El Papa a los médicos católicos: Defender la vida humana con coraje y determinación

  • 28 de mayo, 2018
  • Ciudad del Vaticano
"La Iglesia está a favor de la vida, y su preocupación es que nada esté en contra de la vida, aunque sea débil o indefensa, aunque no esté desarrollada o sea poco avanzada", recordó esta mañana el papa Francisco a una delegación de la Federación Internacional de las Asociaciones de Médicos Católicos (Fiamc) con motivo del próximo congreso que se celebrará en Zagreb (Croacia) del 30 de mayo al 2 de junio sobre el tema "La santidad de la vida y la profesión médica de la ?Humanae vitae a la Laudato si?".
El papa Francisco recibió en la mañana de hoy, lunes 28 de mayo, en la Sala de los Papas del Palacio Apostólico, a una delegación de la Federación Internacional de las Asociaciones de Médicos Católicos (Fiamc) con motivo del próximo congreso que se celebrará en Zagreb (Croacia) del 30 de mayo al 2 de junio sobre el tema "La santidad de la vida y la profesión médica de la ?Humanae vitae a la Laudato si?". En el discurso que les ofreció el Santo Padre recordó a los médicos católicos que "la Iglesia está a favor de la vida, y su preocupación es que nada esté en contra de la vida, aunque sea débil o indefensa, aunque no esté desarrollada o sea poco avanzada". Al respecto, el Santo Padre los animó "a seguir con alegría y generosidad el camino asociativo, en colaboración con todas las personas y las instituciones que comparten el amor a la vida y se comprometen en servirla en su dignidad y sacralidad". Ser "médico católico" les señaló Francisco "los compromete a una permanente formación espiritual, moral y bioética con el fin de poner en acto los principios evangélicos en la práctica médica, partiendo de la relación médico-paciente hasta llegar a la actividad misionera para mejorar las condiciones de salud de las poblaciones en las periferias del mundo". "La tarea de ustedes ?agregó el pontífice? es una forma peculiar de solidaridad humana y de testimonio cristiano; su trabajo, de hecho, está enriquecido por el espíritu de fe". Francisco resaltó la fidelidad de las Asociaciones que forman parte de esta Federación. "Esta fidelidad ?subrayó el Santo Padre? requiere esfuerzos que, en particulares circunstancias, pueden exigir mucho coraje. Continúen con serenidad y determinación por este camino, alentó el pontífice, acompañando las intervenciones magisteriales en los ámbitos de la medicina con una mayor conciencia de sus implicaciones morales". Asimismo el pontífice los alentó a "afirmar la centralidad del paciente como persona y su dignidad con sus derechos inalienables, sobre todo el derecho a la vida. "La defensa de la dimensión personal del enfermo es esencial ?señaló el Papa? para la humanización de la medicina, incluso en sentido de la ecología humana. Por ello, "el compromiso de ustedes en sus respectivos países y a nivel internacional, es cuidar este aspecto, interviniendo en ambientes especializados, pero también en las discusiones que se refieren a las legislaciones sobre temas éticos sensibles, como por ejemplo la interrupción del embarazo, el final de la vida y la medicina genética". Por último el papa Francisco recordó el próximo Congreso que organiza la Federación de Médicos Católicos en Zagreb, Croacia sobre "Sanidad de la vida y profesión médica, de la Humanae vitae a la Laudato si?", del 30 de mayo al 2 de junio. "Sean siempre conscientes ?concluyó el pontífice- que hoy es necesario y urgente que la acción del médico católico se presente con carácter de inconfundible claridad en el plano del testimonio sea personal que asociativo". Discurso del Santo Padre Queridos hermanos y hermanas: Me complace darles la bienvenida y saludarlos a todos, empezando por el presidente, el Dr. John Lee, a quien agradezco sus palabras. Su calificación de "médicos católicos" los compromete a una formación permanente espiritual, moral y bioética con el fin de poner en práctica los principios evangélicos en la práctica médica, a partir de la relación médico-paciente hasta llegar a la actividad misionera de mejorar las condiciones de la salud de las poblaciones en las periferias del mundo. La tarea de ustedes es una forma peculiar de solidaridad humana y testimonio cristiano; de hecho, su trabajo se enriquece con el espíritu de la fe. Y es importante que sus asociaciones se comprometan a sensibilizar sobre esos principios a los estudiantes de medicina y a los médicos jóvenes involucrándolos en las actividades asociativas. La identidad católica los compromete a colaborar con los que, desde una perspectiva religiosa diferente o sin un credo específico, reconocen la dignidad y la excelencia de la persona humana como el criterio de su actividad. La Iglesia está a favor de la vida, y su preocupación es que nada esté en contra de la vida en la realidad de una existencia concreta, aunque sea débil o indefensa, aunque no esté desarrollada o sea poco avanzada. Ser médicos católicos, por lo tanto, es sentirse profesionales de la salud que, de la fe y de la comunión con la Iglesia reciben el impulso para hacer cada vez más madura su formación cristiana y profesional, su dedicación incansable, e inagotable la necesidad de penetrar y conocer las leyes de naturaleza para servir mejor a la vida (véase Pablo VI, carta encíclica Humanae Vitae, 24). Son conocidas la fidelidad y la coherencia con la que las asociaciones de su Federación, en el curso de los años, dieron fe de su fisonomía católica, poniendo en práctica la enseñanza de la Iglesia y las directrices de su magisterio en el ámbito médico-moral. Este criterio de reconocimiento y de acción favoreció su colaboración en la misión de la Iglesia para promover y defender la vida humana desde su concepción hasta su fin natural, la calidad de la existencia, el respeto de los más débiles, la humanización de la medicina y su plena socialización. Esta fidelidad ha conllevado y conlleva fatigas y dificultades que, en circunstancias particulares, pueden exigir mucho coraje. Continúen con serenidad y determinación por este camino, acompañando las intervenciones magisteriales en los ámbitos de la medicina con la correspondiente conciencia de sus implicaciones morales. Tampoco el campo de la medicina y la salud no se ha librado, efectivamente, del avance del paradigma tecnocrático, de la adoración del poder humano sin límites, y de un relativismo práctico donde todo se vuelve irrelevante si no sirve a los propios intereses (cf. Lit. enc. Laudato si ´, 122). Frente a esta situación, están llamados a afirmar la centralidad del enfermo como persona y de su dignidad con sus derechos inalienables, in primis el derecho a la vida. Es necesario enfrentarse a la tendencia de envilecer al enfermo como si fuera una máquina que reparar, sin respetar los principios morales, y de explotar a los más débiles descartando lo que no corresponde a la ideología de la eficiencia y el beneficio. La defensa de la dimensión personal del paciente es esencial para la humanización de la medicina, en el sentido también de la "ecología humana". Preocúpense por comprometerse en los respectivos países y en el ámbito internacional, interviniendo en los entornos especializados, pero también en los debates relativos a las legislaciones sobre cuestiones éticas delicadas, como la interrupción del embarazo, el final de la vida y la medicina genética. Que tampoco falte su solicitud en defensa de la libertad de conciencia, de los médicos y de todos los trabajadores de la salud. No es aceptable que su función se reduzca a la de un simple ejecutor de la voluntad del enfermo o a las exigencias del sistema sanitario en el que trabajan. En su próximo congreso, que se celebrará en Zagreb en unos días, reflexionarán sobre el tema "La santidad de la vida y la profesión médica, desde la Humanae vitae a la Laudato si ´". Esto también es un signo concreto de su participación en la vida y la misión de la Iglesia. Esta participación, -como lo subrayó el Concilio Vaticano II,- es tan necesaria que "sin ella el mismo apostolado de los pastores muchas veces no puede conseguir plenamente su efecto." (Decr. Apostolicam Actuositatem, 10). Sean cada vez más conscientes de que hoy es necesario y urgente que la acción del médico católico se presente con un carácter de claridad inconfundible en el ámbito tanto del testimonio personal como asociativo. En este sentido, es deseable que las actividades de las Asociaciones de médicos católicos sean interdisciplinarias y también involucren otras realidades eclesiales. En particular, sepan armonizar sus esfuerzos con los de sacerdotes, religiosos y religiosas y de todos aquellos que trabajan en la pastoral de la salud, estando con ellos junto con las personas que sufren: tienen gran necesidad de su contribución y de la suya. Sean ministros, que además de curar, den caridad fraterna, transmitiendo a cuantos se acercan con el aporte de sus conocimientos, riqueza de humanidad y de compasión evangélica. Queridos hermanos y hermanas, muchos los miran, así como a su obra. Sus palabras, sus gestos, sus consejos, sus elecciones tienen un eco que va más allá del campo estrictamente profesional y se convierten, si son coherentes, en un testimonio de fe vivida. La profesión se eleva a la dignidad de un verdadero apostolado. Los animo a continuar el camino asociativo con alegría y generosidad, en colaboración con todas las personas e instituciones que comparten el amor de la vida y se esfuerzan por servirla en su dignidad y sacralidad. ¡Que la Virgen María, Salus infirmorum, apoye sus propósitos, a los que acompaño con mi bendición! Y por favor, recen por mí también. Gracias." +