Escuchar el grito desgarrador de los enfermos pidió el obispo
- 1 de marzo, 2019
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San Cristóbal (Venezuela)
Miles de venezolanos se lanzaron a las calles y avenidas de la ciudad de San Cristóbal, cercana a la frontera con Colombia, para acompañar una multitudinaria procesión eucarística, en la que el obispo, Mons. Mario Moronta, pidió que se escuche "el grito desgarrador de los enfermos, de toda edad y condición, que no consiguen insumos para curar su salud deteriorada".
Miles de venezolanos se lanzaron a las calles y avenidas de la ciudad de San Cristóbal, cercana a la frontera con Colombia, para acompañar una multitudinaria procesión eucarística, en la que el obispo, monseñor Mario Moronta, pidió que se escuche "el grito desgarrador de los enfermos, de toda edad y condición, que no consiguen insumos para curar su salud deteriorada".
La procesión, que se efectuó esta mañana con el lema "Por la fe y la esperanza", fue organizada por la diócesis de San Cristóbal con el propósito de rogar "por la paz, la justicia, la libertad y la reconciliación en Venezuela".
A las 8 de la mañana desde diversos lugares de la ciudad y pueblos circunvecinos, comenzaron a afluir hacia el centro de la ciudad numerosas columnas de gente de toda condición. Desde la parroquia Santa Rosa, en La Concordia, fue llevado el Santísimo Sacramento, junto con una réplica de la imagen del Santo Cristo de La Grita. También desde la basílica de Táriba, salió una procesión con la réplica de la imagen de la Virgen de la Consolación.
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"Señor Jesús, venimos caminado contigo por las principales calles de nuestra ciudad y acompañados de tu Santísima Madre", expresó monseñor Moronta en la avenida Antonio José Sucre, lugar de encuentro para elevar la súplica a Dios.
El Obispo de San Cristóbal ante la Sagrada Eucaristía, pronunció una plegaria a Dios manifestando las necesidades de los venezolanos en la actualidad, y suplicando por el fortalecimiento de la esperanza, y el compromiso de la vida cristiana.
"Tu pueblo clama por justicia y para que se le reconozca su dignidad tan rebajada por las burlas y escarnios de quienes se consideran superiores a los demás. Justicia para poder vivir en paz, la que nace de tu muerte y resurrección. Es el grito desgarrador de los enfermos, de toda edad y condición, que no consiguen insumos para curar su salud deteriorada".
También suplicó a Dios, respeto para el pueblo: "son muchos los que se dedican al comercio de muerte de la droga, quienes han hecho de la corrupción su estilo de vida, quienes contrabandean, quienes especulan o ´bachaquean´, quienes reprimen con violencia la protesta de nuestra gente, quienes en vez de tender puentes los cierran o profundizan las brechas y barrancos existenciales.
Monseñor Moronta recordó que "la tarea urgente es la reconciliación", ya que, "lamentablemente hay mucho odio y rabia, con deseos de revancha y retaliaciones. Y no es fácil ante tantos vejámenes".
El Obispo hizo referencia al desalentado pueblo al que se le niega recibir ayuda humanitaria, sin embargo, insistió en que "la verdadera ayuda humanitaria, que no puede ser frenada ni destruida con incendios ni detenida por nadie, es la nuestra. Señor, ayúdanos a hacer sentir que somos nosotros la ayuda humanitaria, necesitada de otros tantos auxilios, es verdad: pero nuestra solidaridad, nuestro amor, lo que hacemos los unos por los otros y la tarea y la lucha por la libertad y dignificación es la auténtica ayuda humanitaria que tiene Venezuela".
"En ti ponemos nuestra esperanza", dijo el Obispo y pidió a Jesús sacramentado que "toque el corazón de quienes tienen la responsabilidad de los cambios que se necesitan en nuestra nación. Ellos necesitan tu luz. Que se aleje la maldad y la prepotencia, que quienes buscan los cambios no se dejen llevar por las ansias de poder y de riqueza. Que todos se sientan pueblo y se solidaricen con él".
La jornada de oración concluyó con la bendición del Santísimo Sacramento a los cuatro puntos cardinales de Venezuela, y a la hermana república de Colombia. Los presentes entonaron el Himno Nacional y con aplausos agradecieron el que la marcha ocurriera en paz y sin sobresaltos de ninguna clase.+