La Iglesia está muy desafiada y tiene que responder, afirmó Mons. Castagna

  • 6 de enero, 2021
  • Corrientes (AICA)
El obispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, brindó una entrevista radial, centrada en lo sucedido con la ley de aborto.

A raíz de la aprobación de la ley de aborto en el Senado, el obispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, se pronunció en una entrevista en el programa "Dialogando...con Liliana Romero", que se emite por Radio Sudamericana de la ciudad de Corrientes.

En sus palabras, consideró que “del árbol sabemos los frutos” y que “era un poco lo que se esperaba”. Además, señaló que se trata de una ley “propuesta imprudentemente” por el Gobierno Nacional, y consideró que la Iglesia tiene una deuda con su pueblo, que "quiere y necesita ser evangelizado". Finalmente, aseguró que reza por los legisladores que votaron a favor del aborto.

Texto completo de la entrevista
- Monseñor, estuvo siguiendo usted este tratamiento legislativo, el proyecto sobre el aborto.

- Sí, en buena parte. No seguí toda la discusión de toda la noche, lógicamente. Pero escuché algunas cosas. Era un poco lo que se esperaba. Del árbol sabemos los frutos ¿No? Y por lo tanto los frutos son estos. 

Los legisladores, en parte porque está un poco agrietado, mitad y mitad, pero una parte de ese grupo de legisladores, evidentemente iba a imponer esa ley. Esta ley propuesta imprudentemente por el Gobierno nacional. Pero ese es un tema que yo no quiero abusar en este momento, ni me corresponde hacerlo. Sólo digo que fue un momento difícil para todos, sobre todo para los que no piensan de esa manera, que es una buena parte de la población. 

El otro día estaba leyendo las encuestas en Corrientes, el 72% de los correntinos estaba en desacuerdo con ese proyecto. Por lo tanto, es mucho decir. Cuando la política que está imperando, conduce el destino del país de manera arbitraria, se imponen leyes y disposiciones, aunque estén en contra del pensar del pueblo o del sentimiento más profundo de un pueblo que tiene su historia cultural, filosófica, religiosa particularmente.

Una de las cosas que yo más lamento es que quieran confundir la contrapuesta de ese proyecto, la interrupción voluntaria, (mal dicho interrupción). No es una interrupción, directamente es una supresión de la vida de otro ser humano. No hay interrupción. Cuando se interrumpe algo, se puede recomenzar. En este caso ya no se puede recomenzar más, lógicamente. Esta es la realidad. Ahora tenemos que reaccionar sensata, prudente y responsablemente ante una situación así. Y para mí, de parte de la Iglesia, lamentablemente se vio todo como si fuese un proyecto de la Iglesia contra un proyecto del gobierno, y no es así. 

La Iglesia está defendiendo algo que está defendiendo mucha gente que incluso no cree, pero que están convencidos profundamente de que esta es la verdad. Así que por eso, el otro día escuché uno de los discursos, una autocalificada católica, muy resentida contra la Iglesia, y pasó su discurso entero contra la Iglesia. En lugar de decir: vamos a afrontar el problema que nos trae esto, era todo contra la Iglesia. 

La iglesia se equivocó muchas veces, es verdad. A veces los hombres de la Iglesia nos equivocamos, muchas veces, como pasa en todas las instituciones humanas. Pero de ahí a confundir, me parece que es una cosa grave. Y sobre todo en una persona que evidentemente se notaba que tenía una formación cristiana, recibida ya desde la educación con la primaria, colegio religioso, parecería una vida religiosa práctica, pero bueno, ¿Qué pasa acá? ¿Qué es lo que pasa? Yo hace mucho estoy pensando en esto. Yo creo que en la Iglesia tenemos una gran deuda, la Iglesia argentina, con respecto a nuestro pueblo argentino. Esto es, renovar la catequesis, la evangelización de nuestro pueblo. Nuestro pueblo quiere y necesita ser evangelizado por su Iglesia. 

-La Iglesia puertas adentro ¿se hará un planteo? Este tema lo vengo hablando con usted hace tiempo ¿Necesitan reformar su política? En cuanto a tener esa conexión y cercanía con el pueblo ¿No? Y asumir también errores.

-Claro, lógicamente. Yo creo que la Iglesia, desde hace más de 50 años, comenzó una seria autocrítica. Y además, con su consecuente toma de posesión de cambios profundos, a veces muy difíciles, muy controvertidos dentro de la Iglesia. Usted sabe muy bien y ahora mismo pasa. Tenemos más de 50 años, casi 60, donde va creciendo esa bola formidable de autoexamen, de búsqueda de respuestas concretas en un mundo que ha evolucionado y está evolucionando vertiginosamente. Ese mundo necesita de la iglesia, sobre todo los cristianos, pero también todo el mundo. Necesitan una palabra fuerte, seria, iluminadora, transformadora y orientadora en momentos tan difíciles como estos, donde los valores pueden quedar totalmente diluidos en tantas cosas, hasta en un vacío espeluznante. Por eso yo creo que sí, es verdad, la Iglesia está muy desafiada y creo que la Iglesia tiene que aceptar el desafío, es su responsabilidad delante de Dios y del pueblo. Tiene que aceptar el desafío y responder con todo lo que tenga y pueda. Con toda la energía de sus miembros y sobre todo, con la fuerza formidable de sus santos que están callados, silenciosos, pero que están animando desde dentro del proceso de transformación de un mundo que necesita reorientarse al cumplimiento de su verdadera vocación en el Misterio de Dios, que es su creador. 

Si la Iglesia va perdiendo fieles o a lo mejor va perdiendo terreno, es responsabilidad propia, no ajena. El planteo no es desde esa perspectiva. No tenemos que ser una ONG, que puede crecer o decrecer en su prestigio y en su presión numérica. No es así. No es por ese lado que se plantea la cosa.

  -Y por dónde entonces?

 -No nos preocupa que la gente, de pronto, se está perdiendo. No estamos perdiendo gente, quizás estamos perdiendo la orientación de iluminar a la gente. Esa es otra cosa. Yo creo que la Iglesia tiene que seguir cumpliendo la misión recibida de su fundador. Enseñando todo lo que Él nos enseñó, tenemos que retomar el Evangelio y revitalizarlo delante de él, delante de su luz. Yo creo que eso es fundamental. A mí no me asusta tanto que haya pérdida de números, a mí lo que más me preocupa que nosotros no cumplamos con nuestra labor propia o que nos distraigamos de nuestra propia misión. Distraídos por un mundo que nos quiere llevar por otro lado y no al cumplimiento de nuestra labor específica, hablo de toda la iglesia. 

- Que la evangelización realmente llegue al pueblo, llegue a la gente, a las personas, más que esto de “perdemos 10, recuperamos 5”.

-Exactamente. Es importante que nosotros no nos distraigamos de nuestra labor específica, de la misión que el Señor nos ha encomendado como Iglesia. Toda Iglesia, comenzando por los pastores, lógicamente, que son los animadores de este pueblo de Dios, que debe cumplir su misión con ellos, no sin ellos. Por eso también está esa confusión tremenda de identificar la Iglesia con los pastores y no es así, la iglesia son todos los bautizados. Todo bautizado es miembro de la  Iglesia, aunque sea un pequeñito recién bautizado. Por eso yo creo que por ahí hay confusiones con respecto al Misterio de Dios, la arqueología de la Iglesia. 

-No quedarse con aquellos métodos, lo mismo con la liturgia, lo mismo con esta modernidad y la formación de los niños, no es la misma de la que tuve yo y la que tuvo usted.

-Claro, lógicamente. Yo creo que hay que renovarla permanentemente y por eso tenemos que tener gente muy capacitada, que permanentemente esté alerta renovando esos esquemas. Sin descuidar lo esencial, hay cosas esenciales en la Iglesia, lógicamente, como las palabras fundamentales. Tiene esquemas filosóficos rígidos o  ideológicos. No es ideológico, es la palabra y la palabra de Jesucristo, que es una persona, es Dios hecho carne. Eso es fundamental. Estaba escuchando y leyendo el otro día una hermosísima homilía de San Pablo VI sobre la Sagrada Familia, donde claramente tenía la misión de la familia en el mundo actual. La misión de cada uno de los miembros de la familia, de los padres, las madres y los hijos. Yo creo que es muy importante y tenemos que volver a eso. Salir un poco de la estratósfera y llegar a pisar la tierra. Esa tierra que no es fácil, usted sabe que yo procuro al menos tener un oído en el pueblo y el otro puesto en el Evangelio. Procuro hacerlo siempre. Y a veces es por eso que tengo algunas apreciaciones que son fuertes, pero que son auténticas, porque es lo que yo veo de la realidad. Es decir, tenemos una responsabilidad, ante una realidad que es nuestra realidad. 

-¿Cuántos años está por cumplir usted en enero?

-90 años.

-¿Qué lo mantiene tan activo y con tanta fuerza?

-La gracia de Dios. Te acordás cuando San Pablo decía: "Por la gracia de Dios, soy el que soy". Y me acuerdo cuando me hicieron Ciudadano Ilustre, tuvieron esa ocurrencia tan generosa, tan del pueblo correntino, yo hice referencia a esa frase de San Pablo y dije: "Por la iglesia, soy lo que soy". Quiero atribuir a la Iglesia esos honores que se me están haciendo. A la Iglesia de Dios toda y por lo tanto al más pequeñito bautizado, hasta mi hermano arzobispo sucesor en el gobierno de la Iglesia de Corrientes. Pero sí, tengo ánimo. 

Yo creo que proviene de Dios, de la Eucaristía que celebro diariamente, ante la cual yo paso en mi oratorio una hora de profunda oración de estar con el Señor. También la protección de la Virgen es muy fuerte en mi vida, lo sigue siendo y lo seguirá siendo hasta que me muera. El otro día me enteré de que un señor cumplió 104 años y ya es mucho tiempo. Mientras tanto sí, al servicio de la Iglesia desde lo que puedo. Con mi fuerza un poco deteriorada, cosa que es natural. 90 años no son pocos, pero seguiré trabajando, tengo la mente clara, puedo escribir, hablar, encontrarme con la gente y yo creo que eso es muy importante. Tenga la seguridad querida Liliana, que nuestro pueblo, el pueblo de Dios que transita en la Argentina y concretamente, en Corrientes, me va a tener siempre como su mejor servidor. Como su humilde servidor hasta que me muera y después con intercesor en la eternidad.

-Podría pensar que usted iba a tener un discurso en contra de los políticos que han votado a favor del aborto, sin embargo hace una mirada interna a su Iglesia.

-Sí, seguramente. Y más aún le digo, veo que los que tienen responsabilidad un poco de todo esto, me dan mucha pena. Rezo por ellos particularmente, porque muchos de ellos se dicen católicos y deben serlo, pero aquí hay algunas contradicciones. Ser católico y comportarse como católico, no es lo mismo. Yo creo que hay códigos en la vida y en la fe, que hay que respetar para decirse adherente a estos principios, dogmas y visión de la realidad y del mundo. Por eso yo rezo mucho por ellos, por nuestra Patria, por nuestros gobernantes. Yo no estoy de acuerdo con muchísimas cosas de lo que está pasando, pero rezo por ellos, porque yo creo que no sería una solución vivir criticándoles a ellos. Yo creo que ellos necesitan mi oración, no mi crítica. Y yo se las doy, por amor al pueblo argentino. Por amor al pueblo argentino.+