Para su reflexión dominical de este 28 de octubre, el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, utilizó sus habituales "tres puntitos" para predicar a la comunidad marplatense. "Nuestras cegueras", "Arrojando su manto" y "Comenzó a ver y lo siguió por el camino", fueron los tres conceptos guías que el obispo tomó de partida.
"Nuestras cegueras", "Arrojando su manto" y "Comenzó a ver y lo siguió por el camino", fueron los tres conceptos guías que el obispo de Mar del Plata,
monseñor Gabriel Mestre, utilizó para sus habituales "tres puntitos" del domingo 28 de octubre.
Nuestras ?cegueras?
Monseñor Mestre comenzó el primer punto explicando la diferencia entre la ceguera física y la espiritual. La primera, "puede representar un límite importante en el desarrollo habitual de la vida", describió; sin embargo, no es la más "dramática". "Lo complicado y serio es la ceguera espiritual", afirmó. Este tipo de ceguera se manifiesta a menudo de diversas formas: conflictos de nivel familiar y social pueden ofrecernos "visiones diversas de la realidad que reflejan la enfermedad de la ceguera espiritual en distintos grados", indicó el obispo. Aunque, muchas veces la ceguera no es total y se traduce en una suerte de "distorsión de la realidad".
Arrojando su ?manto?
El gesto de Bartimeo al "arrojar el manto", puede pasar inadvertido, según mencionó el prelado marplatense. Pero, definió como "interesante" este acto que representa "seguridad" para el ciego. "Que Bartimeo arroje su manto ante la invitación de Jesús, representa el abandono de todas las seguridades humanas en pos del único que puede salvarlo, rescatarlo y darle sentido a su vida: Jesucristo", sostuvo.
Comenzó a ?ver? y lo siguió por el camino
"Bartimeo tiene conciencia de su ceguera. Por eso cuando llega el Médico Divino no vacila en gritar", aseguró monseñor Mestre. El ciego, "no vacila en pedir piedad, compasión, perdón, misericordia a aquel que puede darle la vista", recordó. Y, ante la pregunta del Señor, pide poder ver "con mucha humildad, pero con firme decisión", adivinó. Entonces, Jesús lo sana, "cura su capacidad de visión", lo transforma en discípulo, y en adelante, Bartimeo "va detrás del Maestro". La nueva actitud, "implica comprometerse en ser instrumento del mismo Dios ayudando a los demás a liberarse de las cegueras espirituales. El discípulo es ?facilitador? para los demás en el encuentro con el Dios que devuelve la vista, que los hace ver", enseñó. +