener una actitud como la del Buen Samaritano, que no pasa de largo, que no se desentiende de quien lo necesita y lo socorre. Y llama también a la coherencia: es decir, no solamente tener discursos sino también acciones”.

“Pienso en la tarea de tantos agentes de Pastoral de la Salud y de ministros extraordinarios de la Comunión: Hacen una tarea muy valiosa”, reconoció. “La acción solidaria, compasiva, es un gesto que nos ayuda a todos, que nos desafía a tener esta actitud para con quien sufre la enfermedad, que según la Palabra de Dios, según el Evangelio, no es un castigo”, aclaró. “Son situaciones un tanto misteriosas, y en todo caso lo que el Señor quiere es que luchemos contra la enfermedad, que procuremos que todo el esfuerzo que hace cada uno personalmente, los allegados, los médicos, la ciencia por superar la enfermedad, eso es querido por Dios y bendecido por Él”. “Pero haciendo todo lo que está a nuestro alcance, tenemos que ponernos en manos de Dios”.

“También la enfermedad puede ser una oportunidad para redescubrir el sentido de nuestra propia vida: Venimos de las manos bondadosas de Dios y caminamos hacia un encuentro con Él en una fiesta que no tiene fin”, afirmó. “Eso tiene que estar arraigado en nuestro corazón, aun en medio de las dificultades”.

“En ese sentido, la presencia y la ayuda de la Virgen Santísima es sumamente importante”, consideró, y recordando el pasaje del Evangelio de las Bodas de Caná, destacó: “La Virgen se muestra entonces intercesora eficaz, se muestra también maestra, porque les dice a los sirvientes: ‘Hagan todo lo que Él les diga’. Nos lo está diciendo también a nosotros, ruega por nosotros, nos dice ‘Hagan lo que Jesús les diga’ y, sobre todo, se muestra como Madre cariñosa. ”Nadie refleja tanto el corazón misericordioso de Dios, después de Jesús, como la Virgen María. Ella es Madre cariñosa, nos cuida, sabe nuestras necesidades. A ella acudimos con frecuencia, hoy de modo especial la invocamos en nuestras necesidades. Hagámoslo de corazón, pongamos en sus manos, en su corazón, nuestra súplica, nuestras necesidades, en la seguridad de que ella nos va a alcanzar lo que necesitamos, como alcanzó lo que los novios necesitaban en la fiesta en Caná”.+