Valle de los Caídos: El gobierno expulsará a los benedictinos y se plantea derribar la Cruz

  • 16 de septiembre, 2020
  • Madrid (España) (AICA)
Avanza la intención de convertir el Valle de los Caídos en un cementerio civil, protegido por el Patrimonio Nacional.

El Gobierno de España avanzó en su intención de convertir el Valle de los Caídos en un cementerio civil, protegido por el  Patrimonio Nacional. De esta manera, la vicepresidenta del Ejecutivo, Carmen Calvo, comunicó en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, que la fundación de los benedictinos encargados de la gestión del Valle de los Caídos desde hace más de medio siglo, se extinguirá de manera automática.

El motivo es que, a juicio de Calvo y el Gobierno de Pedro Sánchez, "ya no tiene ningún sentido en relación al nuevo objetivo del Valle de los Caídos en términos de memoria democrática".

"La fundación de los benedictinos se extinguirá automáticamente, no está en el objetivo de los fines en los que va a estar el Valle de los Caídos y, entre tanto, hasta que se produce la extinción, habrá un régimen transitorio que regularemos mediante decreto y llevaremos al paraguas de protección y decisión del Consejo de Administración de Patrimonio Nacional, el responsable del Valle de los Caídos".

Incluso se plantean el derribo de la emblemática Cruz del Valle de los Caídos, sobre la que «reflexionará» el Ejecutivo, en palabras de la vicepresidenta primera, Carmen Calvo.

El peligro que corre la Cruz del Valle de los Caídos
Antes de construir la gran Cruz del Valle de los Caídos se realizaron numerosos diseños a lo largo de casi diez años. Tras el fallecimiento en 1950 del arquitecto y director de las obras del monumento, Pedro Muguruza, su sucesor Diego Méndez logró dar forma al esbozo definitivo, conjugando la solución de los problemas técnicos con un trazado que se adecuara a la simbología cristiana de la Cruz, explica en una nota la agencia española Cope.

Al mismo tiempo se conseguía una simbiosis total con el entorno natural: el Cerro de la Nava es empleado como pedestal milagrosamente surgido en el centro del anfiteatro para aupar en su propia verticalidad la de la Cruz, cuyos brazos se prolongan en los de la cadena montañosa que la circunda.

La altura total de la Cruz es de 150 metros, de los que 25 corresponden al basamento con los evangelistas, 17 al cuerpo intermedio con las virtudes y 108 al fuste de la Cruz. Si a ello se añade la altura de la peana rocosa sobre la que se alza, habría que sumarle los otros 150 correspondientes a ésta.

La estructura del conjunto se fabricó con hormigón armado, reforzado con un bastidor metálico y recubierto con cantera labrada y mampostería de berrugo. 

La construcción se hizo sin andamiaje, elevando la edificación desde dentro, como si se tratara de una chimenea; al mismo tiempo iban subiendo las escaleras y el montacargas, donde ahora existe un ascensor, por el interior. Los brazos, con una orientación norte-sur, se realizaron también sin andamios, colgando una plataforma del armazón de hierro, según se iba montando éste.

Lo cierto es que el Valle acoge a la cruz más alta del mundo: 150 metros de altura. Mide cinco veces más que el Cristo del Corcovado de Río de Janeiro (30 m.), y 60 metros más que la Estatua de la Libertad de Nueva York y lo mismo que la Torre Picasso en Madrid. 

Por dentro, la cruz está hueca. Tiene un pequeño ascensor y unas escaleras de caracol que llegan hasta los brazos. Éstos miden 23 metros en cada dirección, con lo que son miles de toneladas de hormigón, granito y hierro suspendidas en el aire.

La orden benedictina y el Valle de los Caídos
La congregación de monjes benedictinos son los encargados de la gestión de las instalaciones del Valle de los Caídos, desde 1959, pese a que el Valle de los Caídos es de propiedad estatal. Sin embargo, la idea de fundar una abadía benedictina en este espacio, tuvo lugar años después de que comenzara su construcción en 1940.

De hecho, en un primer momento se pensó en que fuera alguna orden de vida activa, como los dominicos o los jesuitas, quienes se hicieran cargo de la gestión del monumento. Sin embargo, con el fin de impulsar aún más el culto litúrgico en la Basílica, se optó en 1955 por una Orden monástica, la Orden benedictina, para lo cual se realizó una solicitud a la Abadía de Santo Domingo de Silos (Burgos).

El abad de Silos, el padre Isaac María Toribios Ramos, atendió a la petición. Se designó al padre Justo Pérez de Urbel, escritor e historiador y prior entonces del monasterio de Nuestra Señora de Montserrat de Madrid, dependiente de Silos, para que llevase a cabo las labores de la fundación.

Entre 1956 y 1958, tanto el padre Isaac Toribios como el padre Justo Pérez fueron los encargados de plasmar el proyecto al Estado. Así las cosas, el 23 de agosto de 1957 se publicó el decreto-ley para la fundación, previo consentimiento del Capítulo General de la Congregación de Solemnes.

Por su parte, el papa Pío XII emitió el 27 de mayo de 1958 el breve pontificio Stat Crux, caso único en el siglo XX con respecto a la Orden de San Benito, por el cual, mediante esta intervención oficial de la Santa Sede, se disponía todo lo oportuno para la erección inmediata del monasterio en Abadía dentro de la mencionada Orden.

En la fiesta del Triunfo de la Santa Cruz, el 17 de julio de 1958, veinte monjes llegados de Silos emprendían el inicio de la vida de la nueva comunidad benedictina en el Valle de los Caídos. 

El número actual de monjes en el Valle es de 23, algunos de los cuales pertenecen al grupo de los fundadores que llegaron en 1958. Su vida está organizada básicamente por la Regla de San Benito, educadora de generaciones de monjes y uno de los libros que han dejado su huella más profunda en la historia general, y no solo espiritual, de Europa.+