Santa Sede: Garantizar las vacunas para todos es una cuestión de justicia

  • 29 de diciembre, 2020
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Documento conjunto de la Comisión Vaticana Covid-19 y la Academia Pontificia para la Vida, difundido hoy sobre el papel fundamental de las vacunas contra el coronavirus.

Las vacunas se desarrollaron como un bien público y deben proporcionarse a todos de manera justa y equitativa, dando prioridad a quienes más las necesitan, es lo que destacan la Comisión Vaticana Covid-19 y la Academia Pontificia para la Vida, en un documento conjunto, difundido hoy por la Oficina de Prensa de la Santa Sede en el que subrayan el papel fundamental de las vacunas en la derrota de la pandemia.

Haciéndose eco del reciente mensaje de Navidad del Papa, el texto insta a los líderes mundiales a resistir la tentación de adherirse a un “nacionalismo de la vacuna” y a los estados nacionales a cooperar. Las vacunas, para que “iluminen y den esperanza al mundo entero”, dijo el Pontífice el 25 de diciembre, “deben estar disponibles para todos”. 

Principios
La justicia, la solidaridad y la inclusión son los principales criterios que se deben seguir para hacer frente a los desafíos que plantea esta emergencia planetaria. 

La brújula imprescindible es, por tanto, el amplio horizonte que se vincula a los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, “como la dignidad humana y la opción preferencial por los pobres, la solidaridad y la subsidiariedad, el bien común y la custodia de la casa común, la justicia y el destino universal de los bienes”.

Investigación, producción y materiales biológicos
No es sólo el momento final de la administración de la vacuna lo que hay que considerar. Debe considerarse todo su “ciclo de vida”. Las primeras etapas de este camino se refieren a la investigación y la producción. Una cuestión, que se plantea con frecuencia, se refiere a los materiales biológicos utilizados en el desarrollo de vacunas. 

“De la información disponible -dice el documento- se desprende que sólo algunas de las vacunas que ahora están a punto de ser aprobadas emplean en varias etapas del proceso líneas celulares de fetos abortados voluntariamente hace unos decenios, mientras que otras sólo las utilizan en fases puntuales de pruebas de laboratorio”. 

Sobre este tema -abordado con referencia a las vacunas anti-Covid19 también en la reciente nota, aprobada por el papa Francisco, de la Congregación para la Doctrina de la Fe- la Academia Pontificia para la Vida descartó “que exista una colaboración moralmente relevante entre quienes utilizan hoy estas vacunas y la práctica del aborto voluntario”. 

Por lo tanto, el documento dice que “todas las vacunas clínicamente recomendadas pueden ser utilizadas con la conciencia segura de que el uso de tales vacunas no significa una especie de cooperación con el aborto voluntario”.

Patentes
Relacionada con el tema de la producción está también la cuestión de la patente de la vacuna, no un recurso natural sino “una invención producida por el ingenio humano”. 

Dada su función, subraya el documento, es muy apropiado interpretar la vacuna “como un bien al que todos tienen acceso, sin discriminaciones, de acuerdo con el principio del destino universal de los bienes, también mencionado por el papa Francisco”. 

El único objetivo de la explotación comercial “no es éticamente aceptable en el campo de la medicina y la atención de la salud”. “Las inversiones en el campo de la medicina deben encontrar su significado más profundo en la solidaridad humana”. 

Es necesario identificar “sistemas apropiados que fomenten la transparencia y la colaboración, en lugar del antagonismo y la competencia”. 

Y debemos superar todas las formas de “nacionalismo de la vacuna” relacionadas con el intento de los diferentes Estados de “tener su propia vacuna más rápidamente”. 

La producción industrial de la vacuna podría convertirse en “una operación colaborativa entre los Estados, las empresas farmacéuticas y otras organizaciones”.

Aprobación y administración
Después de las fases experimentales, otro paso crucial es la aprobación, en condiciones de emergencia, de la vacuna por parte de las autoridades encargadas “que permiten su puesta en el mercado y su utilización en los diferentes países”. “Es necesario coordinar los procedimientos necesarios para lograrlo y promover el reconocimiento mutuo entre las autoridades reguladoras”. 

La distribución de vacunas también requiere un conjunto de herramientas que permitan la “accesibilidad universal”. 

Es necesario elaborar un programa de distribución “que tenga en cuenta la colaboración necesaria para hacer frente a los obstáculos logísticos-organizativos en zonas inaccesibles (cadena de frío, transporte, personal sanitario, utilización de nuevas tecnologías, etc.)”. La Organización Mundial de la Salud sigue siendo “un importante punto de referencia que debe reforzarse y mejorarse en los aspectos que están resultando insuficientes y problemáticos”.

Vacunación y cuestiones éticas
En cuanto a la responsabilidad moral de someterse a la vacunación, la Comisión Vaticana Covid-19 y la Academia Pontificia para la Vida reiteran que esta cuestión implica “una relación entre la salud personal y la salud pública, mostrando su estrecha interdependencia”. 

El rechazo de la vacuna también puede suponer un riesgo para los demás. 

“Esto es cierto incluso si, a falta de una alternativa, la motivación era evitar beneficiarse de los resultados de un aborto voluntario”.  

Se recuerda, entre otras cosas, que “el hecho de enfermarse lleva a un aumento de las hospitalizaciones que sobrecarga a los sistemas de salud, hasta un posible colapso, como está ocurriendo en varios países durante esta pandemia, lo que dificulta el acceso a la atención médica, una vez más a expensas de los que tienen menos recursos”.

Plan de acción
Una vacuna segura y eficaz, disponible para todos y con un precio que permite una distribución equitativa. Estas son las prioridades para asegurar un tratamiento integral que “tenga en cuenta y valorice” también las situaciones locales: “se desarrollarán recursos -se lee en el documento- para asistir a las Iglesias locales en la preparación de esta iniciativa y de los protocolos de tratamiento para comunidades particulares”. 

La Iglesia se pone al servicio de “la curación del mundo” utilizando sus voces, extendidas por todo el planeta, “para hablar, exhortar y contribuir a asegurar que las vacunas y los cuidados de calidad estén disponibles para nuestra familia mundial, especialmente para las personas vulnerables”.

Construir un mundo post-Covid
El prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, cardenal Peter Turkson, expresó su gratitud “a la comunidad científica por haber desarrollado la vacuna en un tiempo récord”. “Ahora depende de nosotros asegurarnos de que esté disponible para todos, especialmente para los más vulnerables”. 

"Es una medida de justicia. Debemos demostrar, de una vez por todas, que somos una única familia humana.”

El arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida, subrayó que la pandemia puso de relieve la condición de “interconexión que une a la humanidad”.+

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