Santa Sede pide interpretación rigurosa de los Tratados sobre derechos humanos

  • 3 de septiembre, 2020
  • Ginebra (Naciones Unidas) (AICA)
"Toda interpretación que vaya más allá de eso es nula y sin valor y sería perjudicial y contraproducente", afirmó el representante vaticano

“Los tratados de derechos humanos deben interpretarse de manera estricta. Toda interpretación que vaya más allá de eso es nula y sin valor y sería perjudicial y contraproducente”, afirmó ayer el arzobispo Ivan Jurkovic, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, en las consultas informales sobre el proceso de revisión del sistema de órganos estatales para los Tratados de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Haciendo un llamamiento al “diálogo interactivo” entre los Estados, monseñor Jurkovic reiteró que “todo intento de modificar el alcance o el contenido de las obligaciones de un Estado parte sin su consentimiento negaría el valor de su ratificación”, informó Vatican News. 

De ahí también el llamamiento a “asegurar la coherencia entre los resultados alcanzados por los órganos estatales sobre los Tratados y el derecho internacional”.

El Observador Permanente, de hecho, expresó su preocupación porque esos órganos suelen proporcionar “una interpretación dinámica de los Tratados, introduciendo nuevos conceptos”. En cambio, esos documentos requieren una interpretación rigurosa, “de acuerdo con las normas codificadas por la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969”.

El último recordatorio del prelado fue el de respetar la Resolución 68/268 de las Naciones Unidas, promulgada en 2014 con el objetivo de “fortalecer y mejorar el funcionamiento efectivo del sistema de órganos estatales para los tratados de derechos humanos”, cuyo párrafo 6 recomienda una confrontación constante con los países partes, “teniendo en cuenta la especificidad de sus respectivos comités y mandatos, así como las opiniones de los Estados”. 

El representante de la Santa Sede volvió a tratar el tema después de su discurso del 22 de agosto, en el que había pedido una mayor “eficiencia, transparencia, eficacia y armonización de los métodos de trabajo”. +