En Corpus Christi, Mons. Sánchez animó al compromiso de vivir en el amor

  • 16 de junio, 2020
  • San Miguel de Tucumán (AICA)
El arzobispo de Tucumán, monseñor Carlos Alberto Sánchez, presidió el domingo 14 de junio la misa del Cuerpo y Sangre de Cristo. 


El arzobispo de Tucumán, monseñor Carlos Alberto Sánchez, presidió el domingo 14 de junio la misa del Cuerpo y Sangre de Cristo, que se celebró sin presencia de fieles y fue transmitida por los medios de comunicación.

“Como cada domingo, nos reunimos en torno a la mesa de la Palabra del Señor y de su Cuerpo Eucarístico, como familia de Dios en nuestro altar familiar, en nuestra Iglesia doméstica, como lo estamos celebrando en este momento y gracias a los medios de comunicación”, destacó el prelado al comienzo de su homilía.

“En esa mesa familiar, como en esta mesa eucarística, compartimos las tristezas y los gozos, las alegrías y las esperanzas. En este tiempo que tuvimos que estar en casa, nos permitió reencontrarnos entre nosotros, valorar lo que es estar en familia, lo que es y lo que son los vecinos y los que más necesitan”, señaló.

“Este tiempo nos exigió expresar nuestra fe de una manera nueva en torno al altar familiar, leyendo la Palabra del Señor, ese pan sabroso del Evangelio que ilumina nuestras vidas, que da consuelo, que fortalece, que anima a nuestras vidas, pero también lo hemos hecho en ese altar familiar y a través de los medios, viviendo esa comunión familiar desde el encuentro, el diálogo y el servicio”, destacó.

“Algunos también han sufrido la agresión, la violencia, pero también la pobreza, la falta de trabajo y no poder tener el pan de cada día para llevarlo a la mesa. Esta situación tan particular que vivimos es la que queremos poner en la mesa del altar de esta fiesta del Corpus Christi, en esta mesa familiar”, afirmó.

“La Palabra de Dios de hoy cuánto nos alienta, cuánto nos fortalece para reflexionar el profundo amor que Dios nos tiene, el profundo amor que Dios tiene por su pueblo, que no quiere qué desfallezcamos en el camino de la vida, sino que se hace presente de una manera maravillosa”, consideró.

“Durante mucho tiempo no hemos podido celebrar el sacramento de la Comunión, el sacramento de la Reconciliación y del Perdón, hasta ahora no podemos celebrar públicamente con la asistencia de fieles la Eucaristía, nos hizo experimentar el hambre”, señaló. “Pero el Señor no nos deja solos, el Señor en esta cuarentena nos hizo sentir este hambre de pan y de Eucaristía para conocer el fondo del corazón, para descubrirnos la grandeza de su amor y para ponernos a prueba, para que de verdad lo amemos nosotros también a Él”, reflexionó.

“Por eso en este tiempo hemos alimentado nuestra vida cristiana, nuestra vida de fe, más profundamente en la Palabra del Señor, ese pan sabroso, descubriendo la riqueza de esta mesa maravillosa que es la Palabra del Señor, que da consuelo, alienta, fortalece, anima, por eso no dejemos de alimentarnos cotidianamente de la Palabra del Señor”, animó.

“En cada Eucaristía Cristo, el Hijo de Dios, vuelve a entregar su cuerpo y a derramar su sangre para ofrecerse como alimento, para que nosotros tengamos vida y vida para siempre, vida eterna. Él nos regala esta vida eterna, Él nos regala esta vida para siempre, Él es ese alimento que se ofrece. Este es el pan vivo bajado del Cielo, el que se parte, se reparte, se comparte y se entrega mediante su sacrificio en la cruz. En su cuerpo, en su sangre, en su carne entregada, sacrificada por nosotros, nos regala esa vida para siempre”, sostuvo.

“Vivimos en este cuerpo de Cristo que es la Iglesia y somos Cristo en el mundo, y hemos de ser presencia de Cristo en medio del mundo, sacrificados, amando siempre, entregando la vida siempre”, exhortó. “La comunión con Cristo es comunión con el cuerpo místico de Cristo en la Iglesia y es una comunión misionera, es una comunión que anuncia la alegría del Evangelio a los demás, que consuela, que fortalece”.

“Que cada uno de nosotros podamos ser ese pedazo de Pan de Cristo, ese alimento de Cristo, ese consuelo de Cristo, esa misericordia de Cristo para el hermano que más necesita”, alentó. “Que podamos vivir así esta hermosa fiesta del Corpus Christi: con este compromiso de vivir en el amor, de poder latir con el mismo ritmo del corazón de Cristo, que entrega su vida por amor, que ofrece su carne, que derrama su sangre por amor a toda la humanidad”, concluyó.+