Domingo de la Palabra: "Desconectar el celular y abrir el Evangelio", aconseja el Papa

  • 24 de enero, 2021
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
En el Domingo de la Palabra de Dios, que se celebró . m por segundo año consecutivo, monseñor Rino Fisichella celebró la misa en el altar de la cátedra de la basílica de San Pedro.

En el Domingo de la Palabra de Dios, que se celebra desde 2020 el tercer domingo de enero, monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, presidió la Eucaristía en el altar de la cátedra de la basílica de San Pedro, en ausencia del papa Francisco, quien se encuentra impedido por un recurrente dolor en la ciática.

La homilía, preparada por el Santo Padre y leída por monseñor Fisichella, se centró en una invitación a “llevar siempre con nosotros la Palabra de Dios” y “pedir al Señor la fuerza de apagar la televisión y abrir la Biblia; de desconectar el celular y abrir el Evangelio”.

El centro del mensaje de Jesús, señaló el Santo Padre en su reflexión, fue que “Dios está cerca” y destacó que “su Reino ha bajado a la tierra". Al respecto, detalló: "Dios no está -como muchas veces estamos tentados de pensar- allá arriba en los cielos, lejos, separado de la condición humana, sino que está con nosotros. El tiempo del distanciamiento terminó cuando en Jesús Dios se hizo hombre. Desde entonces, Dios está muy cerca; nunca se separará ni se cansará jamás de nuestra humanidad”.

Y así como el núcleo del anuncio de Jesús es que “Dios está cerca”, debe ser también “la constante de la vida y del anuncio cristiano”, señaló el Papa, y añadió que “antes de nada, se necesita creer y anunciar que Dios se ha acercado a nosotros, que hemos sido agraciados, ‘misericordiados’. Antes de cualquier palabra nuestra sobre Dios está su Palabra para nosotros, que continúa diciéndonos: ‘No temas, estoy contigo. Estoy y estaré cerca de ti’”

En palabras del Santo Padre, monseñor Fisichella señaló que la Palabra de Dios nos permite constatar esta cercanía y nos infunde esta paz, “pero no deja en paz”. “Es una Palabra de consolación, pero también de conversión. «Conviértanse», dijo Jesús justo después de haber proclamado la cercanía de Dios. Porque con su cercanía terminó el tiempo en el que se toman las distancias de Dios y de los otros, terminó el tiempo en el que cada uno piensa sólo en sí mismo y sigue adelante por su cuenta”. Y añadió: “Esto no es cristiano porque quien experimenta la cercanía de Dios no puede distanciarse del prójimo, no puede alejarlo con indiferencia”.

“Veamos ahora a quién habla Jesús” leyó Fisichella. “En primer lugar se dirigió a los pescadores de Galilea. Eran personas sencillas, que vivían del fruto de sus manos, trabajando duramente noche y día. No eran expertos en las Escrituras y no sobresalían seguramente por la ciencia y la cultura. Habitaban una región variopinta, con diferentes pueblos, etnias y cultos. Era el lugar más lejano de la pureza religiosa de Jerusalén. Pero Jesús comienza desde allí, no desde el centro, sino desde la periferia; y lo hace para decirnos también a nosotros que nadie está al margen del corazón de Dios. Todos pueden recibir su Palabra y encontrarlo personalmente”.

El papa Francisco pone este ejemplo para explicar que Jesús no atrajo a sus discípulos con discursos elevados e inaccesibles, sino que hablaba sus vidas: a unos pescadores de peces les dijo que serán pescadores de hombres. “Si les hubiera dicho: 'Vengan detrás de mí y los haré apóstoles, serán enviados en el mundo y anunciarán el Evangelio con la fuerza del Espíritu, los matarán pero serán santos', podemos imaginar que Pedro y Andrés le habrían respondido: 'Gracias, más bien preferimos nuestras redes y nuestras barcas'", reconoció.

Sin embargo, Jesús los llama a partir de su vida: “Son pescadores, se convertirán en pescadores de hombres”. “Con esta frase descubrirán paso a paso que vivir pescando peces era de poco valor, pero remar mar adentro desde la Palabra de Jesús es el secreto de la alegría. Así hace el Señor con nosotros, con su Palabra quiere hacernos cambiar de rumbo, para que dejemos de ir tirando y vayamos mar adentro en pos de Él”, destacó.

Finalmente, la reflexión de Francisco invita a llevar siempre con nosotros la Palabra de Dios: “Llevémosla siempre con nosotros, en el bolsillo, en el teléfono; démosle un sitio digno en nuestras casas. Pongamos el Evangelio en un lugar donde nos recordemos abrirlo cada día, si es posible al inicio y al final de la jornada, de modo que entre tantas palabras que llegan a nuestros oídos llegue al corazón algún versículo de la Palabra de Dios”. Y para poder hacer esto, “pidamos al Señor la fuerza de apagar la televisión y abrir la Biblia; de desconectar el celular y abrir el Evangelio”, concluye.

Durante la misa, se realizó el rito de la “entronización de la Palabra” después de la lectura del Evangelio. Al finalizar la celebración, monseñor Fisichella, en representación del Santo Padre, entregó la Biblia a diferentes personas, entre ellas un deportista con su familia, una estudiante del Istituto Bíblico, a dos catequistas, a dos jóvenes que recibieron la Confirmación recientemente, a un seminarista de Sudán del Sur que se prepara para el ministerio del lectorado, a un médico especialista en enfermedades infecciosas y a una persona ciega, que recibió el Evangelio de Marcos en braille.+