"Sólo secando las lágrimas de los niños que no han visto nada más que escombros, muerte y destrucción, el mundo recuperará la dignidad", les dijo el papa Francisco a los 150 participantes del encuentro de trabajo de los organismos de caridad católicos que operan en Irak, Siria y países limítrofes. La audiencia sucedió esta mañana en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico del Vaticano.
El papa Francisco ofreció una audiencia a los participantes del encuentro de trabajo de los organismos de caridad católicos que operan en Irak, Siria y países limítrofes, que se está desarrollando en la Pontificia Universidad Urbaniana, organizado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. El encuentro se llevó a cabo esta mañana en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico del Vaticano, con unos 150 participantes.
El Papa reconoció que con la labor que el grupo está desarrollando, en relación a la investigación sobre la ayuda humanitaria de las entidades eclesiales, se está realizando "una importante contribución para comprender mejor las necesidades y coordinar mejor las ayudas en favor de estas poblaciones".
Animó a los participantes, en nombre de la Iglesia, con cercanía en la oración y en la caridad, "a no resignarse a las tinieblas de la violencia y a tener encendida la lámpara de la esperanza". "El testimonio de amor con que la Iglesia escucha y responde al grito de ayuda de todos, a partir de los más débiles y pobres, es un signo luminoso para el presente y una semilla de esperanza que germinará en el futuro", afirmó.
El pontífice destacó, entre las iniciativas promovidas por el grupo de trabajo, la destinada a apoyar el reingreso de las comunidades cristianas en la llanura de Nínive, en Irak, y los cuidados sanitarios a muchos enfermos pobres en Siria, en particular a través del proyecto "Hospitales Abiertos".
Agradeció el trabajo realizado y los convocó a renovar sus esfuerzos en cuestiones de educación a los niños, trabajo a los jóvenes, cercanía a los ancianos y el restaño de las heridas psicológicas, "sin olvidar las de los corazones, que la Iglesia está llamada a aliviar: ?Donde haya ofensa, lleve yo perdón. Donde haya discordia, lleve yo unión?", les dijo citando la oración de San Francisco de Asís.
Al concluir, se dirigió a la comunidad internacional, pidiendo con fuerza que "no olvide las numerosas necesidades de las víctimas de esta crisis, y sobre todo, que supere la lógica de los intereses poniéndose al servicio de la paz y poniendo fin a la guerra".
"No podemos cerrar los ojos frente a las causas que han obligado a millones de personas a abandonar, con dolor, su propia tierra", mencionó. "Sólo secando las lágrimas de los niños que no han visto nada más que escombros, muerte y destrucción, el mundo recuperará la dignidad", agregó. Y al cerrar el encuentro, pidió a los presentes recen todos juntos la oración de San Francisco de Asís, "Señor haz de mi un instrumento de tu paz".+
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