Mons. Martorell: La práctica de la Ley ennoblece al hombre

  • 6 de septiembre, 2018
  • Puerto Iguazú (Misiones) (AICA)
"La práctica de la Ley ennoblece al hombre porque lo hace partícipe de la Sabiduría de Dios contenida en ella, y le da la seguridad de caminar en la verdad, en el gozo del cumplimiento del bien y de ser admitido en la presencia del Señor", expresó el obispo de Puerto Iguazú, Mons. Marcelo Martorell, al reflexionar sobre las lecturas bíblicas del XXII domingo del año litúrgico.
"La práctica de la Ley ennoblece al hombre porque lo hace partícipe de la Sabiduría de Dios contenida en ella, y le da la seguridad de caminar en la verdad, en el gozo del cumplimiento del bien y de ser admitido en la presencia del Señor", expresó el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, al reflexionar sobre las lecturas bíblicas del XXII domingo del año litúrgico. "El tema de la Ley de Dios -comentó el prelado misionero- es tratado en la liturgia con singular atención y pone a nuestra consideración toda su riqueza, porque nos enseña que es fundamental la fidelidad a la ley del Señor para guardar su alianza. El amor es la razón por la cual Dios se acercó tanto a su pueblo y es el amor el que lo hace accesible a quien lo invoca. "Muchas veces -señala el obispo- se piensa que la Ley oprime y esclaviza. Frente a estas afirmaciones debemos decir que el cumplimiento de la Ley de Dios no oprime ni esclaviza sino que libera, ya que nos da el verdadero sentido de la vida en cuanto la funda en la relación de la verdadera amistad con Dios. Quien cumple la Ley es amigo de Dios y goza de sus beneficios". "La práctica de la Ley además -agrega-, ennoblece al hombre porque lo hace partícipe de la Sabiduría de Dios contenida en ella, dándole la seguridad de caminar en la verdad, en el gozo del cumplimiento del bien y de ser admitido en la presencia del Señor", porque la Ley "no es solamente un elenco de preceptos materialmente expresados sino que es la palabra de verdad sembrada en el corazón de los hombres, para conducirlos a la salvación y es por eso que el hombre debe de estar interiormente atento en su corazón a la Palabra del Señor, para percibirla y llevarla finalmente a la práctica. El ser humano caería en una gran equivocación si se contentara con el conocimiento de los preceptos divinos y no los tradujera en obras". "Ante esto -señaló monseñor Martorell- Jesús condena todo formalismo y legalismo porque quiere que miremos a la realidad interior de la Ley. Es inútil darle sentido a las realidades externas mientras el interior del hombre no está limpio, está impuro y lleno de vicios. Es por eso que la Ley mira al interior del hombre, porque su interior es lo que hay que purificar". "Si el corazón no está purificado -concluyó el obispo de Puerto Iguazú- es imposible cumplir la Ley. Ella mira precisamente a librar al hombre de tales males, para hacerlo capaz de dejar de lado o quitar de su corazón las pasiones y los vicios y poder así amar a Dios con todo su corazón y al prójimo con ese mismo amor. Este es el centro de la ley y toda ella se resume en este precepto, el cual es imposible cumplir si el corazón no está purificado".+