A 290 años, recuerdan la creación de la parroquia del Pago de la Otra Banda del Paraná

  • 22 de octubre, 2020
  • Paraná (Entre Ríos) (AICA)
La parroquia del Pago de la Otra Banda del Paraná celebra el 23 de octubre su 290° aniversario. En ese marco, la profesora Celia Godoy escribió un artículo histórico que se remonta a su creación.

En ocasión del 290° aniversario de la creación de la parroquia del Pago de la Otra Banda del Paraná, la arquidiócesis de Paraná compartió la primera entrega de un artículo histórico escrito por la responsable del Archivo Arquidiocesano, profesora Celia Godoy.

En aquel tiempo, había una pequeña población en la Bajada del Paraná asistida espiritualmente por los curas de Santa Fe que de vez en  cuando enviaban algún sacerdote que desempeñaba funciones religiosas. En el lugar se levantó una capilla dedicada a la Inmaculada Concepción, en  el mismo sitio que ocupa hoy la catedral. Rancho de paja y pobre de elementos de culto, que atendió desde 1718 el presbítero Miguel de Barcelona durante 13 años. Solamente celebraba misa pero no administraba los sacramentos.

El artículo, que compartimos a continuación, fue preparado por la profesora Godoy en el marco del Año Mariano Nacional, y se remonta a aquel momento histórico.

El artículo
En las cercanías de cada 7 de octubre recordamos la llegada de nuestra Patrona y Fundadora a lo que hoy es la ciudad de Paraná. Cada año recordamos el pobre caserío que se formó alrededor de la incipiente capilla de barro y paja, sumamente precaria donde el padre Miguel de Barcelona venía dando misa y predicando desde los primeros años del siglo XVIII.

Este año con motivo del Año Mariano Nacional y que viajaría al encuentro de Catamarca, para contar la historia de nuestra Virgen, comencé esta investigación tratando de conocer más allá de 1730, y ver qué rastros podía encontrar de la presencia de esta imagen especial que hoy veneramos en nuestra catedral

Para eso volvemos a remontarnos a la llegada de Garay y las familias que acompañaron este poblamiento, ya que se supone que con ellos llegó  nuestra imagen.

El 15 de noviembre de 1573 cuando Juan de Garay, por encargo del gobernador de Asunción, deja oficialmente fundada la ciudad, en la barranca occidental del río de los Quiloazas, hoy río San Javier, gran parte del territorio entrerriano queda bajo jurisdicción de su cabildo y desde ahí comienza en forma lenta y difícil la ocupación de la costa entrerriana.

¿Y por qué nos remitimos a  Garay? Porque el 7 de diciembre de 1580 Juan de Garay le otorgó a Antón Martín, criollo que integró la expedición que fundara la antigua ciudad de Santa Fe, la escritura de las tierras rinconeras, todos sabemos que nuestra imagen vino de la iglesia del Rincón de Santa Fe.

Hasta la llegada de los españoles, los chaná timbúes, los quiloazas, los colastinés y los mocoretás cazaban y pescaban en esta zona. Pero la primera persona que tuvo una escritura en Rincón fue el criollo Antón Martín, probablemente el armero de la expedición de Juan de Garay. “Con vuestros hechos habías ayudado mucho en esta conquista y población aderezando las armas a los soldados, sin que de ello hayáis recibido ninguna paga más, de con celo servir a Su Majestad”, consta en el título de tierras que recibe Martín este 7 de diciembre de 1580.

En estos primeros siglos, la zona de Rincón hace punta con la ganadería en zona de islas. “La hacienda se arrinconaba en el rincón que se forma entre los ríos Ubajay y Colastiné, de allí una de las acepciones del nombre, también se lo conocía como el rincón de Antón Martín” dice un artículo del diario El Litoral sobre el tema.

Llegamos a 1632 y en la zona de la Bajada se concreta el primer pacto entre el gobernador Hernandarias de Saavedra y el cacique Yasú, jefe de los Charrúas que tenía su toldería en las proximidades de la Bajada.

Años más tarde entre 1650 y 1660 el pueblo de Santa Fe la Vieja hoy Cayastá,  tiene  que ser trasladado más al sur, por los numerosos ataques de las tribus de la región.

El 3 de abril de 1660 ya se encontraban instaladas en el nuevo sitio, llamado Pago de la Vera Cruz, las autoridades capitulares.

Como consecuencia inmediata, durante los diez años que duró el traslado, se fueron sumando nuevos pobladores a los campos de la costa entrerriana.

Por este traslado, el pago de Rincón se convirtió en una de las postas para hacer el viaje, donde algunas familias, en vez de seguir de largo, se quedaron. Las tensiones con los indios eran permanentes, incluso aquí se construyó un pequeño fuerte que formaba parte de la defensa de Santa Fe. Las crecidas también complicaron la vida de los habitantes de la zona y esto también contribuyó al poblamiento en la otra banda. A pesar de las dificultades muchos se quedaron y resistieron en el rincón del Ubajay y el Colastiné.

En 1654, según el procurador, en la doctrina del Salado Grande había más de 40 estancias, distante 20 leguas de latitud, y solo tenía dos parroquias, a 16 leguas una de otra, pero que no se oye misa, ni se cumplen los sacramentos, y pedía la fundación de dos nuevas parroquias, en las estancias de Álvaro Andrade y de Antonio de Vera Mujica. (Actas del Cabildo).

No se sabe si se crearon estas dos parroquias pedidas, pero en 1712 hallamos que al otro lado del Salado y cerca de la ciudad, “existía el paraje de la Capilla, reducción de indios, donde adorábase la imagen de Nuestra Señora del Rosario, de la que en anterior capítulo hemos hablado desde 40 años atrás, bajo el curato del padre Tomás de Salazar; y a más la Capilla de San Juan en la estancia de Roque Rabanal y donde radicóse en 1711 el cura Arce y Vallejos. Siendo ésta, vice parroquia. La capilla del Rosario pues, fundóse en 1672.” (Actas del cabildo). Esta última es la de la actual Rosario y ambas parroquias comparten historias parecidas de su fundación

A los propietarios ricos y devotos, les era imposible venir a la ciudad para cumplir con los preceptos de la iglesia, por la lejanía de sus estancias, de ahí que fueron necesarios para ellos estos oratorios y capillas, pero también existían en la ciudad;  Hernandarias tenía una en 1612, y así otros vecinos pudientes, al amparo de un santo de su devoción y confianza, tenían sus oratorios o capillas privadas.

Llegamos al año 1662, el gobernador del Río de la Plata, Alonso de Mercado, celebra otro pacto con tribus de Cayagüates, Tocagües y Vilos, representado por sus caciques y el padre Nicolás Carbajal. Por este convenio las poblaciones se reducen y pueblan un lugar situado frente a Santa Fe en la otra banda del Paraná a dos leguas. En la misma época el Cabildo de Santa Fe le concede al Maestre de Campo Francisco Arias de Saavedra una encomienda de indios tocagües y le señaló como lugar de asiento el sitio de la Bajada.

Siguiendo con la historia de la imagen de la Virgen, algunos historiadores indican que fue una de las llegadas de España en la expedición de 1573,  ya que es de tipo español llamada muñeca. En 1678 fue trasladada a San José del Rincón.

Comienza el siglo XVIII, en la costa de la otra banda, se incrementa la población, primero junto a la ribera, luego en lo alto de la barranca. La población sufre las continuas invasiones de los indígenas, y depende para la atención espiritual de los curas de Españoles y Naturales de Santa Fe, que delegan sus atribuciones a algunos misioneros y sacerdotes que recorren la campiña. Y particularmente encontramos al padre Miguel de Barcelona, que arribaba periódicamente a la Bajada, a una capilla que los pobladores habían levantado y dedicado a la Inmaculada Concepción, se supone que a fines del siglo XVII.

Las familias provenientes de Santa Fe y Corrientes seguían instalándose en nuestra zona formando el caserío. En tanto se agudiza el ataque de los aborígenes en la costa santafesina y esto obliga a llevar la imagen que está en el Rincón a Santa Fe, hasta que cese esta arremetida y es el año 1715.

Tres años después en 1718 es ordenado sacerdote Francisco Arias Montiel, por el obispo monseñor Pedro Fajardo, y durante 7 años permaneció entre los indios cumpliendo sus funciones sacerdotales hasta que en 1727 regresó a Santa Fe. La Virgen lo estaba preparando para lo que se venía.

“Al poco tiempo de ser ordenado, acompañó con la cruz a su hermano el sargento mayor don Antonio Arias Montiel, en la expedición contra los indios en 1720 y permaneció entre ellos, evangelizándolos hasta 1727, y aprendió su lengua.

Al aumentarse la población de los pagos, tanto de Santa Fe como de la otra banda, y en la mención de la creación del curato de Coronda, años después del nuestro, hacen mención de “que ya en 1721, a pedido de los vecinos de ésta enviándose á allí, en 21 de Junio del mismo año, al primer capellán Francisco Arias,” (Actas del Cabildo)  y este es nuestro primer párroco años más tarde.

En 1727 tenemos el  primer asentamiento fortificado en un sitio dominante de la población y al año siguiente intervienen las milicias de Paraná en las expediciones punitivas contra los indios.

El 10 de junio  de 1730, el obispo dirigió una comunicación al cabildo, para que se deslinden las jurisdicciones de los Arroyos y el Paraná, para establecer curatos, pues se sentían necesidades por la mucha población.

Y de aquí en más la historia que todos conocemos. El  23 de octubre de ese año, el cabildo eclesiástico resuelve erigir la parroquia del Pago de la otra Banda del Paraná y ordena se le entreguen los ornamentos y alhajas de la capilla que se llevaron desde el Rincón.

De regreso a Santa Fe el padre Arias Montiel se presentó a optar por concurso el cargo y el 15 de marzo de 1731 es designado cura de la Bajada.

“Hallábase yá poblado el curato de los Arroyos, y el de la otra banda del Paraná, servido en 1730 por Pedro González Baptista, cura anterior de Santa Fe, á los tres nombrados; y en 1731 se ordenó, se entregaran las alhajas del pago del Salado que se abandonó, á Ambrosio de Alzugaray primer cura de los Arroyos; y las alhajas de la capilla abandonada del Rincón, á Francisco Arias Montiei cura del Paraná, y á cada uno de estos curas á más, las alhajas de la capilla que en la otra banda del Paraná tenía el maestro Miguel de Barcelona, hasta tanto se fundaran nuevas capillas en el Salado y Rincón. Fundóse el curato de los Arroyos, en 23 octubre de 1730 y el del Paraná en 28 de febrero y 23 de marzo de 1743, el obispo fray José de Peralta Barrionuevo Rocha y Benavídez nombró cura á Manuel Rodríguez presbítero” Actas del Cabildo de Santa Fe.

El 27 de mayo, cincuenta y tres años después de haber sido recibida en el Rincón, encuentra su destino final en Paraná,  se  recibe bajo inventario “las alhajas y la imagen de la Virgen, vestida  con manto de nobleza, campo azul, guarnición de encaje blanco, volado angosto.” Así consta en los documentos de la parroquia.

Junto a sus pertenencias, la limosna que había pedido en Buenos Aires y el precario rancho que se utilizaba de capilla comenzó su misión siempre acompañado de María del Rosario.

Su obra como párroco no se limitó al estrecho círculo del vecindario de la Bajada.  Sus servicios más urgentes se referían a la población cristiana y salvaje, que habitaba en el interior del territorio de su curato, cuyos límites los demarcaban los ríos Paraná y Uruguay, salvo el Noreste que dependía de la influencia jesuítica de Yapeyú. Fue el primer maestro de Entre Ríos, enseñó las primeras letras y la doctrina cristiana.

A los diez y siete meses después de haberse hecho cargo del curato, fue inspeccionada la parroquia, por un comisionado del obispo, el cual expresó en el acta que levantó, que era recomendable la aplicación con que el cura desempeñaba las obligaciones de su estado, en su oficio y ministerio.

Hacía constar que no había encontrado deficiencias que pudieran dar lugar a la más mínima advertencia, recalcando que ninguna persona de la feligresía le había llevado la más pequeña denuncia contra el párroco.

Uso por primera vez el nombre de Paraná, para designar a la  población, cuando en  1732 en una comunicación al gobrernador Zabala da a conocer la obra realizada en la parroquia hecha desde su llegada.

El padre Arias Montiel desempeñó el curato hasta el año 1764, aunque de forma espaciada, dado su delicado estado de salud. Durante treinta y tres años de su incansable actuación, realizó numerosas obras a favor del progreso moral y espiritual de sus feligreses.

A los primitivos habitantes de la Bajada se fueron sumando en forma paulatina otros provenientes de Corrientes, Paraguay y de territorios portugueses.

En 1782  sabemos por un informe del Comisionado del Virrey, Rocamora, que se ubica el poblado a media legua del puerto y calcula la población en 700 personas. Vivían en casas de edificación sumamente primitiva, tipo rancho, las festividades religiosas se hacían con gran fervor, la bajada se convirtió en un gran centro de producción.

Pero va a ser recién el 25 de junio de 1813 que se eleva al rango de villa, bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario.

En 1825, por votación popular fue elegida patrona de la ciudad y años más tarde lo será de la diócesis de Paraná.

En este nuevo Año Mariano recordando los 400 años de la aparición de la imagen de la Virgen del Valle, me pareció bueno recordar los 290 años de la parroquia Nuestra Señora del Rosario, los 342 de esta imagen destinada al Rincón en 1678 y algunos más desde su llegada en 1573.+