Ibicuy de fiesta por la primera ordenación de un diácono permanente

  • 27 de noviembre, 2020
  • Ibicuy (Entre Ríos) (AICA)
El obispo de Gualeguaychú, monseñor Héctor Zordán, ordenó diácono a Ignacio Esteban Gauna en la parroquia Nuestra Señora de Luján y le recordó cuál es su misión.

El obispo de Gualeguaychú, monseñor Héctor Zordán MSsCc, ordenó diácono permanente a Ignacio Esteban Gauna en el marco de una celebración eucarística en la parroquia Nuestra Señora de Luján, de la ciudad entrerriana de Ibicuy, el pasado domingo 22 de noviembre.

El nuevo diácono, de 49 años, casado y con cuatro hijos, es oriundo de Corrientes pero reside en Ibicuy desde hace 17 años. Es la primera ordenación que se realiza en este pueblo del sur entrerriano por lo que la celebración se convirtió en un hecho significativo para la comunidad.  

Con los cuidados y restricciones derivados de la pandemia, la misa fue transmitida por las redes sociales para quienes no podían asistir presencialmente, especialmente familiares y amigos que viven en otras localidades.

En su homilía, monseñor Zordán destacó que una ordenación es una riqueza para toda la Iglesia. “Es una riqueza en el orden del hacer: por la actividad y el servicio que va a desarrollar” De hecho, sostuvo, “es verdad que la presencia de un diácono en una comunidad es valiosa por lo que hace ayudando al obispo y al presbítero”.

“Pero la presencia de un diácono es una riqueza más bien en el orden del ser: por lo que es; por lo que está llamado a testimoniar, a ser signo. Por la ordenación diaconal, la persona está 'identificada', 'configurada' con Jesús-Servidor, el 'que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud'; y desde ese momento es un signo de su presencia entre nosotros. Signo de la presencia de Jesús-Servidor en su familia; signo de la presencia de Jesús-Servidor en su ambiente laboral; signo de la presencia de Jesús-Servidor en el barrio, en el vecindario; signo de la presencia de Jesús-Servidor con su ministerio en la comunidad cristiana. En cada gesto suyo, en cada palabra, en cada actitud, en cada acción debe resplandecer la imagen, transparentar la presencia de Cristo-Servidor”.

El prelado subrayó que “es por eso que la del diácono no es una 'tarea' en la comunidad, sino una 'misión', que se expresa en el modo de vivir, en el modo de pensar, en los criterios, en las actitudes, en las decisiones que tome…, y hasta en el modo de reaccionar cotidianamente. Obviamente, también se expresa en lo que hace para la comunidad, en su servicio ministerial”.

“Voy a decir algo fuerte y arriesgado: si faltaran los diáconos, la diócesis no sería la misma; podríamos decir que nos está faltando el testimonio de un aspecto del misterio de Cristo. Nos estaría faltando que el rostro de Cristo-Servidor esté resplandeciendo más claramente en medio de nuestra comunidad".

"Y al mismo tiempo nos estaría faltando una vocación, la del casado-diácono –con su fuerte inserción en la familia, en lo laboral y en el vecindario, y su tan lindo y provechoso servicio en la comunidad cristiana– que enriquece tan bellamente la comunidad de la Iglesia”.

“Gracias, Esteban, por haber prestado oído al llamado del Señor; gracias por tu disponibilidad y tu servicio. Desde hoy te vamos a mirar de un modo particular porque necesitamos que nos recuerdes permanentemente, como un signo profético, la presencia de Jesús-Servidor entre nosotros y la dimensión servicial que tiene toda vocación cristiana”.+