Mons. Scheinig recibió el palio arzobispal y renovó su compromiso de "caminar juntos"

  • 10 de octubre, 2020
  • Mercedes (Buenos Aires) (AICA)
Con la presencia del nuncio apostólico en la Argentina, monseñor Miroslaw Adamczyk, se celebró en Mercedes la misa crismal y de imposición del palio arzobispal de monseñor Jorge Eduardo Scheinig.

El nuncio apostólico en la Argentina, monseñor Miroslaw Adamczyk, impuso el palio arzobispal a monseñor Jorge Eduardo Scheinig, arzobispo de Mercedes-Luján, en una celebración que tuvo lugar en la mañana del 10 de octubre en la catedral Nuestra Señora de las Mercedes, y que fue ocasión también para celebrar la misa crismal, postergada a causa de la pandemia.

Concelebraron la Eucaristía los obispos de la provincia eclesiástica de Mercedes-Luján: monseñor Fernando Maletti, obispo de Merlo-Moreno y su obispo auxiliar, monseñor Oscar Miñarro; el obispo de 9 de Julio, monseñor Ariel Torrado Mosconi; el obispo de Zárate-Campana, monseñor Pedro María Laxague y su obispo auxiliar electo en la fecha, monseñor Justo Rodríguez Gallego.

En su homilía, monseñor Scheinig reconoció: “Esta es una celebración llena de signos. Si nos disponemos con un corazón contemplativo, místico, es otra oportunidad que el Espíritu Santo nos regala para seguir descubriendo nuestra identidad cristiana”. 

En referencia al Evangelio, citó: “Todos tenían los ojos fijos en Él” y afirmó que “Jesús, sólo Jesús puede estar en el centro de todas las miradas y al mismo tiempo iluminar a todos sin oscurecer la vida de nadie. Él es la Luz de las gentes”. Dejar de mirarlo, consideró, “es correr el riesgo de quedar a la deriva, sin horizonte, sin rumbo, sin sentido. Jesús es el centro de nuestras vidas”. 

“Él es la Misión del Padre: ‘Dar la Buena Noticia a los pobres, anunciar la libertad a los cautivos, la vista a los ciegos, poner en libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. En estas cuatro formas de necesidad está condensada nuestra miseria humana. Los que padecen por defectos biológicos, los ciegos; los que sufren por la maldad y la iniquidad de otros, los cautivos y oprimidos; los que deben soportar la injusticia social y económica, los pobres. Toda la miseria del mundo está a la expectativa del Dios que puede sostenernos y contenernos en su infinita Misericordia y darnos la libertad buscada y deseada”. 

“Nos haría mucho bien una fe viva en medio de tanta incertidumbre, de tantas injusticias lacerantes y de un mal que por momentos nos atrapa, oprime y esclaviza. Y porque creemos que Él está y está Su Reino, nosotros estamos exigidos a que Su misión sea la nuestra”, animó. “Para esto ha sido convocada la Iglesia y nosotros en ella, para continuar Su Misión, no otra”, sostuvo. 

Dirigiéndose a los sacerdotes, y en referencia al rito propio de la misa crismal, monseñor Scheinig señaló: “Somos un Pueblo sacerdotal. Estamos llamados a ofrecernos y a interceder por la humanidad y por cada ser humano. La bendición de los óleos y el compromiso que ustedes, queridos sacerdotes renovarán ahora, pone de manifiesto que nuestro único interés es el de Jesús. No tenemos otro, y si lo tuviésemos, porque puede pasarnos que otros intereses se mezclen en el barro de nuestra humanidad herida, estamos dispuestos a purificarnos y a convertirnos, que es la manera que tenemos para ser santos y estar a la altura de los tiempos”. 

“Voy tomando conciencia que he sido llamado para asumir personalmente la carga pastoral, que es la dulce carga de la vida de las personas concretas, la carga de todo lo humano. Pero también lo hago en nombre de toda esta amada Iglesia de Mercedes-Luján, mi Esposa. Necesito saber cargar el peso sin miedos, sin escándalos de mi parte, sin inquietudes que me ahoguen el corazón y me desvíen del Camino. Cargar con dulzura, es decir, escuchando, confiando, estando disponible para recibir con los brazos abiertos para abrazar y dar seguridad y sabiendo soportar con paciencia ese cansancio que da sentido a la vida cuando se la entrega”, afirmó. 

“Sé que necesito estar fuertemente anclado en el Señor. Él es el Viviente, el que está aquí y ahora entre nosotros. Él carga todo el peso del mundo en su Cruz Redentora. Y me carga también a mí y a nuestra Iglesia. Él es el Buen Pastor, yo soy sólo su ladero, su amigo, pero siervo inútil, al fin. Así lo manifiesta este signo sencillo pero contundente que el Santo Padre Francisco ha querido poner sobre mis hombros y espalda y que misteriosamente me hace estar unido a él, al obispo de Roma y a su misión”, expresó, en referencia a la imposición del palio arzobispal. 

“No podría no estar en comunión con Pedro. El palio está sobre mis hombros, y sin quitarme nada del compromiso que esto significa, quiero decirles queridas hermanas y hermanos, que no deseo otra cosa que caminemos juntos y juntos sentir la responsabilidad, la corresponsabilidad de la misión, la de ser testigos de Jesús y Su Evangelio”. 

“Sé que no podría ni ser, ni hacer nada sin todos ustedes querido Pueblo de Dios, especialmente sin ustedes hermanos sacerdotes y pastores”, reconoció. “Somos Pueblo de Pastores. Estamos llamados a ser una Iglesia Sinodal, una Iglesia que tenga el gusto, el sabor, de ‘caminar juntos’”, aseguró. 

“Sólo deseo expresar que estoy convencido que tenemos muchísimos recursos para caminar juntos y ofrecer al mundo con sencillez y alegría la Novedad del Evangelio para que el Reino de Dios se siga dilatando. Al mismo tiempo, me llama la atención que en la Iglesia, y en mí mismo, con frecuencia, nos sintamos tan abatidos y desorientados. No quiero ser simplista, las causas de este estado de ánimo son muchas, pero por momentos, pareciese que el espíritu de la desconfianza, tan propio del mundo de este tiempo, nos hubiese tomado y despojado de aquellas mínimas seguridades que nos hacen ‘sentir en la Iglesia y con ella’, para estar disponibles con máximo realismo y también con máxima generosidad, que ciertamente no se contraponen”, advirtió. 

“Entiendo que en esta historia que tiene mucho de desierto, los miembros de la Iglesia, como le pasó al Señor, estamos siendo muchas veces tentados por el padre de la mentira para ser infieles a la Alianza y a vivir una Iglesia autorreferencial. Qué bueno es saber que siempre habrá un ‘resto pobre’ que permanecerá fiel y abierto a la Misericordia del Señor”, destacó. 

El prelado se centró luego en el magisterio del papa Francisco, refiriéndose especialmente a la nueva encíclica “Fratelli Tutti”. Al respecto, anheló que este documento “nos invite a soñar con un mundo fraterno y lleno de amistad social. Pero no cualquier fraternidad, no cualquier tipo de amistad social. Francisco nos invita a la sustancia del amor y a pasar de la cerrazón a la apertura. De la cerrazón personal, familiar, grupal, eclesial, nacional a la apertura a los otros, los otros concretos, de carne y hueso, con historias, con biografías, que viven en cualquier circunstancia y pueden ser de aquí o de allá”. 

“Nos provoca y mueve a que nos hagamos hermanos de todos, sin prejuicios, con libertad y confianza, dando y recibiendo, al modo de Jesús que es nuestro Buen Samaritano. Somos pueblo samaritano”, sostuvo.  Los cambios que nos propone, destacó, “nos son superficiales, sino radicales y costarán no pocas renuncias”. 

En ese sentido, manifestó: “Me siento en total sintonía con los sueños del papa Francisco y genera en mí un deseo enorme de trabajar incansablemente para que en nuestra Iglesia particular podamos concretarlos, tanto con nuestro clero, con nuestras religiosas y religiosos, en nuestro seminario, como así también en todas nuestras comunidades y así, poder trasmitirlo con humildad y sencillez, pero con fuerte convicción, a todos nuestros pueblos y ciudades”, deseó. 

“Recen por favor para que sea un ‘pastor con olor a oveja’. Recen para que sea hermano y padre de todos. ‘Soy de la Virgen nomás’, son las palabras de nuestro querido Negro Manuel y es mi lema de ordenación episcopal. Puedo dar testimonio cierto, que en estos tres años y medio que ya estoy entre ustedes, María de Luján ha estado a mi lado y me lo hizo sentir. Por tanto, siento la necesidad de darle públicamente a Ella, nuestra Madre, infinitas gracias”, expresó. 

Finalmente, agradeció a monseñor Miroslaw Adamczyk “que con este gesto de imponerme el Palio me ha estrechado mucho más a Pedro, el Papa Francisco y a su pastoreo y a toda la Iglesia”. También a los obispos de la Provincia Eclesiástica de Mercedes-Luján. “Caminemos juntos hermanos, caminemos y anunciemos el Evangelio con pasión, con parresía. Seamos y estemos cercanos, y juntos salgamos a pastorear hasta los confines, sin miedos ni reservas”, concluyó.+