La diócesis de La Rioja tiene un nuevo sacerdote

  • 16 de noviembre, 2020
  • La Rioja (AICA)
El obispo de La Rioja, monseñor Dante Gustavo Braida, presidió la misa en la que fue ordenado sacerdote el joven Lucas Santiago Barroso.

En una misa presidida por el obispo de La Rioja, monseñor Dante Gustavo Braida, el 15 de noviembre en la catedral y santuario de San Nicolás de Bari, el joven Lucas Santiago Barroso recibió la ordenación sacerdotal.

En su homilía, el obispo destacó que mediante la ordenación, “Lucas recibe de parte del Señor este inmenso don de ser sacerdote de su Pueblo”, lo que significó “alegría de Lucas compartida con su familia y con los hermanos y hermanas aquí presentes, y otros que nos siguen por diferentes medios”.

El prelado saludó en especial “a la comunidad de Chepes y de Los Llanos, también a los hermanos de San Juan donde Lucas se formó en el Seminario”. 

Al reflexionar sobre el llamado de Dios al sacerdocio, monseñor Braida expresó: “Lucas está aquí hoy porque se sintió llamado por Dios. En su vida familiar, en su camino de vida parroquial y de maduración en la fe fue descubriendo el llamado gratuito de Dios para una vida consagrada a Él y al servicio de su pueblo”, y comparándolo con la liturgia, señaló: “Así fue también la experiencia del profeta Jeremías que, como recién escuchamos, percibió las palabras del Señor que le decía: «Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones»”.

“Tu vida, Lucas, y toda vida tienen un valor y una dignidad inalienable desde el instante de ser concebida. Ya desde allí Dios tiene un sueño y una vocación para edificar su Reino. Por eso es una gran responsabilidad de toda persona discernir el llamado de Dios y responder con generosidad”, consideró. “Sin dudas que también en ese discernimiento se experimentan dudas, fragilidad y pequeñez. Por eso es muy necesario comprender que la vocación sólo puede realizarse si se asienta en Dios que, como Jeremías, también hoy nos alienta diciéndonos: ‘No temas…porque yo estoy contigo…’”, afirmó.

“El Evangelio destaca que el Dios que nos da la vida y una vocación, nos llama al mismo tiempo a una misión y para llevarla adelante deposita en nosotros talentos, capacidades… Él nos los dona gratuitamente, porque nos ama entrañablemente… y espera de ellos frutos, espera que se desarrollen, espera que, con los talentos recibidos, obremos el bien a los demás, que manifestemos con ellos su amor a otras personas”, destacó el prelado.

“Bien lo destacaba San Pablo en la segunda lectura: ‘Sobre todo, ámense profundamente los unos a los otros… Pongan al servicio de los demás los dones que han recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios’”, recordó. “Por eso se trata de compartir lo que hemos recibido gratuitamente”, sostuvo.

“Una gran tentación en la vida es apropiarnos de los dones recibidos y usarlos a nuestra manera o para provecho propio o al servicio de nuestras ideas, o viviendo una vida de modo autorreferencial considerando de algún modo que ‘en mí todo comienza y termina’. Esto tiene que ver con aquel que ha enterrado el talento y que Jesús, en la parábola, recrimina fuertemente”, advirtió.

“En un ministro de la Iglesia ese amor a los hermanos del que habla San Pablo, se expresa sobre todo en el servicio generoso al Pueblo de Dios, estando atento a sus búsquedas, necesidades y deseos más profundos. Jesús mismo se presentó como aquel que ‘no vino a ser servido sino a servir y dar la vida en rescate de muchos’ y en la última cena lo expresó lavando Él mismo los pies a sus discípulos diciéndoles luego ‘les he dado el ejemplo para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes’”, destacó, frase que Lucas ha tomado para su lema de ordenación. 

“Inspirado en este mandato de Jesús, cuando llegó a La Rioja, decía el beato Angelelli: ‘No vengo a ser servido, sino a servir; a todos, sin distinción alguna de clases sociales o modos de pensar o de creer. Como Jesús, quiero ser servidor de nuestros hermanos los pobres; de los que sufren espiritual o materialmente; de los que reclaman ser considerados en su dignidad humana, como hijos del mismo Padre que está en los cielos; de los que reclaman el afecto y la comprensión de sus hermanos…’”, citó el obispo. 

“Querido Lucas y todos los que fuimos llamados a ejercer un servicio en la Iglesia: renovemos cada día nuestra acción de gracias por los dones recibidos de Dios y renovemos, a su vez, nuestro compromiso con una entrega generosa al Pueblo de Dios”, animó.

“Ese servicio al Pueblo de Dios, si verdaderamente es evangélico, siempre debe expresarse de modo preferencial en el servicio a los más pobres. Hoy destacamos este aspecto al vivir la Jornada mundial de los Pobres. Si no queremos perder el rumbo de la vida cristiana y sacerdotal es necesario que nuestra mirada y corazón estén de un modo directo vinculados con la realidad de los más pobres”, aconsejó.

En ese sentido, llamó a “generar comunidades fraternas, donde siempre al crecimiento personal lo busquemos junto con otros” y a “construir vínculos fraternos con el espíritu del Buen Samaritano”, tal como exhorta el Papa en su última encíclica.

“Lucas, en este poco tiempo de incorporación al Clero has ido viendo que todos queremos apostar a una fraternidad más profunda en el presbiterio. Es necesario que con tu chispa de sacerdote joven puedas sumarte, comprometerte y aportar mucho en este sentido. Esto contribuirá enormemente para generar una buena base para hacer de la Iglesia una familia que crezca con estilo sinodal”, aseguró.

“Para no perder el rumbo de nuestras vidas también es indispensable crecer en nuestra amistad con el Señor. Crecer en una experiencia cada vez más profunda de encuentro con Dios donde siempre descansemos en Él, sosteniendo tiempos sustanciales de oración, es clave para vivir en plenitud la vocación y misión que se nos ha confiado”, aseguró. 

Finalmente, recordando el centenario de la aureolización de la imagen de San Nicolás, y a poco más de un año de la beatificación de los mártires riojanos, monseñor Braida expresó: “La santidad es el llamado común que recibimos todos los bautizados. Por diversos caminos vamos hacia esa plenitud de vida que todos anhelamos. Esta vocación recibida, Lucas, es para una vida plena y para la santidad, y para que puedas servir al pueblo de Dios de tal modo que esa vida plena, que sólo Cristo nos puede dar, se manifieste en todos”.

“Que Jesús Buen Pastor te conceda el gozo y la alegría de servirlo siempre con alegría y fidelidad. Y que la Virgen del Valle, en este año mariano, te cubra con su manto, su consuelo te fortalezca en las dificultades y su ternura te consuele en todo momento”, concluyó.+

» Texto completo de la homilía