Mons. Martorell: "La vida sin fe es tremendamente dolorosa"

  • 30 de agosto, 2018
  • Puerto Iguazú (Misiones) (AICA)
"Para la Eucaristía es necesaria la fe. Sin ella, el hombre no verá más que pan y vino y no atisbará el misterio que se oculta detrás: la misma vida de Dios", dijo el obispo de Puerto Iguazú, Mons. Marcelo Raúl Martorell, al reflexionar sobre el Evangelio del XXI domingo durante el año, donde Jesús ofrece su carne y su sangre en alimento.
"Para la Eucaristía es necesaria la fe. Sin ella, el hombre no verá más que pan y vino y no atisbará el misterio inmenso que se oculta detrás: la misma vida de Dios", dijo el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, al reflexionar sobre el Evangelio del XXI domingo durante el año litúrgico, donde Jesús Ofrece su carne y su sangre en alimento. Sin embargo -advirtió el prelado- "no debemos condenar a quien no cree con tanta liberalidad. La fe es un don de Dios y este don debe penetrar en el corazón del hombre y hacerse en él una necesidad para su vida. La vida sin fe es tremendamente dolorosa y lleva al hombre al aislamiento y muchas veces a la desesperación. Para creer y aceptar el "misterio eucarístico" hay que entregarse a Dios en Jesucristo y creer en la dimensión eterna de su amor que haciéndose comida y bebida, camina en nuestros pasos por la vida, elevándonos en las virtudes de la esperanza y el amor". En el Evangelio del domingo, prosiguió explicando el obispo, "Jesús frente a la duda de los doce apóstoles les pregunta: ¿También ustedes se quieren ir? A Cristo o se lo acepta o se lo rechaza íntegramente, no se puede aceptar una parte sí y otra no. Aquí el error de los hermanos cristianos separados: el misterio de la Palabra sí, el de la Eucaristía no; el de la Comunidad sí pero el de la Iglesia no. Ni la compasión por los incrédulos ni el deseo de atraerlos nos debe llevar a mutilar el misterio íntegro del Señor y especialmente lo que Él mismo ha dicho y enseñado sobre la Eucaristía". Monseñor Martorell completó su reflexión: "Nadie amó tanto a los hombres ni procuró su salvación más que él. Sin embargo prefirió perder a muchos discípulos que modificar una coma de sus palabras. Pedro nos muestra la actitud de quien decidió en su vida por Cristo al exclamar: "Señor, a quién vamos a ir si sólo Tú tienes palabras de vida eterna, nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo consagrado por Dios". Así pues el misterio eucarístico seguirá por los siglos distinguiendo a los verdaderos seguidores de Cristo".+