Francisco puso una nueva ambulancia a disposición de las personas sin hogar

  • 2 de junio, 2020
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
La Limosnería Apostólica cuenta con una nueva ambulancia que se dedicará únicamente al servicio de los más pobres de Roma.

El domingo de Pentecostés, el papa Francisco bendijo una ambulancia puesta a disposición por la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano para ayudar a los necesitados y que la Limosnería Apostólica la utilizará para sus actividades caritativas.

La ambulancia se dedicará únicamente al servicio de los más pobres y consolidará todas las actividades caritativas de la Limosnería Apostólica, que ya cuenta con la “Clínica ambulante móvil”, que se utilizaba principalmente para llevar atención a los más pobres y marginados de las periferias de Roma, y el Sanatorio Madre de la Misericordia, querido por el Papa bajo la columnata de San Pedro como punto de primeros auxilios para los sin techo o para las personas sin seguro médico, que permaneció abierto incluso durante la cuarentena.

La ambulancia, con matrícula de SCV (Estado Ciudad del Vaticano), es una de las que se utilizan para la ayuda dentro del Vaticano y ha sido puesta a disposición por el gobernador exclusivamente para asistir y ayudar a los más pobres, que permanecen casi invisibles para las instituciones.

El limosnero apostólico, cardenal Konrad Krajewski, recordó el episodio de Modesta Valenti, la anciana sin hogar que, el 31 de enero de 1983, padeció una enfermedad tras una noche fría cerca de la estación de Termini, en Roma, cuando la ambulancia que llamó para que la ayudase se negó a hacerlo porque, según los paramédicos, Modesta tenía piojos. Y, por si fuera poco, varios hospitales también se negaron a tratarla, adjudicándose la responsabilidad unos a otros, y, de hecho, condenando a Modesta, que murió en el suelo después de 4 horas de agonía.

“Una ambulancia para los pobres de Roma” -se lee en el comunicado de la Limosnería- “en favor de los más pobres, en particular de las personas sin hogar que viven la dureza de la calle y buscan refugio alrededor del Vaticano o en refugios improvisados en la ciudad”, especialmente para “los que permanecen invisibles para las instituciones”.+