Mons. Uriona llamó a "disponer el corazón para que la Palabra dé su fruto"

  • 16 de julio, 2020
  • Río Cuarto (Córdoba) (AICA)
El obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona FDP, presidió la misa del 15° domingo durante el año.


El obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona FDP, presidió el 12 de julio en el seminario Jesús Buen Pastor, la misa del 15° domingo durante el año.

En su reflexión sobre el Evangelio, el obispo hizo hincapié en las parábolas, que son “una comparación a través de la cual, con imágenes del ambiente en el que se movían los que escuchaban a Jesús, el Señor nos quiere dar una ilustración de un aspecto de su doctrina, anunciar el Reino”.

Los judíos, señaló monseñor Uriona, “esperaban un reino que viniera a través de la fuerza a imponer de nuevo el reinado de Dios, de su ungido, de su rey, de una manera violenta, desterrando a los romanos, y Jesús no venía a traer ese reino, y por eso a través de las parábolas Él quiere que aquellos que lo escuchan, antes que nada, tengan un corazón sencillo, humilde y abierto”.

Enfocándose en la parábola del sembrador, el obispo destacó que “el sembrador siembra con mucha generosidad, con profusión, pero la tierra en Israel no es tan buena, no es la tierra nuestra que tenemos aquí. La tierra en Israel tiene muchas clases, muchos tipos de tierra y entonces la semilla se encuentra con terrenos difíciles, con dificultades, como pueden ser las piedras, como puede ser el sol que es muy fuerte, como pueden ser los pájaros que al quedar la semilla expuesta por no poder entrar en la tierra, se la comen”.

En esta parábola, explicó, “el Señor nos quiere decir que la palabra de Dios siempre se va a encontrar con dificultades, pero que tarde o temprano esa palabra da fruto”. En ese sentido, Mateo pone la mirada, “no tanto en la semilla, que siempre es viva y eficaz, así es la Palabra de Dios; sino en los terrenos donde cae, los terrenos donde cae son la libertad del hombre, es nuestro corazón, y depende de nuestro corazón que la Palabra dé fruto o no”.

“Es gracia de Dios, sin duda, pero también depende de la disponibilidad de nuestro corazón”, aseguró. Ante las dificultades, aconsejó, “hay que poner nuestra fe en la fuerza de la Palabra de Dios: ella tarde o temprano da sus frutos. Hay que disponer bien el corazón para que la Palabra dé su fruto”.+