En el marco de la fiesta de la Divina Misericordia, el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, presidió la misa en el santuario diocesano Jesús de la Divina Misericordia. En su homilía, destacó la importancia de ser misericordiosos, especialmente en nuestros hogares, familias e instituciones.
El obispo de Puerto Iguazú,
monseñor Marcelo Martorell, presidió el domingo 8 de abril la misa en el marco de la fiesta de la Divina Misericordia en el santuario diocesano Jesús de la Divina Misericordia.
En su homilía, el obispo destacó la importancia de ser misericordiosos con los demás especialmente en nuestros hogares, familias e instituciones.
"Al hombre no le es fácil llevar el mensaje de Cristo resucitado. La vida de Cristo y su anuncio implica su aceptación en el corazón del hombre. Ese hombre que no ve y que duda, que solamente cree en lo que percibe y toca con sus manos, que se encierra en sus sentidos y que vive según la percepción de éstos, a los que por otro lado trata permanentemente de satisfacer. Llevar el mensaje de Cristo resucitado requiere aprender a trascender, estudiar y rezar la Escritura y sobre todo abrir el corazón a la presencia de Dios en el mundo y a la vida de cada día. Sin embargo el amor tanto al Evangelio que se predica, cuanto al hombre al que está destinado -que tantas veces vive en el error o en la ignorancia de la fe- es el gran mandato pascual", afirmó.
Finalmente, el prelado pidió a los fieles que "esta Pascua de resurrección nos una en la fe, en el amor y el perdón, de tal manera que esa vida nueva que hemos recibido se multiplique y trasforme no solamente nuestras vidas, sino también la vida de este mundo de hoy, plasmando el Evangelio de tal modo que los hombres sientan que viven en un mundo en el que es bueno vivir".
Participaron de la misa un gran número de fieles, sacerdotes de la diócesis, religiosos y religiosas.+