Mons. Ojea llama a abrir el corazón en un mundo cerrado

  • 11 de octubre, 2020
  • San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
"El Señor tiene que ayudarnos, en este momento tan difícil, para poder vivir auténticamente la fraternidad", consideró el obispo de San Isidro, en su reflexión dominical.

El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Vicente Ojea, reflexionó sobre la parábola del banquete, en el que el rey sale a hacer invitaciones para la boda de su hijo, y destaca que banquete significa “celebrar la vida”.

“Nosotros los seres humanos no solamente comemos para sostener nuestra naturaleza, sino también para compartir, para celebrar, para comunicar”, señaló, y aclaró: “El símbolo del banquete en la Sagrada Escritura es eso: es la felicidad de vivir la fraternidad compartida; por eso Jesús y la Eucaristía”.

Refiriéndose luego al banquete de bodas como una celebración del amor, el prelado sanisidrense afirmó que “el amor es lo que hace nuestra vida fecunda, la transforma, la transfigura”.

“En esta celebración el rey pone lo mejor de sí mismo y sin embargo es rechazado”, recordó, al detenerse en ese hecho para analizarlo en profundidad: “El rey queda desairado frente a la negativa de los invitados”.

Esto, indicó el obispo, remite a la encíclica Fratelli tutti presentada recientemente por el papa Francisco.

“El primer capítulo de la encíclica nos habla de sombras en un mundo cerrado”, puntualizó, y añadió: “Este mundo cerrado nos da una idea de lo que es habernos negado a la invitación de la celebración de la vida y a la celebración del amor”.

Monseñor Ojea hace hincapié en el concepto de “apertura” que destaca el pontífice, y consideró que ha sido cooptado por la Economía y no como apertura del corazón ni apertura cultural.

“Cuesta mucho la relación con el diferente; en realidad, dejamos de aprovechar la riqueza que nos da el contacto con las culturas, con los caminos diferentes de nuestros hermanos y nos convertimos en consumidores de objetos y en espectadores de un mundo a través de la imagen, nos vamos aislando”, advirtió.

“La globalización nos hace estar más cerca pero no nos hace hermanos; nos cuesta entrar en contacto con el hermano lejano, más bien tenemos nuestro mundo. Esto nos trae innumerables inconvenientes, no nos hace felices y no podemos desarrollar toda nuestra capacidad de fraternidad”, expresó, y completó: “Sospechamos, desconfiamos y nos cuesta enriquecernos con todos los bienes que podemos recibir del otro”.

Monseñor Ojea invitó a pedirle al Señor poder tener “el corazón abierto para poder no perdernos nuestro lugar en el banquete, ya que tenemos nuestro lugar en el” y estimó: “El Señor tiene que ayudarnos más, en este momento tan difícil, para poder vivir auténticamente la fraternidad y a superar los inconvenientes con los que nos encontramos continuamente”.+