Mons. Adamczyk pidió a María de la Merced que el Señor nos libre de la pandemia

  • 25 de septiembre, 2020
  • Mercedes (Buenos Aires) (AICA)
Con una misa presidida por el nuncio apostólico, la comunidad arquidiocesana de Mercedes-Luján celebró el 24 de septiembre a su patrona, Nuestra Señora de las Mercedes.

La comunidad arquidiocesana de Mercedes-Luján celebró, el 24 de septiembre, a su patrona, Nuestra Señora de las Mercedes.

La misa central fue celebrada al aire libre y los fieles pudieron participar desde sus vehículos. Estuvo presidida por el nuncio apostólico, monseñor Miroslaw Adamczyk, en su primera salida de Buenos Aires y primera misa pública en el país, y concelebrada por el arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig.

“Hoy celebramos a la Virgen María con una advocación especial: la de Nuestra Señora de la Merced que es la patrona de la arquidiócesis de Mercedes-Luján", comenzó diciendo el nuncio en su homilía. "Estoy muy contento de poder celebrar mi primera misa pública en la Argentina bajo el manto de la Virgen María y además en la arquidiócesis donde se encuentra el Santuario Nacional de Luján. Antes de llegar aquí, a la catedral, he podido visitar, junto con el señor arzobispo, el santuario”.

“Cuando celebramos, como hoy, una fiesta mariana, podemos preguntarnos, ¿por qué nosotros, los católicos, tenemos tan grande devoción por María? La respuesta es, porque la Iglesia Católica quiere proclamar la plenitud del Evangelio sobre la salvación”.

“En la primera Carta de San Pablo a los Corintios, leemos: ‘Como todos mueren por Adán, todos recobrarán la vida por Cristo’ (15, 22). Si, a causa del pecado de Adán llegó la muerte, gracias a Cristo y su cruz llegó la salvación. Por esta razón lo llamamos el nuevo Adán. Pero la historia del primer pecado no es solo la historia de Adán, es también de Eva”. 

“Si Jesús es el nuevo Adán, ¿quién es la nueva Eva? La virgen María, Madre de Jesús, ella es la nueva Eva. Si la historia completa del pecado incluye a Adán y a Eva, así la historia de la redención incluye al nuevo Adán y a la nueva Eva. No se puede proclamar la historia completa de la redención sin la nueva Eva, María”, afirmó.

“Podemos encontrar en la Biblia muchos paralelos entre el viejo Adán y Eva, por una parte, y por otra parte, entre Jesús y María”.

“Por ejemplo, en el Antiguo Testamento, Eva salió de la costilla de Adán. En el libro del Génesis leemos: ‘Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y (…) le sacó una costilla y llenó con carne el sitio vacío’ (Gen 2, 21), pero en el Nuevo Testamento Jesús nació de la Virgen María, Jesús tomó carne de una mujer, su madre”.

“En el Antiguo Testamento fue Eva la primera en desobedecer e inducir a Adán al pecado; en el Nuevo Testamento fue la mujer, María, la primera en obedecer. Ella dijo sí al Arcángel Gabriel, ‘Yo soy la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu palabra’ (Lc 1, 38)”. 

“Ahora vemos claramente, que nuestra devoción a la Virgen María forma parte de la verdadera historia de nuestra redención. La verdadera devoción a María nunca nos aleja de su Hijo, nuestro Señor y Salvador”, aseguró. 

“‘Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena”. Todos han abandonado a su Hijo, pero ella no lo abandonó. María se quedó con su Hijo. Una mujer que ama, pero también una mujer fuerte”. 

“Puede ser que en el momento de la pasión de su Hijo, no recordaba más las palabras del Ángel sobre su Hijo ‘Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, para que reine sobre la casa de Jacob por siempre y su reino no tenga fin’ (Lc 1, 32-33).

No hay ningún trono, María vió a su Hijo en agonía en el madero de la cruz; su Hijo está en la cruz, un trono para los esclavos. La muerte de la cruz, en realidad, estaba reservada sobre todo a los esclavos”.

“Es entonces más que natural, que celebrando la advocación de María de la Merced, recordemos la escena de María al pie de la cruz, trono de su Hijo, porque Ella nos libra de ser esclavos. María que nos libra de los cautivos. Cada época tiene sus esclavitudes. En tiempos de la fundación de la Orden de la Merced, en el siglo XIII, fue la esclavitud de los cristianos en las tierras musulmanas. Hoy día tenemos nuestras esclavitudes, nuestros pecados, vicios y debilidades que dependen de nosotros. Tenemos en el mundo de hoy también esclavitudes que no siempre dependen de nosotros como la pobreza, la falta de trabajo y la injusticia”, advirtió.

“Este año 2020 es excepcional a causa de la pandemia, desde hace seis meses estamos bajo la esclavitud del coronavirus. Nuestro mundo fue encerrado y todavía lo está, porque queremos frenar la difusión de esta enfermedad. La arquidiócesis de Mercedes-Luján hace pocos días despidió al arzobispo emérito, monseñor Agustín Radrizzani, que falleció el miércoles 2 del corriente, por Covid-19. La pandemia está presente y es peligrosa. Es una verdadera esclavitud de nuestro tiempo”.

“Pedimos hoy, a través de la poderosa intercesión de María de la Merced, que el Señor nos libre de la esclavitud de la pandemia. En las situaciones difíciles quienes más sufren son siempre los débiles, los pobres y los desprotegidos. Gritemos entonces hoy delante de Nuestra Señora de la Merced: ‘Ayúdanos; por tu intercesión, que tu Hijo libere al mundo de este coronavirus’”, pidió.+

» Texto completo de la homilía